El relato de una enfermera argentina que lucha contra el Covid-19 en primera línea: “No me paraliza el miedo a contagiarme” – GENTE Online
 

El relato de una enfermera argentina que lucha contra el Covid-19 en primera línea: “No me paraliza el miedo a contagiarme”

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Su nombre es Karina Paola Castro, tiene 40 años y hace doce que ejerce la profesión. Madre soltera de dos hijos, en su historia se resume la de muchos trabajadores de la salud que tienen más de un empleo para llegar a fin de mes.

Karina en la enfermería del Hospital Rivadavia donde trabaja desde hace 12 años.

Hace 12 años que trabajo como enfermera en dos lugares: el Hospital Rivadavia donde cumplo siete horas de lunes a viernes, y algunas veces en el Sanatorio Julio Méndez donde cumplo un horario de 12 horas pero en el turno noche. Como soy madre soltera y tengo dos hijos: Tobías (17) y Tiziana (14); un sueldo no alcanza para vivir y pagar todas las cuentas. Nuestros aportes rondan los 35 mil pesos y figuramos, para ahorrarse unos pesos, como empleados administrativos. Nuestro país hoy cuenta con 3,8 enfermeros cada 10.000 habitantes, una de las tasas más bajas de la región. Y en épocas de una pandemia como la que estamos viviendo, tenemos trabajo de sobra. Varias veces por semana cumplo mi horario en el hospital y luego ingreso a la clínica. A veces trabajo 24 horas corridas pero no me quejo: es un momento en el que el país necesita que estemos al frente.

Junto a dos compañeras del Sanatorio Julio Méndez donde cumple un horario de 12 horas pero en el turno noche.

Según datos del Sistema de Información Sanitario Argentino (SISA), en la actualidad somos 179.175 las personas matriculadas en el campo de la enfermería. Y para muchas personas, hoy somos héroes. Algo impensado, que nos llena de orgullo, que nos emociona. Ver ayer a miles de argentinos aplaudiendo a las nueve de la noche desde los balcones o desde la puerta de sus casas, en agradecimiento al esfuerzo que estamos haciendo, me hizo llorar hasta las lágrimas. Porque el COVID-19, la enfermedad infecciosa que provoca el coronavirus, nos cambió la vida a todos.

Karina junto a sus dos hijos: Tobías (17) y Tiziana (14) . Como viven con mamá enfermera, para ellos la cuarentena, por seguridad de los vecinos, es total.

A la gente, porque tiene que hacer esta cuarentena obligatoria y a nosotros, a los que trabajamos en salud, también. Estamos en la línea de fuego, al frente de la batalla, y todos los días estamos expuestos. Porque si bien es verdad que contamos con todo el material para no contagiarnos, hay muchas cosas que no sabemos y que estamos aprendiendo de este nuevo virus. En el hospital en el que estoy trabajando por ejemplo, se unificaron todos los servicios porque se vaciaron pisos y pabellones para recibir a los pacientes que entren con Coronavirus. Hoy contamos con cuatro personas internadas, pero sabemos que cuando pasen los días van a ser muchas más. Y para eso nos estamos preparando. Llegamos a nuestro trabajo, nos lavamos las manos y nos ponemos el uniforme que incluye: la ropa de enfermero, los guantes, el camisolín, cubre zapatos, barbijo, antiparras, una cofia para el pelo y un impermeable.

"Existe un protocolo para ponerte y sacarte la ropa así no contamina", confiesa karina.

Existe un protocolo para ponerse y sacarte la ropa sin que se contamine. Muchas de las cosas que utilizas durante el día, más si te toca estar en contacto con gente que está enferma de coronavirus, hay que tirarlas a la basura. Otras, como las antiparras o los barbijos N95 –estos te sirven 30 días-, se mandan a esterilizar y pueden ser usados nuevamente. Pero el riesgo de contagiarnos es altísimo. Sabemos de colegas que están en hospitales en Italia, en España o en los Estados Unidos que se agarraron la enfermedad y que en algunos casos, hasta perdieron la vida. Cuando crece la cantidad de pacientes, todo es altamente contaminante y hasta se recomienda que no llevemos los teléfonos celulares porque el virus también se puede alojar ahí.

Una de las primeras cosas que hace cuando llega a su casa es poner la ropa en lavandina y entrar directo a la ducha. "Así se puede evitar muchos contagios", confiesa.

Por eso cuando llego a casa, aunque tengo ganas de saludar y abrazar a mis hijos, lo primero que hago es dejar los zapatos en la puerta y me voy directo al baño. Ahí me pego una ducha y pongo la ropa en remojo en lavandina porque el virus puede quedar impregnado en la vestimenta. Me cambio y recién en ese momento saludo a mi familia. Y tenemos este doble sentimiento: por un lago, el cariño de todos por el trabajo que hago todos los días. “Mandale un beso y un abrazo a tu mamá, una ídola”, le dicen a mis hijos. Pero tampoco se pueden mover de casa ni ir a visitar a ningún amigo porque el riesgo es altísimo. Todos los días tengo miedo a contagiarme pero eso no me paraliza: me siento orgullosa de ser una enfermera argentina. Es la profesión que elegí y para la que me preparé. La manera que tenés de apoyarme es con ese aplauso espontáneo y lo más importante: quedándote en casa.

Por: Karina Paola Castro

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