"Hacía tiempo que quería escribir sobre él, teniendo en cuenta que reúne todos los condimentos de un personaje realmente histórico. Siempre me interesó su figura, su carrera y su apasionante vida", admite Felipe Isidro Pigna (61) acerca de Carlos Gardel, sobre quien acaba de publicar una biografía y por quien hoy –11 de diciembre– se celebra el Día Nacional del Tango, ya que es la fecha en la que, hace 130 años, vio la luz el Zorzal Criollo, el mayor exponente del género en el mundo.
–¿Qué recuerdos personales guarda sobre él?
–Mi abuelo paterno, Felipe, a quien no llegué a conocer, lo trató, y en la familia se hablaba mucho de él. Fue uno de los fundadores de SADAIC y tenía relación con todos los músicos y compositores de su tiempo. Mi abuelo materno, Isidro, a quien sí conocí y quise mucho, era muy gardeliano y me hacía escuchar a Carlitos. Finalmente, mi madre Hernilde, cuando se iba a trabajar y me dejaba con la niñera, me colgaba en la cuna la radio sintonizada en Rivadavia, que pasaba mucho tango, particularmente los de Gardel.
–¿Cómo y por qué caminos encaró la investigación y cuánto tiempo le llevó culminar el libro?
–Dos años y medio. Mucha lectura de los muchos y muy buenos libros que hay sobre su vida. Centenares de reportajes, escuchar sus discos, ver sus películas y visitar sus lugares emblemáticos: Toulouse, París, Barcelona, Madrid, Medellín, Montevideo, los barrios porteños… Fueron dos años que disfruté, adentrándome en su legendaria vida.
–Con la intención de poner punto final a los tires y aflojes de uno y otro país, ¿Gardel era francés o uruguayo?
–Él nació en Toulouse el 11 de diciembre de 1890, como queda claro en los documentos, su partida de nacimiento, el reconocimiento de su madre y su testamento de 1933.
–¿Y qué Carlitos descubrió usted?
–Un Gardel culto, muy profesional, alguien a quien le interesaba conocer y escuchar a las grandes personalidades de su época, como ocurrió, entre otros, con García Lorca, Pirandello, Jacinto Benavente y Charles Chaplin. Un Gardel que estudiaba canto con grandes profesores y cuidada su figura con una exigente rutina diaria de ejercicios. Un Gardel generoso y empático. Una persona atenta a las novedades tecnológicas, para incorporarlas a sus espectáculos, grabaciones y películas.
–Nunca se le conoció una pareja y se sabe que no tuvo hijos. ¿Indagó en su terreno personal?
–Se le conoció una única novia oficial, María Isabel del Valle. Se trató de una relación que duró varios años, interrumpida por los constantes viajes de Carlos y sus amoríos en cada lugar. Una vez le preguntaron si estaba a favor del divorcio y contestó: “En realidad estoy en contra del matrimonio”.
–¿Sufría Complejo de Edipo?
–Era bien cercano a su madre, la quería mucho y estaba agradecido por haberlo criado sola, haciendo grandes sacrificios. Pero hacía su vida con mucha libertad y no parecía acomplejado en ese sentido. Creo que era un vínculo sano, de mutuo cariño y respeto.
–Si no hubiese muerto en una tragedia (la caída en Medellín, Colombia, del avión en el que viajaba el 24 de junio de 1935), ¿hubiese sido tan grande como hoy es?
–Seguro. Y por todo lo que venimos diciendo: su profesionalismo total, su calidad musical única, su gran capacidad como compositor. Es más, si no hubiese muerto tan joven, a los 44 años, hoy Carlos Gardel sería aún más grande de lo que es. Porque, fijate que al regreso de aquella gira que resultó fatal lo esperaban nuevos contratos con la Paramount para filmar en inglés y la posibilidad de otro programa, además del que ya tenía en español, en la NBC, con lo cual su fama y su éxito se hubiesen extendido aún mucho más.
Fotos: Cortesía de F.P. y Editorial Planeta