Los progresos en la ciencia y el avance de la tecnología han permitido que aumenten las expectativas de vida en la población mundial. En los últimos años ha aumentado la edad promedio y asciende a más de los 70 años.
Sin embargo, una reciente investigación demostró que el estilo de vida tiene una fuerte incidencia en el promedio de vida de una persona. Otro de los aspectos decisivos son la nutrición y los bajos niveles de estrés.
Según el más importante estudio sobre ese tema, el Grant & Gluck de la Universidad de Harvard, llegar a ser un adulto mayor sano y feliz requiere, además de un poco de suerte, de seguir una serie de hábitos entre los que se encuentran no fumar, tener actividad social, “moverse” y consumir una alimentación variada y natural.
En un artículo publicado en el British Medicine Journal se afirma que un mayor consumo de frutas y vegetales se asocia con menor riesgo de mortalidad por cualquier causa, y especialmente por enfermedades al corazón,
La clave para los especialistas se trata en al menos consumir cinco porciones. Si es más, mejor, pero según algunas investigaciones por debajo de esa cantidad no se aprecia una reducción del riesgo de mortalidad.
Aquellas personas que viven con menos comodidades y tienen que recorrer grandes extensiones de kilómetros, por ejemplo, son las que logran peinar canas y disfrutar a los nietos por mucho tiempo.
Cinco áreas longevas
Por lo menos esa conclusión puede obtenerse del trabajo de un grupo de médicos, antropólogos y epidemiólogos, encabezados por Dan Buettner, publicado en 2005 en National Geographic, que se convirtió también en libro, y que ahora es un proyecto a escala global.
Hay cinco zonas Zonas Azules, es decir, los cinco lugares del mundo donde la gente es más longeva.
Son Okinawa (Japón), Cerdeña (Italia), Nicoya (Costa Rica), Ikaria (Grecia) y Loma Linda (Estados Unidos). Algo que observaron los autores a lo largo del estudio es que no existe en esos pueblos la idea deliberada de actuar de una manera determinada para ser los campeones de la longevidad, sino que se debe a su estilo de vida tradicional.
El proyecto no terminó con ese estudio y es ahora bastante más ambicioso. Consiste, según Buettner, en tratar de rediseñar la cultura y el entorno de una sociedad para conseguir cambios en los individuos. Hasta el momento, ha llegado a más de 3 millones de personas de 40 ciudades.
Las investigaciones muestran que los avances sociales se producen cuando por lo menos un 10% de la población cambia su forma de pensar.
Algo que tienen en común estos cinco lugares es que su dieta se basa en gran medida en los productos de la tierra.
Uno de los casos que más llama la atención es el de Loma Linda, en California, que tiene la mayor concentración de septuagenarios de Estados Unidos. El hecho es que 9.000 de sus habitantes forman parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, una dieta que incluye además pescado, pero no carne.
Los autores del estudio, que se publicó posteriormente en un libro titulado Nueve lecciones para vivir más de las gente que más vive -que llegó a ser un best-seller- creen que su larga esperanza de vida no sólo se debe a su forma de comer, muy fundamental, sino también a las relaciones sociales que han establecido y que consisten en ayudarse los unos a los otros.