Gustavito. Así llama desde siempre Lilian Clark, con su incondicional amor de madre, a Gustavo Cerati. Ahora ella camina presurosa para ver a su hijo, que da digna pelea en la Unidad de Terapia Intensiva del Instituto Fleni de Belgrano. “Sabemos que va a salir adelante. El nunca fue de bajar los brazos. Por eso mantenemos la esperanza desde el primer día. En la familia confiamos en su recuperación”, explica Lilian a GENTE y pide disculpas por el apuro, pero necesita llegar a horario para no perder un instante de lo que será la primera visita del día: de 12 a 13 horas estará a su lado, brindándole afecto, acompañándolo en este duro momento, como lo hizo desde que él era niño. Después vendrá el encuentro de la tarde, de 19 a 20, otra ansiada oportunidad para mimarlo y transmitirle fuerzas. Ella, Laura y Estela, sus otras hijas –hermanas del músico–, quienes también viajaron a Venezuela apenas fue internado, son las personas autorizadas a ingresar al edificio del sanatorio de la calle Montañeses al 2300. Algunas veces las acompañan Lisa y Benito, los hijos del ex Soda Stereo, que el 24 de agosto cumplió cien días de internación desde que sufriera un accidente cerebro-vascular mientras estaba de gira.
TERAPIA INTENSIVA. Registrado bajo un seudónimo, Cerati se aferra a la vida en una habitación del instituto neurológico. Se trata de un cubículo de tres por dos metros y medio, sin ventanas, con el piso recubierto de un plástico color tiza, antideslizante y muy fácil de higienizar. Todo es muy blanco: desde los ambos de los profesionales hasta el camisolín descartable que desde hace más de tres meses es la única prenda que viste el guitarrista, compositor y cantante. Allí, una serie de pantallas LCD conectadas a computadoras les brindan a las dos enfermeras de guardia datos vitales de los internados en estado crítico. Las escasísimas visitas autorizadas sólo pueden ingresar de a una. Cada dos horas, las enfermeras controlan su presión arterial, temperatura y pulso. Tres veces al día los médicos lo revisan, supervisando en forma permanente su evolución. La habitación contigua a la suya está vacía. El mes pasado estuvo ocupada por Charly García, bajo un seudónimo, aquejado por fuertes dolores en las piernas por un problema de artrosis.
CIRUGIAS DE RIESGO. Desde que llegó al Fleni, Gustavo abandonó su habitación sólo dos veces. La primera fue el 21 de julio. En horas de la mañana le colocaron una válvula de derivación ventrículo-peritoneal. En términos más simples: el músico sufre una hidrocefalia (acumulación de líquido en el cerebro), que debe drenarse para liberar la presión. Para esto se le introdujo dicha válvula de silicona, que unida a un catéter traslada el líquido a la zona abdominal del cuerpo. Todo el sistema se coloca por debajo de la piel, por lo que no hay señales visibles de la intervención.
La segunda excursión al quirófano sucedió catorce días después, el 3 de agosto. La resonancia magnética –porque no se hizo ningún electroencefalograma en el Fleni, sino que se usó la resonancia como sistema de diagnóstico– indicó que aún tenía demasiado líquido dentro del cráneo.
ME VERAS VOLVER. Mientras tanto, entre rumores de que Chloé Bello –su bella y blonda novia– estaría internada con una fuerte depresión, el rocker continúa en coma. La familia, más que reservada frente a los medios, prefiere refugiarse en el silencio. Sólo muy de vez en cuando publican mensajes esperanzadores en cerati.com, el sitio web oficial del cantante. Lilian, su madre, amable y cálida, vuelve a pedir disculpas cuando se retira apenas pasadas las ocho de la noche, como ya es costumbre. Y esboza ante este cronista: “Sabemos que es luchador y la está peleando. Quiero agradecer por el apoyo y el respeto de sus fans y del periodismo. Y les digo que no se preocupen, porque sus seres queridos estamos en todo momento a su lado. Vamos a hacer lo imposible para que esté muy bien. Y el resto lo va a hacer él, estoy segura, porque Gustavito es muy fuerte”.
Lilian, la madre de Gustavo Cerati, camina apurada por la calle Montañeses al 2300, rumbo al Instituto Fleni de Belgrano, para visitar a su hijo. “Sus seres queridos no nos vamos de su lado; mantenemos la esperanza”, confía ella.
Gustavo Cerati se casó en junio de 1993 con la modelo chilena Cecilia Amenábar, otro momento importante de su vida donde estuvo presente su madre, Lilian Clark, que no dudó en viajar a Venezuela, primero para visitarlo junto a sus hijas, Estela y Laura –hermanas del músico– y los hijos del rocker, Benito y Lisa, y luego para ponerse al frente del traslado en avión a Buenos Aires.
Cada vez que llega o se retira del Instituto Fleni de Belgrano, Lilian Clark, la mamá de Cerati, es saludada y recibe muestras de afecto de familiares y amigos de otros pacientes, que se interesan por el estado de salud del músico.