Así llegamos al amor y lo que siente ante la pregunta recurrente sobre las claves para una exitosa convivencia de doce años. “Siempre fui noviera, pero sólo con Nico sentí eso de ‘quiero despertarme con este hombre, quiero un futuro con él, porque me alegra los días’. Entonces, el amor dejó de ser eso que hay que remar día a día, para convertirse en disfrute permanente. Las claves, las reglas y las normas no existen en casa”, revela.
“Lo nuestro se dio con fluidez impensada desde el momento cero de la relación... ¡Nico y yo decidimos vivir juntos al tercer mes de conocernos! Y no resultó precisamente una patada (risas). Lo único que siento, la única explicación que puedo dar ante esa pregunta es ‘haber encontrado a la persona para mí’. Ni más ni menos... Por eso me cuesta entender por qué hay parejas que suelen decir: ‘La convivencia es un trabajo diario’. Para mí el esfuerzo está en el trabajo. Si la convivencia resulta un esfuerzo, déjenme decir que, en mi opinión personal, hay un problema en el que trabajar. Podría ser otro mandato social. El de, tal vez, sostener la relación para no ser una solterona a los cuarenta. Repito, y a término meramente personal, aunque me llamen idílica: si el disfrute no es ciento por ciento, no se trata de amor”.