La violencia ha tomado las calles de Irlanda del Norte. La frustración tras la entrada en vigor del Brexit es la causa principal del conflicto. Los unionistas, partidarios de permanecer ligados a Londres, han demostrado su descontento prendiendo fuego a y arrojando bombas incendiarias a la policía.
El primer ministro británico, Boris Johnson, expresó su preocupación y condenó estos actos, donde un total de 55 policías han resultado heridos.
Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República de Irlanda declararon que “los estallidos nocturnos de violencia deben parar antes de que alguien muera o resulte gravemente herido”.
Las autoridades irlandesas, norirlandesas y británicas coinciden en la necesidad del diálogo, para evitar daños mayores en un país oficialmente pacificado, pero profundamente dividido.
Sin embargo, la solución política a las tensiones parece complicada, puesto que el escenario resultante del Brexit sólo intensifica unas divisiones preexistentes.
Los unionistas protestan porque consideran que el actual trazado aduanero los separa del resto del Reino Unido, lo cual favorece a los republicanos, que quieren unirse con la República de Irlanda, miembro de la Unión Europea.