Agustín Monzón nació en Santa Fe, pero a los 17 años decidió viajar a Buenos Aires para cumplir su sueño de convertirse en actor y abrir su camino, fuera del ring de boxeo y de la sombra de su abuelo, Carlos Monzón.
Luego de varias experiencias actorales, como fue su participación en la serie Monzón, ingresó al reality Survivor (Telefe) con el objetivo de mostrar su personalidad. Tras esta experiencia tan particular, el joven de 22 años habló con GENTE y sorprendió al revelar que su próximo paso profesional tendrá que ver con volver a poner el apellido Monzón en un ring de boxeo.
El sueño por el que Agustín Monzón vino a Buenos Aires
-¿Por qué viniste a Buenos Aires?
-Yo tenía 17 años cuando vine para la ciudad. Vine con el sueño de ser actor, más que nada en cosas audiovisuales. Y de a poquito uno va afrontando las dificultades de la vida, pero aprendés mucho uno de ellos.
-¿Fue difícil la adaptación?
-La verdad es que fue súper difícil… No sólo por una cuestión económica, sino también por una cuestión afectiva, dejar todos mis afectos, tanto amigos como familia, para empezar de cero en una ciudad a los 17 años… La verdad es que fue uno de los desafíos más grandes de mi vida.
-¿Y pudiste abrirte tu camino más allá de tu apellido?
-Sí, obvio, yo siento que el apellido tiene mucha expectativa afuera, pero de adentro se siente exactamente igual. Capaz en el mundo del boxeo te puedo decir que sí, pero en el mundo de la actuación, del audiovisual, yo me tuve que hacer mi lugar como cualquier otra persona. De eso estoy seguro. Es lo que me da mucha seguridad en mi día a día, de saber que nadie me regaló nada. Eso está buenísimo y no me lo quita nadie.
-¿Y alguna vez pensaste en ir por el lado del boxeo, como tu abuelo, o siempre tuviste este deseo por la actuación?
-Primero quise cumplir mis objetivos en cuanto a la actuación, y los cumplí. Después quise mostrar un poco mi personalidad, que acabo de cumplir con Survivor. Obviamente uno siempre va cumpliendo cosas, pero también va marcando otros nuevos objetivos. Y entre ellos está volver a poner el apellido Monzón en el ring. También instruirme en el mundo del modelaje, que ya estoy empezando.
-Te acercaste un poco al mundo del boxeo cuando participaste en la serie de tu abuelo. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Sí… La historia de mi abuelo la he escuchado demasiado desde que tengo conciencia, así que no me hacía falta en ese sentido. Lo que sí, en la pandemia o cuando vine a Buenos Aires, empecé a meterme un poco más en el mundo del boxeo. No tanto de afuera, sino verlo desde adentro. Por eso estamos hablando para ver si se podría llegar a cerrar alguna pelea a fin de año.
-¿Estás preparado para este desafío o todavía estás empezando?
-Siento que estoy preparado. Es muy difícil encontrar un rival, no te voy a mentir.
-¿En qué sentido?
-En el sentido de que uno la presión de ser Monzón ya la tiene, pero no sólo tiene cumplir con las expectativas, sino también de que me encuentren a alguien que pueda estar a la altura de pelear con Monzón.
-¿Sentís presión por tu apellido?
-No, nunca tuve presión por el apellido, te soy sincero. Menos ahora con todo lo que estuve viviendo este último tiempo, de poder demostrar realmente quién soy, con Survivor. Creo que la gente pudo ver un poco más mi personalidad y no asociarme tanto a la figura de mi abuelo. Entonces, hoy ya tengo todos esos objetivos cumplidos y siento que me gané el respeto para poder subir, y no ser no ser Carlos Monzón que sube al ring, sino Agustín Monzón.
-Igualmente sabés que habrá expectativa.
-Obviamente, siempre la gente va a tener la expectativa, pero bueno, ahí está el objetivo personal de cada uno de demostrar quién es uno, tanto afuera del ring como adentro del ring. Espero que mi oportunidad haya llegado.
Su paso por el reality "Survivor"
Luego de varios años dedicándose a la actuación y mostrando su talento, Agustín decidió sumarse a la experiencia de Survivor, con la meta de poder mostrar su personalidad. "Mi objetivo era mostrar realmente quién soy, pasar un buen rato y vivir una experiencia para toda la vida", confesó el joven en diálogo con GENTE.
-¿Cómo fue tu experiencia en Survivor? ¿Entraste con el objetivo de mostrar tu personalidad fuera de tu apellido?
-Sí, se podría decir que sí. No sé si entré con la expectativa de ganar, sentía que era una experiencia muy grande. Y la verdad no me equivoqué, fue una experiencia muy grande, transformadora. Había personas que su objetivo era llegar a la final, pero mi objetivo era mostrar realmente quién soy, pasar un buen rato y vivir una experiencia para toda la vida. Y creo que así fue y así me lo llevé.
-¿Fue una linda experiencia?
-Sí, pero como toda experiencia tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. De todo eso uno siempre aprende, es como en la vida, en general. Es un desafío más, un objetivo más tachado a la lista para después seguir soñando.
- Vos abandonaste el certamen… Habías perdido y decidiste no volver al juego. ¿Por qué? ¿Qué te pasó por la cabeza ahí?
-Sí, yo tenía la posibilidad de volver, no sóolo en la Isla del Muerto, que estuve náufrago tres días, sino también después cuando tuve el duelo mano a mano con Martín, donde preferí que siga él… O sea, yo podía seguir por una cuestión de ego, pero ya no lo veía viable en cuanto a mis valores y por todo lo que yo había vivido. Y también tuve mucho en cuenta las cosas que hablé con Martín, porque hemos tenido conversaciones muy profundas en la Isla del Muerto con Martín. Es que, mi objetivo ya lo había cumplido, y él tiene un hijo y otras cosas que cumplir en su vida. Entonces me parecía mucho más respetuoso y viable ser fiel a lo que yo sentía en ese momento, dejar el lado el ego de uno, y de verdad darle el lugar que se merece a la persona que tiene que estar ahí.
-¿Cómo fue estar en la Isla del Muerto solo, antes de que llegue Martín?
-Yo estuve dos días solo… No te voy a mentir, yo creo que igual necesitaba mucho estar solo. Porque después de 30 días de certamen, todo el tiempo acompañado de gente, cámara 24/7, se te hace muy avasallante no tener privacidad. En el momento no me gustó, porque yo ya tenía mi cabeza en el hotel o en el afuera. Pero una vez que estuve ahí, dije, si no me hago amigo de esa situación, la voy a pasar mal en serio… Son recuerdos que están en mi cabeza, que no me los voy a olvidar nunca. Estar solo esos días fue como el broche de oro como para cerrar el programa.
-¿Lo viviste como algo positivo?
-Sí… A ver, tengo por ahí medio una positividad tóxica, pero creo que en ese momento también fue un método de defensa de la cabeza, porque es eso o rayar completamente. Entonces dije, bueno, vamos a hacerlo lo más divertido posible.
-Cuando volviste a tu casa, ¿cómo fue la recuperación?
-Bajé 13 kilos en 33 días. Yo antes de ir al programa subí de peso a propósito para tener reserva de energía en el cuerpo, pero lo que perdí fue un montón. Yo entré pesando 93 y salí pesando 80, un montón. La recuperación fue muy a poco, progresivo. Yo intenté ser muy cuidadoso en cuanto a la comida y a la psiquis también. Cuando estaba volviendo, llamé a mi novia y le dije, comprá mucha comida, no importa cuánta plata haya que gastar.
-¿Sentís que tuviste secuelas de esta experiencia?
-Sí, no te voy a mentir, quedan secuelas… Un día yo estaba en mi casa y veo por la ventana que estaba lloviendo. Y claro, mi cabeza no entendía como estaba lloviendo, pero yo estaba protegido. Entonces, me empezó a latir fuerte el corazón y me empezó a faltar el aire. Porque, claro, a la cabeza uno le tiene que enseñar de a poco a volver a la civilización.
-Dijiste que estabas en pareja cuando te fuiste a la isla, ¿cómo fue dejar a tu novia acá? ¿Cómo lo vivió ella?
-Fue difícil. No te voy a mentir, yo en la isla todos los días pensaba en ella, lloraba por ella, por mi familia, por todo. Es muy difícil por ahí cuando uno tiene una compañía todo el tiempo y de la nada no tener contacto. Yo lo que hacía era mirar a la luna o algo que sé que ella podía llegar a mirar y conectar desde ese lado. Es fea la sensación de saber que uno está lejos y no tiene cómo comunicarse. Pero, por otro lado también saber un poco más el valor de las cosas. Es una experiencia, no sólo con mi novia sino en general, que le da mucho valor a todo, desde un techo, ropa seca, comida… Ves la vida de otra manera después del reality. Entonces, en ese sentido es muy transformador.
Los sueños de Agustín Monzón cambiaron con los años
A los 17 años, Agustín llegó a Buenos Aires con el sueño de ser actor. A medida que fueron pasando los años, tuvo diferentes experiencias en el mundo audiovisual y de a poco pudo ir cumpliendo este deseo. Luego de la experiencia transformadora que tuvo en Survivor, el joven afirmó que sus sueños cambiaron, por lo que reveló cuál será su camino de acá en adelante.
-Vos viniste a Buenos Aires con el sueño de ser actor, pero después de esa experiencia tan particular, ¿cambiaron tus sueños y tus deseos a futuro?
-Sí, me desacomodó todo, se podría llegar a decir. Porque uno se replantea todo al fin y al cabo después de tanto tiempo. Aparte que tengo 23 años y uno va creciendo, van cambiando los intereses… Por ahí un es muy expectante al mundo de la actuación desde afuera, y después viene acá, se mete dentro del medio y ve las cosas desde otro punto de vista.
-¿Hoy cuáles son tus sueños?
-Hoy le tengo muchas ganas al modelaje, con las redes me llevo súper bien también, y el mundo del boxeo se está haciendo parte de mi vida de vuelta. Así que de a poquito vamos transformando y vamos viendo cuál es nuestro horizonte al fin y al cabo.
-Vos no conociste a tu abuelo, pero hoy te acercás al mundo del boxeo… ¿Creés que es un poco para acercarte a Carlos Monzón?
-No, creo que si lo hago, lo hago en esta etapa de mi vida porque creo que lo siento y que necesito un desafío personal para mí muy grande. Uno siempre va un poquito más y creo que, que vuelva el legado Monzón es un gran desafío.
-Si tu abuelo estuviese vivo, ¿creés que podrías compartir esto del boxeo con él?
-Si estuviese vivo supongo que sí… Pero ya tuve el peso de estar en una isla demostrando quién soy y ahora creo que puedo cargar con el peso de subirme un ring siendo Monzón.
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