Florencia Raggi comparte sus secretos de belleza – GENTE Online
 

Florencia Raggi comparte sus secretos de belleza

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Se prepara un té de jengibre rallado y miel, y ofrece algo calentito para tomar. “No te convido esto porque es feo, pero me viene bien porque me estoy recuperando de una bronquitis, y en la obra soy la única que no tiene reemplazo”, aclara Florencia Raggi (43) desde la intimidad de su casa en San Isidro, después de hacer fotos en exteriores sin inmutarse por el frío.

Mantiene intacto su profesionalismo de modelo, aunque hace veinte años que no sube a una pasarela, desde que decidió abandonar la carrera para dedicarse de lleno a la actuación, motivo que nos convoca. Hoy, de miércoles a domingos se sube a las tablas del Tabarís en Como el culo, una comedia en la que todo sale perfectamente mal. “Pero no se ve ningún trasero ni decimos una sola mala palabra: es puro humor blanco”, aclara la mujer de Nicolás Repetto (59), recomendando la obra –importada de Inglaterra, donde viene siendo un éxito de taquilla desde hace cuatro años– “para toda la familia”.

–¿Cómo vivís tu debut en el género de la comedia?
–¡Muy satisfactorio! Cuando Javier Faroni me lo, propuso pensé: “¿Yo en esta obra?”... Nunca había actuado en una “comedia tan comedia”. Cuando empecé con los ensayos me dije: “¡¿Cómo no hice esto antes?!”. Por suerte, me animé. Tenía que soltar prejuicios, liberarme y jugar... ¡y lo estoy haciendo más que nunca!

–¿Qué tipo de prejuicios tenías?
–Pensaba que yo era más para el drama. Nunca fui la payasa del grupo, aunque sé que muy en la intimidad soy graciosa. Tal vez cuando empecé a actuar creía que lo dramático es más serio, más importante y profundo, entonces fui por ese lado. Igual reconozco que me gusta y no me cuesta para nada el drama: lloro con facilidad, me conecto rápidamente con las emociones densas... Entonces fui relegando la comedia. Y ahora estoy descubriendo que me encanta.

–¿La dirección sigue siendo un tema pendiente?
–A la hora de trabajar, tengo una mirada integral más allá de mi papel. Me gusta compartirla, obviamente con humildad y respeto. Quiero estar en todos los detalles... ¡No puedo evitarlo! Por eso creo que en algún momento terminaré dirigiendo, pero no es algo que piense hacer ya mismo.

–¿Cuál fue la devolución de la familia cuando vieron la obra?
–Francisco, que tiene 15 y no le suele gustar el teatro –es más, cada vez que me ve en algo se aburre–, dijo que le había gustado y que se rió mucho. A Renata, de 17, le encantó, y Nico, que es súper exigente con todo, literalmente lloró de la risa. Así que estoy muy contenta.

–Con Nico acaban de cumplir veintiún años juntos. ¿Cuál es el secreto?
–No creo que haya secretos, porque es algo muy personal. Yo hago hincapié en no proyectar en el otro vacíos o inseguridades propias. Hay que tener claro que la vida es de uno, y que tenemos un compañero que no nos viene a solucionar ni a salvar. Eso libera. Y claro, saber tolerar los momentos en los que no estás tan bien y disfrutar de los que estás mejor, porque obviamente no todo es color de rosa. No es sencillo convivir, pero tiene que ser más fácil que complicado.

–¿Cómo le ganan a la rutina?
–Ninguno de los dos tiene un trabajo estándar, ni tampoco llevamos una vida muy rutinaria, por eso no es tan complicado. Hay gente que se siente segura en la rutina... A mí me gusta que todo vaya cambiando, a pesar de que tenemos dos hijos que te plantan en un lugar, con una escuela y un horario. ¡Pero pasa tan rápido...! Crecen, y la rutina de ellos también se modifica. Mi vida con Nico es maravillosa: es mi compañero de vida evolutivo. Por suerte lo encontré.

–¿Qué hay de la pasión?
–Va cambiando... Pretender que sea como al principio sería una idiotez. El amor se transforma y también la pasión... No quiere decir que no esté, porque si fuera así nos convertiríamos en amigos. Siempre sentí que nos jugó a favor que Nico se haya separado y tuviera otras relaciones, porque más allá de la familia uno también construye la pareja. Viajamos solos, salimos a cenar solos. Nos elegimos más allá de nuestros hijos, porque cuando vuelen y hagan su propio camino, con quien me voy a quedar es con él.

–¿Renata va a seguir tus pasos como modelo?
–No tiene interés en hacer la rutina del modelaje. El año pasado posó para unas fotos de la marca de Juanita por diversión. A pesar de que mide 1.82, estudió actuación y le gusta cantar y tocar el piano.

–¡Y con Juana vas a ser abuelastra por quinta vez!
–Sí. Nico ya tiene cuatro nietos de sus hijos mayores, Valeria (33) y Nicolás (35).

–¿Cómo vivieron su decisión de ser mamá soltera?
–Alegres por ella. No me sorprendió, porque siempre dijo que quería ser madre joven, y que si no encontraba una pareja se iba a inseminar. Me parece muy respetable justamente por eso: no fue un arrebato o una decisión inconsciente. Lo venía meditando hace mucho tiempo. Cuando tenés la vocación de ser madre, debés concretarla. Yo podría haber dejado de ser cualquier cosa menos mamá, que es lo que me completa como mujer y le da sentido a mi vivir. Entonces entiendo su deseo.

–¿Cómo te llevás con el paso del tiempo? ¡Pareciera que los años no pasan para vos!
–Debe ser la genética. Además, como sano y hago ejercicio. No me obsesiona el paso del tiempo, ni quiero aparentar menos edad. También voy a una cosmetóloga una vez al mes, desde los quince años, y me pongo muchísimas cremas, porque desconfío de los tratamientos invasivos. No me gustan las arrugas... ¡pero menos me agrada el botox! Con el tiempo quedás peor. Las cirugías me dan miedo. Perdés la frescura, la expresividad, y tampoco te ves más joven. Así que ¿para qué entrar al quirófano? Son elecciones... Igual, no sé qué pensaré del tema dentro de dos décadas.

–¿Si tuvieras que adelantarte, qué dirías?
–Me gustaría tener una vida interior tan rica que las arrugas no me importen nada. La madurez es hermosa. Si uno vive las cosas no como buenas o malas, sino como nuevas, les puede encontrar el lado positivo. Siempre que estemos vivos, lo que viene puede ser una experiencia enriquecedora y de felicidad.

“Desconfío de los tratamientos invasivos. No me gustan las arrugas... ¡pero menos me agrada el botox! Con el tiempo quedás peor”

“Desconfío de los tratamientos invasivos. No me gustan las arrugas... ¡pero menos me agrada el botox! Con el tiempo quedás peor”

La reciente postal familiar en el estreno de la obra. Flor posa junto a su marido, Nicolás Repetto, y sus hijos Renata –“le encanta cantar y tocar el piano, y aunque mide 1,82 no le gusta la rutina del modelaje”, cuenta– y Francisco –“quiere seguir Arquitectura y Nico está chocho, porque va a tener un compañero para sus proyectos inmobiliarios”, revela.

La reciente postal familiar en el estreno de la obra. Flor posa junto a su marido, Nicolás Repetto, y sus hijos Renata –“le encanta cantar y tocar el piano, y aunque mide 1,82 no le gusta la rutina del modelaje”, cuenta– y Francisco –“quiere seguir Arquitectura y Nico está chocho, porque va a tener un compañero para sus proyectos inmobiliarios”, revela.

“Después de veintiún años juntos, pretender que la pasión sea como al principio sería una idiotez. Eso no quiere decir que no exista... Si así fuera, con Nico nos convertiríamos en amigos”

“Después de veintiún años juntos, pretender que la pasión sea como al principio sería una idiotez. Eso no quiere decir que no exista... Si así fuera, con Nico nos convertiríamos en amigos”

“Con Nico nos elegimos más allá de nuestros hijos, porque cuando hagan su propio camino, con quien me voy a quedar es con él”

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