Las consecuencias de la cuarentena extendida, que se vivió en muchos países durante el 2020, continúan apareciendo y, nuevamente, los niños son los más perjudicados por el aislamiento que los mantuvo alejados de la escuela durante el año pasado.
El estudio “Progresión de la miopía en niños durante el confinamiento por COVID-19”, de la revista científica The Lancet, buscó determinar la progresión de esta discapacidad visual en los menores durante la pandemia.
La investigación, que todavía está en curso, llegó a la conclusión de que la falta de vida al aire libre causada por el confinamiento tuvo su efecto en los niños con miopía.
Según el estudio, la progresión de este trastorno en los chicos se aceleró alrededor de un 40% durante 2020.
“Hubo una diferencia de alrededor de -0,40 dioptrías entre 2018 y 2019 y una de -0,60 entre 2019 y 2020 –detalló Carolina Picotti, especialista del Centro Médico Lisandro de la Torre, de Villa María, Córdoba, y primera autora del estudio, que incluyó a 115 chicos de 5 a 18 años que asisten a controles regulares en Santa Fe, Tucumán, Chubut, Neuquén, Córdoba y Buenos Aires–. Esto nos permite evidenciar lo que sospechábamos, que la progresión de la miopía está condicionada por factores ambientales, algo que se está estudiando mucho en los últimos años”.
Estas condiciones se vieron potenciadas durante los encierros prolongados y obligatorios que las familias experimentaron el año pasado por la pandemia.
¿Qué es la miopía?
La miopía se define como un alargamiento del ojo, que necesita corrección para ver de lejos. Ahora se sabe que crece más de lo debido cuando está muy estimulado por recibir poca luz solar y por mucha lectura.
Para los especialistas es imprescindible que los pediatras estén al tanto de estas investigaciones, para que puedan derivar rápidamente a los chicos al oculista y que se los ponga en tratamiento.
“En la miopía infantil, el ojo crece más de la cuenta y puede poner en peligro la visión. Uno la neutraliza con anteojos, pero esa retina que se está estirando un día puede desprenderse, otro hace una atrofia y eso con los anteojos no se cura”, advirtió María Martha Galán, ex jefa de Oftalmología del Hospital de Niños de La Plata y coordinadora del grupo de estudio de la miopía infantil de la Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil, en el diario La Nación.
Si bien no se puede revertir, sí es posible retrasar su aparición o disminuir su progresión. “Cuando un chico tiene determinadas características y vemos ciertas señales en el examen de ingreso al colegio, sabemos hasta con tres años de anticipación que va a ser miope, explicó Galán y añadió: “Lo primero que hay que hacer es modificarle los hábitos: tiene que estar mucho al aire libre y disminuirle en lo posible el trabajo de cerca; por ejemplo, viendo la posibilidad de estudio en grupo, para que vaya alternando con otros el tiempo de lectura”.
Los oftalmólogos tienen tres métodos para retardar la progresión: lentes habituales, pero con diferente aumento en el centro y en la periferia (si enfocan el punto central de la retina, pero todo el resto está desenfocado, estimulan el crecimiento del ojo), lentes de contacto rígidas que se usan durante la noche o gotitas de atropina.
Durante el día, “los chicos tienen que salir a la plaza, al patio, a la terraza o al balcón; cualquiera de esas alternativas es mejor que quedarse adentro a leer", apuntó Galán. La especialista destacó un experimento que hicieron en los Estados Unidos, donde dividieron las escuelas de una ciudad en dos grupos: las que tenían los recreos de siempre y las que ofrecían 30 minutos más de actividades al aire libre. Los resultados arrojaron que de 1º a 8º año, las segundas tuvieron la mitad de miopes comparadas con las primeras.