El diario La Nación es uno de los más antiguos e importantes del país y, por esas razones, era más que justificable que tuviera una cronista en Ucrania, país que fue sitiado por Rusia en las últimas semanas. Desgraciadamente, esa cobertura se vio interrumpida porque tuvo que salir evacuada de Kiev, la capital ucraniana, y huir rumbo a Moldavia.
"El éxodo bíblico de miles de personas hacia el oeste continúa y en las estaciones de servicio se ven colas kilométricas de personas intentando cargar nafta, un bien cada vez más escaso", escribió en una nota publicada en el medio en el que trabaja.
"Tomamos la decisión de salir de Kiev al degenerar, con el pasar de las horas, la situación, cada vez más caótica e impredecible. Y al no darse más las mínimas condiciones de seguridad para trabajar que hizo que otras decenas de corresponsales de guerra decidieran evacuar ya hace días. Al volverse evidente que, más allá de las negociaciones en curso entre las dos partes, ya no hay vuelta atrás", dijo.
Además, añadió: "Que las cartas están echadas y que, antes o después Vladimir Putin, arrinconado, aislado del mundo y cada vez más enfurecido por la resistencia de Ucrania a su diktat de que vuelva a ser un país vasallo de la 'Gran Madre Rusia', jugará al todo o nada".
Al respecto de la salida de la capital ucraniana, dijo que fue entre barricadas y Kalashnikovs, un fúsil de asalto ruso: "Las últimas imágenes de Kiev que me llevo son los de una capital vacía, totalmente militarizada, llena de checkpoints, barricadas en las que soldados, civiles con cinta amarilla en el brazo, fuerzas especiales, controlaban a todos. 'Pasaporte, acreditación, por favor'".
"Una Kiev nevada no asustada, sino orgullosa, preparada para el asalto. Se ven blindados ya apostados, grúas que siguen colocando enormes bloques de cemento, columnas, bolsas de arena, montañas de tierra, lo que se encuentre a mano, para frenar al enemigo".