La pobreza en el país escaló durante el primer semestre del año al 40,1 %, su nivel más alto en tres años, en un escenario de creciente inflación que pulveriza los ingresos y que ha empeorado en los últimos meses. La indigencia trepó al 9,3% y el 56,2% de los chicos son pobres. Los datos fueron informados este miércoles por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
La medición tiene en cuenta el nivel de vida en los 31 centros urbanos más poblados del país, lo que abarca a 29,2 millones de personas, pero, si se proyectaran los índices al total de la población argentina, de unos 46 millones de habitantes, se calcula que hay 18,4 millones de pobres y casi 4,3 millones de indigentes.
Estos números revelan una impactante realidad: en apenas un año 1,65 millones de personas cayeron bajo la línea de la pobreza y unas 230.000 se sumaron al grupo de los indigentes. Pero el dato más duro indica que casi 6 de cada 10 niños de hasta 14 años es pobre y el 13,6 % ni siquiera puede satisfacer sus necesidades básicas de alimentación.
Para los grupos de 15 a 29 años, le pobreza es de 46,8%, y de 30 a 64 años es de 35,4%. En la población de 65 años y más, el 13,2% se ubicó bajo la línea de pobreza. Según el Indec, el ingreso promedio de los hogares pobres es de 124.071 pesos.
Las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en las regiones Noreste (NEA), 42,0%; y GBA, 41,4%. Las menores, por su parte, se registraron en las regiones Patagonia, 33,2%; y Pampeana, 36,8%.
Pero hay que tener en cuenta que la medición se hizo antes de la devaluación implementada por el Gobierno a mediados de agosto, por lo que esos datos deberían haber empeorado en el tercer trimestre.
La inflación que el oficialismo no logra frenar
El aumento de la pobreza coincidió con una fuerte aceleración de la inflación, que en la primera mitad del año acumuló un alza del 50,7 %, con un fuerte impacto en el costo de la cesta básica de alimentos y servicios, cuyo valor marca la línea de la pobreza.
De hecho, el aumento fue superior al del índice general de precios: el alza en el valor de la cesta de alimentos y servicios fue del 52,4 % en el primer semestre y el incremento en el precio de la canasta alimentaria -que marca la línea de la indigencia- fue del 55,1 %.
A la par de este salto inflacionario, la economía cayó en el primer semestre 1,9 %, mientras que el desempleo bajó al 6,2 % en el segundo trimestre de este año, pero sin generación de trabajo formal asalariado y con un alto componente de empleo informa y por cuenta propia.
En estos dos últimos grupos los ingresos son menores y pierden claramente la carrera contra la inflación, empujando a la pobreza a miles de personas, incluso a aquellos con un trabajo. Según datos oficiales, los salarios crecieron el primer semestre 47,3 % en el sector privado registrado y 41 % en el sector privado informal, con una pérdida sustancial del poder de compra.
La devaluación del 22 % operada en el tipo de cambio oficial un día después de las primarias presidenciales del 13 de agosto se tradujo en un súbito salto inflacionario del 12,4 % contra julio y del 124,4 % en términos interanuales.
Pero el salto en el valor de la canasta básica alimentaria fue en agosto abrumador -17 % frente a julio y 94,4 % interanual-, haciendo prever un duro empeoramiento de los indicadores sociales para la segunda mitad del año.
El ministro de Economía, Sergio Massa, y candidato del oficialismo para las presidenciales del próximo 22 de octubre, ha tomado en las últimas semanas varias medidas que buscan paliar la fuerte pérdida de ingresos de los hogares, pero sus efectos son aún desconocidos. En septiembre, la inflación muestra signos de desaceleración, pero a tasas aún muy elevadas.
En este escenario, y con pronósticos para los próximos meses de una inflación que permanecerá muy elevada y de una economía en contracción, consultores privados proyectan tasas de pobreza cercanas al 42 % para finales de este año.