Qué les dice la gente en la calle?
Gabriel: “¡Bol…! ¡Gordo!” “¡El pelado que labura con vos se parece a Ronnie Arias!”. (carcajadas). O el adjetivo más común: “¡Capo!”.
Sebastián: ¡Eso es porque no saben tu nombre! (más risas). Ah, a mí los más finos me dicen “calvo”. No sé por qué...
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Y sí. Da la sensación de que sus carcajadas no van a terminar nunca. Digamos entonces que estos dos personajes, que ya se instalaron como las caras visibles de uno de los programas de culto de la tevé argentina, no paran de reírse de sí mismos. Pero cuidado, porque en un segundo se visten de ácidos y no hay quién los pare. Ahí es cuando conductores, políticos, cantantes, actores y actrices, modelos, y todos aquellos que desfilan por la tele, deben empezar a temblar. Sebastián Wainraich (33) y Gabriel Schultz (41) confiesan que se divierten con sus papeles de villanos. Pero juran que todo lo hacen con buenas intenciones. ¿Alguien puede creerles?
–¿Sienten que cada programa que pasa van cosechando más y más enemigos?
Gabriel: Y… hoy nadie se banca una crítica. Digamos que a los famosos, al principio mucho no les gusta que hablemos de ellos. Pero después, cuando se dan cuenta de que tenemos razón, por lo general nos dicen que está todo bien. Claro que si alguien se convierte en enemigo por algo que mostramos en TVR, quiere decir que nunca fue amigo nuestro. Lo que más me preocupa es que se enojen los amigos, algo que por ahora nunca pasó.
Sebastián: ¡Ya te va a pasar, nene! ¡Ya te va a pasar! (pone voz de abuela buena). Si la gente es inteligente, se busca un enemigo mejor, con más altura… Lo digo porque él no es muy alto que digamos. Más bien petiso, diría yo. ¿No?
–¿Sienten que ante el mínimo error todos se acuerdan de ustedes?
Gabriel: Gracias, gracias, muchas gracias a todos los que se autoincluyen en TVR. ¡De esa manera nos hacen más fácil el laburo!
Sebastián: Algunos anticipan que van a estar porque quieren estar. Y se da una especie de jueguito divertido.
–¿Quiénes fueron los que más se enojaron con ustedes?
Sebastián: Los más susceptibles, sin duda, son los políticos. Pero no les dura mucho, porque no quieren estar mal con nadie de la tele. Saben que no les conviene.
–¿Se animan a dar nombres?
Sebastián: El diputado Jorge Enríquez (ex macrista, hoy con Juntos por Buenos Aires, su propio partido), se enojó cuando pusimos contradicciones suyas tremendas. Nos llamó y nos dijo que lo habíamos sacado de contexto, cuando en realidad se veía que no era así. Otro de los que se “cabreó” bastante fue Mauricio Macri…
–¿Y algunos políticos o famosos los llamaron por teléfono para que pasen alguna imagen de ellos?
Gabriel: Por ahí te llama un compañero o un productor para decirte: “No sabés la que se mandó éste”. Pero más que nada es para jugarle una broma, porque al otro le había dado vergüenza.
–¿Y ustedes, los críticos de la televisión, qué miran?
Sebastián: Es difícil seguir un programa, porque no sabés a qué hora, qué día está, si lo levantaron o no… Por eso yo miro series. Por ahí, si hay un partido me engancho, pero por lo general pongo un DVD.
Gabriel: Pienso igual que Seba. Casi no miro televisión de aire, porque cuando quiero ver algo no sé a la hora que empieza. Y odio ser rehén de los canales. Lo único que trato de ver es a Diego Capusotto los lunes.
–¿Por qué creen que en los últimos meses casi todos los programas repiten y repiten lo que pasa en Gran Hermano y en ShowMatch?
Gabriel: Por la falta de ideas que hay en el medio. Es más fácil repetir lo que pasa en los dos programas con más rating que ponerse a pensar en algo nuevo.
–¿Y ustedes qué opinan de Gran Hermano?
Sebastián: A mí me angustia un poco. El de desconocidos no lo veía, y éste, el de los mamarrachos casi famosos, sólo lo puse el primer día. Verlos encerrados me ahoga.
–¿Y lo que hace Tinelli les gusta?
Gabriel: Me aburre mucho la parte del jurado. Dicen: “Yo tengo una gran trayectoria, que vi bailar a fulanito de tal, te pongo un 8”. ¿A quién le importa la trayectoria de ese jurado? Ahí es cuando cambio de canal. Lo malo es que los otros programas les dan mucha importancia a esas peleas ridículos y no al baile en sí, que no está nada mal…
–Tampoco podemos pretender que todos los programas traten temas serios. Hoy la gente, por sobre todas las cosas, quiere divertirse.
Sebastián: Claro. La gente, cuando llega a su casa, no quiere ver el problema de la crisis energética; prefiere mirar la anatomía de Rocío Guirao Diaz.
Gabriel: Ojo, que si los cinco canales hablaran de la crisis energética, el público apagaría la tele y se ahorraría mucha energía. No estaría mal…
–Nina Pelozzo habló de teorías conspirativas orquestadas desde el Gobierno cuando quedó eliminada de Bailando por un sueño.
Gabriel: La verdad es que Nina tendría que hacerse ver... Porque si se cree tan importante como para que el Gobierno llame a un programa para sacarla, tiene la autoestima muy alta.
–Frente al enorme rating de Gran Hermano y Bailando…, algún que otro crítico aseguró que eso le convenía al Gobierno para “tapar” cosas que estaban pasando en el terreno político. ¿Ustedes lo sienten así?
Sebastián: Para nada. Creo que si no estuvieran Gran Hermano y Tinelli, en ese lugar habría otra cosa. Es difícil saber, pero por algo la gente elige ver esos programas.
–Ahora está de moda el strip dance. ¿Qué opinan?
Sebastián: Lo vimos recién, a la tarde, cuando repasábamos los informes. Y hay que admitir que se ven lindos lomos…
Gabriel: Yo vi sólo diez minutos y encontré varias cosas que me excitaron…
–¿Florencia de la V puede seducir?
Sebastián: Seguramente va a excitar a más de uno. Además, si Gabriel y yo estamos en pareja, es porque todo el mundo puede seducir a alguien.
–¿Qué le falta y qué le sobra a la tele?
Gabriel: Falta tranquilidad en las gerencias de los programas. A veces, con el tema de los horarios y los ratings –ni qué hablar del famoso minuto a minuto–, todo se vuelve una locura.
Sebastián: Perdón, pero a mí me parece que le sobran lolas, pero le faltan ideas. He dicho.
Están al frente de TVR pero dicen que no se la creen: “La fama es algo que llega por estar en un canal con tanto rating. Igual, en la calle nos gritan ¡‘Capo’!, porque... ¡no saben ni nuestros nombres!”, bromean.
Gabriel Schutlz: Mide 1,77; pesa 100 kilos; ojos marrones; cabello negro; hincha de Argentinos Juniors. Además conduce Basta de todo, en radio Metro –lunes a viernes de 14 a 18–. Estudió periodismo en TEA, vive en Olivos, está casado con Karina y tiene dos hijos: Brenda (9) y Alan (6). Autor de Máximas de un hombre cualquiera, escucha a Queen, Kiss, Divididos y Los Piojos. Sebastián Wainrach: Mide 1,70; pesa 72 kilos; ojos celestes; sin cabello; hincha de Atlanta. Todas las tardes, conduce Metro y medio en la misma emisora (95.1). También trabaja como actor en la obra Cómico Stand Up 3. Fracasó en todos los estudios que encaró, vive en Villa Crespo, está en pareja con Dalia, y el 7 de agosto nacerá Kiara, su primera hija. Autor de Estoy cansado de mí y otros cuentos, acaba de firmar contrato con Editorial Sudamericana para publicar otro libro. Fan de Charly García y Fito Páez.
“No miramos televisión de aire, porque nunca sabés a qué hora van a ir los programas. Los cambian todos los días, y la verdad, odiamos ser rehenes de los canales”.