Tras internarse por chequeos, según informaron desde el entorno del Diez, le detectaron un hematoma subdural, por el que fue intervenido quirúrgicamente. La cirugía terminó cerca de las 23 horas.
Discutió con Matías Morla, su amigo y apoderado, y amenazó con no ir a hacerse revisar en ningún lugar. Y su abogado le pidió por teléfono a Leopoldo Luque, el médico de Maradona: "Aunque Diego no quiera, lo subís a un auto y lo llevás".
Así fue cómo el técnico de Gimnasia y Esgrima dejó caminando su casa de Brandsen rumbo al sanatorio Ipensa, de la ciudad de La Plata. Aunque se sentía bien, la alarma se le había encendido al grupo que rodea al ex futbolista porque los últimos días no tenía ninguna voluntad de comer.
"Fue un bajón anímico que afectó su alimentación", aclaró pronto su médico. "Diego no entró de urgencia. No es que esté crítico ni nada por el estilo. Se encuentra mejor que ayer", remarcó Luque: "Está anémico y deshidratado. Hay que corregirle eso y que siga mejorando. La idea es mejorar todo lo que se pueda. Necesitamos más tiempo", añadió.
A la salida del Sanatorio Olivos, adonde había sido derivado, Donato Villani, jefe del Departamento Médico de la Asociación del Fútbol Argentino, manifestó: "Me voy contento. Lo vi bien a Diego. Lo que sucede es que le están haciendo estudios y apareciendo ciertas cosas... En las próximas horas creo que va a haber un diagnóstico más fino. Lo están estudiando".
Todo indicaba que aquello que inició como un cuadro de anemia, deshidratación y hasta depresión, tras una reciente tomografía reveló un hematoma subdural –léase en la cabeza–, por lo que esta misma noche Diego debió ser intervenido quirúrgicamente.
Pasadas las once de la noche, un allegado al Diez le dio la buena nueva a GENTE: "Terminó la operación de Diego. Todo fue un éxito y se dio tal cual estaba previsto. Él se encuentra en su habitación", anticipó aliviado.