Laura Palomino es directora del ballet folclórico Sunkku Gaucho que estuvo dos meses y medio aislado en la ciudad de Shenzhen, China, a raíz del intenso brote del coronavirus.
En China son casi las 2 de la mañana, Laura Palomino (36), directora de Sunkku Gaucho. Los integrantes llegaron a Shenzhen, cerca de Pekín, en diciembre. Los habían contratado para bailar en Window of the World -un parque temático que muestra las diferentes culturas del mundo- y presentar danzas típicas de Argentina. El ballet -en castellano, Corazón gaucho- acaba de hacer su primer show luego de estar 76 días de estar aislados y sin poder actuar. Ella se está preparando para dormir, mientras en este lado del mundo nos preparamos para almorzar. Los miles de kilómetros que separan ambos países hacen que todo sea distinto entre una vida y la otra. Sin embargo, por estos días hay un punto común: el coronavirus.
-¿Cómo fue que Sunkku Gaucho terminó en China?
-Con mi hermano Martín y mi cuñada Eugenia Sueldo somos bailarines de toda la vida y ya habíamos viajado al exterior a mostrar nuestro folclore. Creamos Sunkku Gaucho, con bailarines del interior del país, para poder llevar adelante el sueño de profesionalizarnos y vivir de la danza. Presentamos un video y ganamos un contrato para trabajar en China, Eugenia y Martin se quedaron en Salliqueló (Bs. As.) formando nuevos bailarines y yo me vine para China con la compañía.
-¿Cuándo recibieron la noticia del Coronavirus?
-Llegamos a China el 29 de diciembre y el 1 de enero comenzamos a trabajar, el 25 nos avisaron -mediante nuestra traductora- que el parque cerraría sus puertas (en principio, decían que sería sólo por 10 días), que no volveríamos hacer los shows, que debíamos utilizar barbijos cuando estuviéramos en lugares con muchas personas y que sólo podíamos salir de nuestras casas para realizar compras. No sabíamos qué pasaba, ni porque el lugar debía cerrar. Pero empezaron a llegar noticias de que un virus altamente contagioso empezaba a brotar, no sabíamos desde cuándo ni tampoco que tipo de síntomas daba.
-¿Cómo era la vida ahí?
-En las calles notábamos que los mercados estaban casi vacíos, las personas compraban en cantidad y la comida empezaba a escasear, nos asustamos. Luego se extendió el aislamiento y ya no podíamos salir ni a realizar las compras, solo podíamos pedir por Internet y esperar a alguien que dejara la comida en la entrada del barrio cerrado donde vivimos. Tampoco podíamos estar juntos, porque no se permitían reuniones de más de tres personas. Para mayor control nos hicieron bajar al teléfono una aplicación en la que debíamos registrarnos con una serie de preguntas. Esta decía dónde nos alojábamos y ellos se fijaban si estábamos cumpliendo con el aislamiento: dos veces al día nos sonaba una alarma y debíamos mandar la ubicación. El 10 de febrero nos comunicaron que debíamos seguir aislados durante 12 días porque China atravesaba el pico más alto de contagios en el país y por tal motivo debíamos permanecer dentro de los departamentos sin poder salir siquiera a nuestros patios, esto empeoró el estado anímico de todos. Ya no sabíamos cómo transmitir tranquilidad a nuestras familias. Nos costó entender que debíamos respetar las reglas del gobierno chino y quedarnos encerrados. Pero, al mismo tiempo, sabíamos que era lo mejor y desde la ventana podíamos ver como todos los días volaban drones con cámaras vigilando que se cumpliera el aislamiento obligatorio. Fue muy estresante y angustiante.
-¿Qué información les llegaba de Argentina?
-La información que comenzaba a llegarnos desde Argentina empezaba a desesperarnos, por lo que decidimos pedirle muy amablemente a los familiares que dejarán de asustarnos más ya que era muy difícil la situación y no podíamos tomarnos un avión y volver a nuestras casas ya que si se hacía eso se corría mucho más peligro de contagio y de contagiar a alguien más.
-¿Cómo hicieron para sobrevivir durante tantos días aislados?
-Personalmente, el encierro y tener la responsabilidad de siete personas asustadas a cargo fue muy duro para mí. Jugábamos a las cartas, hablábamos con nuestras familias, mirábamos series y películas, y leíamos. El sueño se nos había cambiado: comíamos en horarios que no son habituales y había momentos en los que nos enojábamos mucho y nos queríamos ir a nuestras casas. Tras 60 días de encierro, el 24 de marzo pudimos salir nuevamente a la calle para comprar nuestros alimentos, siguiendo una serie de protocolos que aún se mantienen: debemos usar barbijos siempre que estamos en el exterior, se nos toma la temperatura corporal antes de entrar a un lugar y al salir, y tenemos horarios restringidos para poder salir.
-Hubo rebrote de Covid-19 en China, ¿Qué medidas tomaron?
-Hace unas dos semanas comenzó a surgir un nuevo brote de coronavirus entre personas que estaban siendo repatriadas o extranjeros que ingresaban trayendo el virus desde el exterior nuevamente. El gobierno chino pudo detectarlo con mucha inmediatez y al notar que en una semana los casos aumentaban dos cifras diarias, decidieron cerrar las fronteras de China y no darán visas hasta dentro de tres meses. A quienes estamos acá, no se nos permite acudir a lugares donde puedan existir casos sospechosos. El 4 de abril en toda China se decretó día de duelo nacional.
-¿Qué sensación tuvieron cuando pudieron volver a subirse al escenario?
-Acá todo fue muy gradual, volvimos a ensayar los primeros días de abril, y el sábado 11 presentamos nuevamente nuestro show. Por ahora sólo podemos bailar en los escenarios que se encuentran al aire libre y dentro del parque. Fue hermoso volver a bailar. Sin embargo, no nos permiten interactuar con el público, ni sacarnos fotos con ellos, y una vez que terminamos el trabajo debemos volver a nuestros departamentos. Espero que en Argentina sea más leve que lo que sucedió acá, creo que el presidente está tomando buenas medidas. Le ruego a Dios que la gente se quede en sus casas, que esperen todo lo que puedan y se ayuden entre todos. Mientras tanto, acá la compañía seguirá bailando, cumpliendo con el contrato y las metas que proyectamos desde siempre. Está será una experiencia más que nos hará valorar y ser más fuertes.