El pasado domingo 4 de diciembre, cuando se quedó con el 116º VISA Open de Argentina presentado por Macro en el field del Nordelta Golf Club, el estadounidense Zack Fischer fue campeón por primera vez en su carrera y consiguió lo que más necesitaba: volver a sentirse un profesional.
Entre 2013 y 2017, Fischer -un joven prodigio del golf que ganó 20 torneos durante su adolescencia en su Texas natal- fue uno de los principales animadores del Korn Ferry Tour, el campeonato de “segunda división” en el que juegan los golfistas que aspiran a llegar al PGA Tour (equivalente a la primera división en el fútbol).
Sin embargo, en 2017, con apenas 28 años, perdió el swing. Quedó afuera del Korn Ferry Tour, entró en una depresión y prácticamente no jugó al golf hasta 2021. Sus chances de volver al circuito se achicaban con cada año que pasaba. En ese momento, se aferró a la Biblia y a su familia.
“Tengo una esposa increíble”, dijo en una entrevista con el Golf Channel. “Hay momentos en los que el golf puede hacerte sentir miserable, pero ella no dejó de amarme y me bancó en mis peores momentos”. Mientras Fischer se enfrentaba a su lado oscuro, Kaitlin, su mujer, hizo malabares entre trabajos de diseñadora gráfica y videasta de casamientos para sostener la economía de la pareja. Con el tiempo, Fischer empezó a ver la luz de nuevo. Se concentró en su fe. Hoy su bio de Twitter dice: “El golf no define quién soy. ¡Soy hijo del único Rey verdadero!”
A fines de 2021 decidió volver a jugar la Q-School, el certámen clasificatorio para entrar al Korn Ferry Tour, que ya había ganado en 2013. Le fue bien: se conviritió en el primer jugador de la historia en ganarlo dos veces. De esta manera volvió al circuito decidido a retomar su carrera durante 2022.
Considerando su pasado reciente, Fischer venía teniendo un buen año antes de aterrizar en Argentina. Jugó unos 20 torneos y llegó a quedar quinto en el Campeonato de Panamá y tercero en el Simons Bank Open. El 24 de noviembre, tuiteó: “Esta temporada para mí fue fantástica. No jugué todas las semanas, pero jugué bien. Estoy muy ansioso porque llegue 2023, pero 2022 todavía no terminó: la semana próxima voy a jugar el Abierto de Argentina”. Evidentemente tenía un buen presentimiento.
Su performance en el 116º VISA Open de Argentina fue sólida durante los cuatro días que duró la competencia. En una cancha difícil como la del Nordelta Golf Club, con un par de 72 golpes, Fischer firmó tarjetas de 69, 66, 67 y 68. Jugó dos días afectado por un virus, pero no dejó que eso lo detuviera. “Dios me está dando fuerzas”, dijo después de la tercera jornada. “Ganar este torneo sería el logro más importante de mi carrera”.
Y lo consiguió, incluso con la presión de tener al sueco Linus Lilliedahl persiguiéndolo de cerca hasta el final de la competencia. Apenas pegó su último golpe y se supo campeón, Fischer se subió al carrito que lo transportaría hacia la cabina de control y desde ahí la llamó a Kaitlin. “Mi amor, esto fue una locura”, le dijo. “Ahora me tengo que ir a firmar mi tarjeta, pero te quería llamar primero”.
Como si fuera poco, la victoria en el 116º VIsa Open de Argentina presentado por Macro le dará a Fischer la posibilidad de jugar por primera vez en su carrera el Open Championship, la edición 151º del major británico el próximo julio en Royal Liverpool. “Nunca jugué en Europa, así que eso va a ser divertido, y ojalá mi familia llegue a hacer el pasaporte, así vienen ellos también”, dijo, en referencia a Kaitlin y a su hija de un año, Hallie Lane. “Esta victoria es demasiado genial, me siento como si estuviera en la luna en este momento”.
