–No nos hizo reír.
–¿Cómo?
–Que en la película Las corredoras usted no nos hizo reír…
–Jajaja, me gusta eso.
Diego Esteban Capusotto (62) toma al vuelo el comentario del periodista de GENTE y hasta disfruta su percepción: acabamos de asistir a la función privada del nuevo filme de Néstor Montalbano que tiene al actor como protagonista junto a Carola Reyna y Alejandra Flechner y Alejandro Müller, y llega el tiempo de análisis. Un análisis que continúa con su explicación de por qué le gustó “eso”.
–Como suelo hacer comedia, está bueno para un actor escuchar algo así. Porque lo que espera un actor es que se vea su persona, se lo descubra. Me alegra lo que te pasó porque la idea no era que mis personajes hicieran reír ni mucho menos, si no que fueron parte del asunto que contaban. Ojalá a quienes vean la película les pase lo mismo, porque la misma no tiene un recorrido en la comedia, como sucedió en las otras que compartí con Néstor y en algunas escenas anclaban en la risa o el disparate. Acá hay algo más oscuro, un triángulo amoroso, una tragedia, y los personajes van en esa sintonía. Es algo que estuvo desde siempre en la cabeza de Néstor y Marcela Potente, sus creadores. De entrada, la historia era así y no había nada que girara a la comedia ni siquiera para suavizar el relato o agregar un matiz.
–¿Usted primero es actor y luego humorista?
–No, yo soy humorista en la vida. Para mí el humor precede a ponerte una peluca. Siempre lo tuve. Lo que pasa es que a mí me gusta actuar y no ando buscando personajes que precisamente sean cómicos. Inclusive te diría que no sé si por fuera me pongo a hacer humor con cualquiera, si no es con (Pedro) Saborido o en este caso, Montalbano. Entonces prefiero incursionar por otros temperamentos. Y fundamentalmente necesito una idea que me active o…
–¿O?
–O estar muerto de hambre, idea que obturaría cualquier relato teórico, claro (sonríe por primera vez).
–¿De qué género es Las corredoras?
–Para mí es una película en la que convergen un montón de géneros que atravesaron a Néstor Montalbano como espectador de cine y como estudiante y director. Hay como una mezcla, distintos elementos en cuanto al lenguaje, que va desde el melodrama hasta en un momento surge como un policial de suspenso con cosas para resolver a partir de un crimen. Cuando aparece un muerto, o lo derivás para la comedia o para la tragedia, que es este caso, pero siempre desde una gravedad emotiva. Es decir que los personajes sufren, ocultan, no se divierten. El filme Las corredoras tampoco guarda esa finalidad. Aunque sí busca entretener.
–Divertir no es lo mismo que entretener, ¿cierto?
–Tal cual. Y ése es otro elemento fundamental para Néstor: acudir a un relato que no sea tan encriptado o se vuelva difuso. Acá, si bien convergen un montón de géneros, hay una cosa más clásica: una referencia a una escena de Hitchcock, alguna que te huele a Almodóvar, al viejo cine argentino, en las modalidades, en que los personajes te desafían… Hablamos de una película que transcurre en 1959, donde hay que ubicar la época, con algunos giros, guiños inesperados que siempre tiene Néstor, porque claro que va a haber algo actual que no cuaja y fue puesto a propósito. Quizá hay alguna frase de algún personaje que le da ese matiz. Y sería lo más cercano al humor, sobre lo que me preguntabas. Pero siempre, desde la concepción de Montalbano, intentando lograr un lugar de atención del público.
–¿Capusotto es el actor fetiche de Néstor Montalbano, o Néstor Montalbano el director fetiche de Diego?
–Es el director con el que más actué. Cuatro películas y un cortometraje. La que nos reunió fue Soy tu aventura (2003: luego siguieron Pájaros volando y Chasqui -en 2010-, Soledad y Larguirucho -2012- y No llores por mí, Inglaterra -2018-) y su manera grotesca de contar historias, que también nos unió con Pipo Luque y con Luis Aguilé, un referente que nosotros también teníamos en Todo por dos pesos ya que solíamos pasar sus canciones. Y eso se repitió. Pero no sé lo de fetiche: cada vez que Néstor piensa un proyecto sabe hacia dónde quiere ir con cada personaje. Porque también ha hecho películas para las cuales ni me convocó. Así que puede ser que mañana él tenga otro proyecto y no me llame, pero también que arme uno en el que yo vuelva a ser afín.
“La actuación me ha hecho superar los estados de angustia”
–Hablamos de géneros, pero no apareció la palabra “amor”…
–Es cierto. Pero...
–¿Pero?
–Como lo mencionamos, se trata de un melodrama con sus matices, que tiene algo policial y hasta alguna escena que puede ubicarse en el terror, pero la película es una historia de amor a partir de un triángulo amoroso
Tiempo, entonces, para consultarle al intérprete bonaerense nacido un 21 de septiembre de 1961 en el partido de Morón, sobre el amor y sus caminos. Pronto recordamos que alguna vez le dijo a GENTE que “el humor es el mejor medio para negociar con la realidad”. Pié para preguntarle ahora: ¿Qué es el amor, según usted?
–Algo que se necesita y cuando no se necesita aparece (sonríe otras vez). Hay un amor, que es inquebrantable, por algunas cosas que han sido apropiadas y forman parte de cierta colección que uno atesora. Hablo de algunos elementos vitales para que uno sea feliz.
–¿Cuáles serían, en su caso?
–Comer, beber, rituales como juntarme con amigos, jugar al fútbol. Que si tienen conflicto tampoco son como para que uno termine con esa relación. Entonces hay ahí un amor que es lo que está elegido, con lo que uno marcha, algo que no necesariamente es el amor que uno entiende como el amor correspondido o amor de pareja, que a veces tiene que ver con otra cosa y muchas veces tiene que ver con que a vos te miren con lindos ojos y nada más, ya te sentís completo. Pero el amor es tres o cuatro cosas.
–¿María Laura, su esposa, que clase de amor es para usted?
–Es lo elegido entre dos deseos, dos voluntades. Un amor innegociable desde hace treinta años: Lo que uno realmente necesita presente en su vida. Y lógico, también están amores del mismo estilo como los de mis hijas Eva y Elizabeth. Yo tengo amor de familia, olvidate. Y ese amor de familia tiene un componente de pertenencia de los cuatro que hasta va más allá del amor. Nos amamos y estamos atentos a ese amor, es como el amor más genuino, más generoso, más incondicional.
–¿Y qué sería entonces la actuación para usted? ¿Otra clase de amor o no?
–Sí, seguro. Porque la actuación me ha hecho superar los estados de angustia. La idea de la muerte puede ser superada, no porque soy actor, sino porque hice todo lo que hice. Los estados de angustia sólo pueden ser combatidos por algo que ha sido elegido y rebota en uno con la frase: “Estoy hecho”. En síntesis, el amor es el amor de pareja, los hijos, los amigos, los rituales y en mi caso el relacionado a la actuación, que también es un trabajo en solitario. Todos esos amores te ayudan, pero en la actuación hay algo de una creación personal solitaria a la que no están convocados los otros amores.
–Háblenos, por favor, de ese amor por los personajes y programas que creó, crea y creará…
–Son personajes que creamos para instalar un lenguaje que a nosotros nos resulta más liberador y entusiasta y nos hace sentir que hemos hecho algo en la vida. Es un amor que te da el pasaje derecho a otros placeres: aquellos rituales que te mencioné son mejores cuando uno ha completado algo propio para presentarse ante los demás y generar todo ese afecto que además es devuelto. Eso de que uno puede morir, pero sus personajes no, que estás dejando algo como medio inmortal, también colabora.
–¿Inmortal?
–Cuando empecé, no recibía, como ahora, tanto amor de la gente. Hacía personajes con un recorrido más limitado, porque actuaba en teatro y en lugares más específicos. Sin embargo, la televisión me ha hecho incursionar en distintos sectores sociales y lugares del país donde se vive de manera diferente. Entonces hay un afecto ahí que no necesariamente se relaciona a un vínculo de acuerdo, de hábitat ni de nada con vos. Y aparece algo interesante que son los personajes que se desprenden de uno y lograr una devolución de afecto que no está nada mal. Lo mismo puede dar un músico o un jugador de fútbol. La diferencia con un jugador de fútbol es que está jugando contra otro, entonces hay un resultado que dirime ahí.
–Usted no juega contra nadie.
–Exacto. Llevás a cabo una voluntad, un deseo que en algunos se convierte en eso que hablamos, el amor. A veces viene un tipo o una mina y te manda que le hiciste ver algo necesita ver, como modo de operar también frente a la realidad, su angustia, su mundo. Sí, a veces te dicen que necesitaban ver lo que les mostraste, los ayudó a acompañar su vida. Entonces pasás a formar parte de ella, nada menos. Eso a mí me resulta muy atractivo, muy lindo, otra especie de amor.
“No me gusta demasiado definir “mujer” y “hombre”
–Transitamos el mes de LGTB+. Las corredoras son una defensa, en todo sentido, al género y a la inclusión, ¿verdad? -volvemos al tema que nos acercó a Capusotto.
–Sí, sí, aunque no sé si estaba en la intención del director.
–En una época donde era complicado hablar del tema…
–Claro. Igual, en esa época, el año 1959, también porque los personajes de mujeres y de un hombre homosexual que se disfraza de mujer también existían hace siete décadas. En aquellos tiempos había muchas mujeres con deseos y objetivos cumplidos y a cumplir, ¿no?
Deja el interrogante abierto Diego, al tiempo que entiende que “reivindicar sólo la cuestión del género sería quedarse con algo menor. Me parece que la película atraviesa distintas capas, entre las que aparece un tema muy presente en la actualidad como ése. Pero de esas capas a la vez surgen cuestiones muy interesantes sobre las mujeres como su condición de impulsoras de hechos concretos, trabajos, ideas".
-Tampoco sé si es una película feminista –extrapola, antes de flexionar en un sentido más amplio-… A mí, sin embargo, cuando hablo de inclusión también me interesa pensar en términos más generales que el de las minorías: en la inclusión a nivel trabajo, en la inclusión de los desincluidos de siempre, que son los que originan el cincuenta por ciento de pobreza; en la inclusión de las personas que tienen tres trabajos y no les alcanza lo que gana, en las promesas de inclusión que no se llevan a cabo. Conclusión: en una inclusión social que hoy no hay. Yo no incluiría sólo la inclusión de las minorías. Para mí va más allá de la sexualidad o la elección sexual que se tiene. A mí me gusta abarcar el tema de la inclusión en términos sociales. Pero vos me querías preguntar…
–Si las mujeres son más fuertes que los hombres…
–No tengo idea. Puede ser que, en algunas cuestiones. Porque en algunas cuestiones proceden de otra manera que nosotros. No se me ocurriría pensar que el hombre es más valiente que la mujer. Puede ser más audaz, pero porque su condición lo lleva a lo mejor a afrontar algunas cosas relacionadas a la medición de fuerza o a la territorialidad que pertenecen más al ámbito masculino. Hay algo de cierto temple, pero la mujer por su lado a la vez puede ser más decidida. Ojo que tampoco las mujeres piensan todo de la misma manera.
–Por suerte.
–Tal cual. Hay mujeres de izquierda y mujeres de derecha (sonríe), mujeres conservadores y mujeres que no, y hay mujeres más valientes, ninguna duda. Sobre todo, a lo mejor probablemente la mujer tenga que demostrar menos, y no sé si por mandato, por educación, o por una cuestión ya natural más ligada al sacrificio y a la atención del otro. En ese sentido hay algunas cuestiones que yo siento que la mujer se banca más, que si sale mal lo pueden superar de otra manera. A nosotros parecería que nos cuesta más que nos salga mal. Como que debemos demostrar algo que esté alejado de la derrota. Al margen de todo, si me permitís…
–Le permitimos, por supuesto.
–A mí no me gusta demasiado definir “mujer” y “hombre”, algo que ahora circula mucho y a lo que yo le escapo, porque es como… ¿Viste cuando Cristina dice: “¡Ya van a volver las mujeres a la Casa de Gobierno!”. Ya están, lo que pasa es que son mujeres que responden a otra orientación ideológica, ¡pero ya están ahí! Después, bueno, sí admitiría que las mujeres son más lindas que los hombres (sonríe). En serio que de eso no tengo la menor duda.
–Para terminar, entonces, ¿cuál es el próximo proyecto “serio”, que no nos haga reír y va a encarar, como sucedió con Las corredoras?
–La tele hoy no me interesa como elemento de acción. Hay otros lugares, como el cine y el teatro que me vienen convocando en mayor medida. Dentro de la televisión yo no he hecho muchos más programas que los que se vieron de humor, aunque pareciera que vuelven a revitalizarse algunos que empezamos hace tres décadas, caso Chachacha y Todo por dos pesos. Así que, bueno, quizá mi próximo proyecto serio sea suicidarme (sonríe antes de despedirse).
Fotos: Gentileza RF Prensa & Comunicaciones y Archivo Grupo Atlántida
Arte y diseño de portada y de imágenes interiores: Darío Alvarellos