Los miedos o las fobias, cuando aparecen, muchas veces ganan un protagonismo absoluto. Son capaces de postergar deseos. Los más comunes son los de volar o los de hablar en público, cuando hay que exponer un trabajo ante jurado, por ejemplo. Según los expertos, existen dos posibilidades: seguir sumergidos en eso o asumir la dificultad para poder tratarlo.
“Uno puede aprender a ser más valiente. Para tal fin, es necesario modificar los pensamientos negativos, anticipatorios y catastróficos con los que interpretamos los hechos de la realidad por pensamientos y conductas resolutivas”, sostiene el psicólogo Santiago Gómez.
Fobia social: se presenta cuando la persona se siente observada por la mirada del otro. Es el temor excesivo a ser evaluado o juzgado de forma negativa frente a situaciones sociales. Ante esto puede aparecer ansiedad y exaltación, lo que provoca consecuencias negativas.
Para superarlo existen tres puntos clave. En primera medida, comprender que el peligro no está afuera, sino adentro, en los pensamientos. En segundo término, saber que no son los otros los que me están mirando, sino que son mis propios pensamientos los que me juzgan y me evalúan. Y por último, animarse a la exposición gradual a las situaciones sociales temidas.
Miedo a hablar en púbico: si bien suele generar cierta ansiedad en la mayoría de las personas, quienes padecen esta fobia viven esto de una manera sobredimensionada. Los pensamientos previos a lo que uno cree que va a pasar es el peor enemigo.
Existen alternativas para poder superarlo. En primer lugar es fundamental cortar el pensamiento negativo y tratar de minimizarlo. Por otro lado, a diferencia de lo que se suele hacer, no hay que evitar estas situaciones, al contrario, ya que se agrava la situación. Otra de las maneras es animarse a hacerlo de manera gradual.
Claustrofobia: es el miedo excesivo al encierro, a quedar atrapado en un lugar y no poder salir. La persona que sufre esto evita los lugares cerrados, porque en ellos se siente en “peligro”.
La manera de enfrentar esta negatividad, como primera medida, es respirar profundo y relajarse. Eso ayudará a actuar con mucha más armonía. Otra cuestión es enfrentar de manera gradual las situaciones que dan miedo. Someterse a estas cuestiones hace que, paulatinamente, se puedan controlar.
Miedo a volar: quienes los sufren, si bien en un porcentaje menor es por el encierro, la gran mayoría que atraviesa esto tiene el pensamiento de que el avión se va a caer.
Entre las maneras de superarlo, lo primero es sacar el pasaje y poner una fecha, para que exista un compromiso. Es bueno concientizarse de que los estudios marcan que el avión es el medio de transporte más seguro. Una vez adentro del avión, realizar ejercicios de relajación y respiración para reducir la ansiedad es muy productivo. Por último, si es necesario, recurrir a un especialista para hablar del tema.
Miedo a la muerte: el temor a las enfermedades –o al contagio– son pensamientos, ideas e imágenes recurrentes que perturban a muchas personas. Cuando aparecen, generan un estado de ansiedad y angustias permanentes.
Una forma de alejarse de esta idea y saber que son solo eso, pensamientos y no más que eso. Aprender a reírse de esta idea hace que empiece a perder fuerza en la cabeza. Por último, la aceptación. Si sabes que al final va a suceder, lo mejor, es disfrutar el camino.