El doctor Ryan McGarry, médico de una sala de emergencias en Los Ángeles y productor de un documental de Netflix –titulado Pandemia: cómo prevenir un brote–, admite que lo que vivimos es peor de lo que imaginó: "Creo que esto va a cambiar nuestras vidas para siempre".
Antes de que el brote de COVID-19 pusiera en peligro al planeta, le encargaron una tarea apasionante, más para él siendo médico y cineasta: llevar adelante el documental de Netflix Pandemia: cómo prevenir un brote. El director del film, Ryan McGarry, lejos de disfrutar su momento de gloria como cineasta, ahora se enfrenta a la potencial oleada real de pacientes con coronavirus en la sala de emergencias donde trabaja, en el Los Angeles County-USC Medical Center.
El doctor-director-productor ejecutivo recibe una gran cantidad de llamadas de los medios, y tiene dos o tres guardias por semana en la sala de emergencias, donde los primeros casos del virus mortal comenzaron a aparecer.
“Realmente no sé cómo sentirme en este momento”, reconoció McGarry, médico de Keck Medicine de USC, en una entrevista. “Me alegra haber podido resaltar las advertencias de algunas personas muy inteligentes. Pero como realizador y médico, no logré comenzar a entender el nivel de sufrimiento y ruina que podemos enfrentar. Creo que esto va a cambiar nuestras vidas para siempre”.
El médico quiere que el público reconozca no sólo los doctores, sino también las enfermeras, los ayudantes y el personal de apoyo en los hospitales están trabajando en un momento de enorme riesgo.
“Imagínese que usted es personal de higiene. Antes se ocupaba de limpiar el desorden. Y ahora arriesga su vida”, señaló McGarry. “Le estamos pidiendo a mucha gente que sea muy valiente en este momento. Es increíble lo que están haciendo los trabajadores de emergencias. Y creo que todos sentimos mucho respeto por eso”.
“Pandemia” surgió de las conversaciones de McGarry con otros sobre el centenario de la llamada gripe española de 1918. “Comenzamos a buscar personas en todo el mundo y en Estados Unidos, cuyas carreras se basaron en tratar de asegurar que 1918 nunca volvería a suceder”, comentó. “Sin embargo, a la mayoría de ellos se les cortó el presupuesto o no se les tomó en serio. Y, bueno, aquí estamos”.
“Hay ansiedad, pero también resistencia”, continuó. “En nuestras reuniones de personal, la gente hace preguntas tales como: ‘¿Cómo puedo llegar a los pacientes más rápido? ¿Qué puedo hacer para involucrarme?’. Eso es genial ¿cierto?”.
En un momento de tanta tensión, es difícil encontrar el lado positivo, pero McGarry cree que podría haber uno. “Tal vez ahora salgamos de esto unidos, y prioricemos la salud pública y el sistema sanitario tal como deberíamos. Espero que así sea”.
