«Este casamiento es para toda la vida» – GENTE Online
 

"Este casamiento es para toda la vida"

Actualidad
Actualidad

Durante veinte días Natalia Oreiro, 24 años, cantante, actriz y auténtica popstar, y Ricardo Mollo, de 44, emblema rocker nacional, se mordie
ron la lengua para no revelar la noticia que se les caía de la boca. Se prometieron mutuamente que sería el secreto mejor guardado de sus vidas y mutuamente se cumplieron. Acordaron hacerlo durar hasta la noche de viernes 18, cuando los padres de ella, la madre de él y los amigos más amigos de ambos estuvieran reunidos en

La Calandra -el chalet de Parque Leloir que sirve como sala de grabación y ensayo de Divididos- con la excusa de un asado. Recién entonces los harían callar a todos y, en medio del silencio general, revelarían: "Chicos, nos casamos". En ese mismo instante, alguien apretaría un botón de "play" y comenzaría la proyección del video de la boda. Así fue exactamente como lo planearon. Y así fue exactamente como sucedió.


UNA BODA EN EL MAR.
El 31 de diciembre, a bordo de una pequeña embarcación, a 340 kilómetros de la costa noreste de Brasil y en las orillas de la isla Fernando de Noronha, Natalia y Ricardo se casaron ante el capitán del barco. Los testigos del "sí" fueron Leonora Fritsche, una vecina de Noronha, y Carlos Marenga, el asistente de la embarcación. Sólo ellos cinco y el oleaje del mar. Hubo, como corresponde, una torta: un bizcochuelo con cobertura de chocolate en cuya superficie se leía "R y N" en letras rojas preparado por la misma Natalia horas antes de la ceremonia. Hubo, como corresponde, una ramo de flores que se perdió en las aguas del Atlántico luego de que Natalia las arrojara, como corresponde, de espaldas al mar. Hubo un acta del Registro Civil y, una vez más, como corresponde, hubo anillos de boda. Pero no fueron dos sortijas, sino el dibujo de una estrella de mar tatuada sobre la piel del anular izquierdo de cada uno. ¿Por qué un tatuaje? De otro lado de la reja de La Calandra, la
noche del viernes, Ricardo Mollo, que jamás en su vida se había hecho un tatuaje, respondió: "Porque es para toda la vida". Para la ceremonia, que se realizó a plena luz del día, Natalia usó un sencillísimo vestido blanco con una corona de flores rojas. Ricardo, en franco contraste de color, llevaba jeans negros y remera negra sin mangas. Bajo sus pies, el mar de Noronha, uno de los tesoros mejor guardados de todo Brasil. El

Parque Nacional Marino de Fernando de Noronha es un archipiélago que casi no ha cambiado desde que fue descubierto por los adelantados portugueses, en 1503. Allí no hay grandes hoteles ni departamentos y sus playas paradisíacas, donde los delfines se acercan hasta los poquísimos bañistas y las inmensas tortugas verdes salen del oleaje para poner sus huevos en las arenas finísimas, están permanentemente semidesiertas debido a una disposición de las autoridades del Estado de Pernambuco según la cual no pueden entrar a la isla más de 180 personas por día (ni uno más), personas que son sometidas a pagar un impuesto a la permanencia, de manera tal que nadie pueda quedarse demasiado tiempo. En ese paraíso protegido como la más grande joya, Natalia y Ricardo se dijeron "sí, quiero". Fue una íntima fiesta de dos. La otra, la de los invitados sorprendidos, llegó veinte días después.


¿A QUE NO SABEN QUE…?
A las siete de la tarde del viernes pasado, las mesas ya estaban debidamente colocadas sobre el césped de La Calandra, Parque Leloir, Castelar. Cada diez minutos primero, y sin pausa después, Gustavo, el casero, se acercaba hasta el portón de rejas negras para dejar pasar a los invitados que iban llegando. Sobre las 20:30, Ciro, el cantante de Los Piojos; Tanque y Chizzo, baterista y voz líder, respectivamente, del grupo
La Renga; Diego Arnedo, bajista de Divididos. Pasadas las 21, Roberto Pettinato (ex compañero de banda de Mollo durante los años de Sumo) y Juan Carlos Baglietto; Omar Mollo, hermano mayor de Ricardo, y los padres de Natalia, que llegaron en un radiotaxi. Excepto Pía, una íntima amiga de Natalia, experta en tortas de toda clase y que llenó de dulces a los invitados como parte de su regalo de bodas, absolutamente nadie, ninguno de ellos, sabía nada de ningún casamiento. Fueron invitados a un asado, otro de los tantos que Natalia y Ricardo organizan periódicamente en la casa de Leloir. A las 22:02, el Jeep Grand Cherokee verde de Mollo se abrió paso entre flashes y micrófonos y se perdió detrás de la tela negra que cruzaba el chalet y que impedía ver lo que sucedía unos metros más allá. Casi una hora después, Natalia y Ricardo se acercaron. Ella vestía una remera corta a rayas blancas y negras, pollera 3/4 con picos y guillerminas negras. El, remera roja y jeans. Las preguntas llovían: ¿Por qué lo mant
uvieron en secreto? "Queríamos hacerlo sólo entre nosotros", dijo Natalia. ¿Qué viste en ella? "En ella encontré todo", dijo Ricardo. ¿Por qué tomaste la decisión de casarte? "Porque estoy enamorada del hombre más hermoso de la Tierra", dijo Natalia. ¿Cuáles son sus planes? "Queremos ser felices para siempre", dijeron los dos.

Más allá del velo que cruzaba la casa, había un asado: choripanes, achuras, carnes, ensalada y vino tinto envueltos por la música de
Deep Purple, The Beatles y Rolling Stones. Con el video de la boda, la música de apagó, las mandíbulas golpearon el suelo y el secreto fue noticia. El cielo abierto y un clima inmejorable contribuyeron para que la noche fuera tan sencilla y simple en su organización, como intensa y memorable para los novios, ahora esposos. "Natalia es una chica bárbara", fueron las últimas palabras de la madre de Mollo antes de subir definitivamente el vidrio del
Volkswagen Gol azul oscuro que la llevaba de vuelta a su casa, a las dos de la madrugada. Cerca de las cuatro, y cuando ya casi no quedaban invitados, Ricardo y Natalia cerraron la noche y salieron rumbo a Palermo.


UNA HISTORIA SINGULAR.
Ricardo Mollo y Natalia Oreiro vienen de mundos diferentes. Mollo, luego de una vida de rock duro que lo llevó desde ser la guitarra de Sumo, la legendaria banda del legendario Luca Prodan, muerto de cirrosis en 1987, a voz líder de
Divididos, le pegó un volantazo a su vida hacia fines del 99 y abandonó por completo el alcohol, se volvió vegetariano, bajó treinta kilos, tomó clases de yoga y le regaló el televisor a su madre. "Yo quería disfrutar de un show y no podía saltar porque me dolían las piernas y además venía con una crisis creativa. Entonces hice una limpieza total", dijo en aquella oportunidad. Oreiro, por su parte, se tomó su tiempo para olvidar su primer gran amor, Pablo Echarri, con quien estuvo seis años. A fines de septiembre del año pasado, Ricardo y Natalia oficializaron su relación. Desde entonces, los dos caminan sobre nubes.


EL DIA DESPUES.
El sábado Natalia estuvo en su casa de Palermo Viejo, mientras Ricardo preparaba en La Calandra el concierto que el domingo daría en
The Roxy de Mar del Plata, adonde él viajaría solo, tocaría y se volvería lo más rápido posible. A las 19:55 del sábado 19 Mollo ponía los pies en el aeropuerto de
La Feliz. De allí fue a buscar a una de sus hijas (tiene dos, una de 12 y otra de 18 años) y, antes de encerrarse en un hotel pequeño, habló con
GENTE.


-Viniste solo…

-Natalia está en Buenos Aires. Iba a venir, pero se quedó para evitar el acoso de los medios.

-No te veo muy cómo delante de los flashes…

-Es un poco denso, pero te aseguro que por Natalia todo vale la pena.

A la noche, después de la prueba de sonido, Mollo, sorprendido como un invitado más de su propia fiesta, vio llegar a Natalia a Mar del Plata, que presenció su recital desde bambalinas. Luego volvieron a Buenos Aires con Ricardo al volante de su 4x4. En la zona de Constitución, se detuvieron. Mollo pagó 15 pesos por tres rosas y se las regaló. Unos minutos después, marido y mujer ya se habían perdido en la oscuridad de la ruta.

por Alejandro Seselovsky
informe: Cynthia De Simone
fotos: Julio Ruiz, Diego García y Pablo Lázaro
desde Mar del Plata: Jorge Martínez Carricart
fotos: Christian Beliera y Matías Campaya

Natalia y Ricardo se abrazan felices en la puerta de la quinta <i>La Calandra</I> donde se festejaba con un asado -y mesa de tortas incluida, regalo de una amiga de Natalia- la noticia que recién les habían comunicado a sus padres y amigos: Nos casamos". El acta de matrimonio se mostró en un video que la pareja exhibió con orgullo a todos sus íntimos.">

Natalia y Ricardo se abrazan felices en la puerta de la quinta La Calandra donde se festejaba con un asado -y mesa de tortas incluida, regalo de una amiga de Natalia- la noticia que recién les habían comunicado a sus padres y amigos: "Nos casamos". El acta de matrimonio se mostró en un video que la pareja exhibió con orgullo a todos sus íntimos.

Natalia muestra, en la puerta de la quinta en Parque Leloir, la estrella que se tatuó en el anular izquierdo, idéntica a la que se realizó Ricardo en el mismo dedo. Esa marca indeleble funciona como su alianza matrimonial. ¿Por qué un tatuaje?, se les preguntó. Mollo respondió tajante: Porque es para toda la vida".">

Natalia muestra, en la puerta de la quinta en Parque Leloir, la estrella que se tatuó en el anular izquierdo, idéntica a la que se realizó Ricardo en el mismo dedo. Esa marca indeleble funciona como su alianza matrimonial. ¿Por qué un tatuaje?, se les preguntó. Mollo respondió tajante: "Porque es para toda la vida".

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig