La mejor jugadora del hockey argentino –capitana de Las Leonas, ausente en los Panamericanos por lesión– y la campeona de la Asociación Mundial de Boxeo presentan los proyectos solidarios de Santiago del Estero y La Matanza en los que trabajan junto a Huella Weber. Aquí reflexionan sobre sus vidas, la brecha salarial entre hombres y mujeres y el peso del éxito en sus relaciones personales.
En el ámbito del deporte son dos ídolas: Delfina Merino (29), la actual capitana de Las Leonas, es referente del hockey –el 11 de septiembre de 2010 ganó con su equipo la Copa del Mundo, y el 5 de febrero de 2018 la Federación Internacional de Hockey la nombró Mejor Jugadora del planeta–, y Yésica “Tuti” Bopp (35), actual campeona AMB, es la indiscutida imagen del boxeo nacional femenino –el 4 de diciembre del 2008 obtuvo el título en el Luna Park y desde entonces ostenta ese cetro–. Ambas coinciden en el trabajo solidario junto a Huella Weber, el programa de Responsabilidad Social que las nombró embajadoras. De eso, y mucho más, hablarán.
“Mi proyecto se dio de una forma muy linda y espontánea, porque el mismo día en que me ofrecieron ser embajadora, mi papá había estado charlando con su peluquero. Es de un pueblito a 200 kilómetros del centro de Santiago del Estero llamado Icaño, y le contó que juntaba donaciones para doscientos chicos, que todos los días merendaban bajo un árbol gracias a un grupo de madres que les conseguían comida a pulmón. Cuando escuché la historia pensé que era el lugar en el que podía ayudar. Me comuniqué con Weber, el peluquero de papá armó el proyecto… ¡y lo aprobaron! Así que ahora estamos levantando un merendero desde cero. Sólo pensar que esos chicos van a poder tener un plato de comida bajo techo ya me parece un triunfo enorme”, cuenta Merino con orgullo.
Bopp suma su propia experiencia: “A través de Huella mejoramos el gimnasio municipal de Concordia (Entre Ríos), ayudamos a una chica de La Plata que usa la parte de atrás de su casa para entrenar chicos, y este año estamos a full con un proyecto en el barrio Cooperativo San José Obrero, de La Matanza. Honestamente, me parece hermoso que nos den la posibilidad de trascender a través del deporte cambiando realidades e infraestructuras. Siento que es una manera de devolverle el cariño a la gente”.
–¿Ustedes por su cuenta ya hacían cosas solidarias?
Delfi: Sí, yo visitaba escuelas y lugares carenciados en los que juegan al hockey.
Tuti: Y yo entregaba materiales a escuelitas de boxeo y realizaba eventos para juntar donaciones. Hay muchos chicos que nos ven como imagen de nuestros deportes, y tienen que saber que no sólo es ir, competir y ganar, sino que, como referentes, también es importante colaborar con la sociedad.
–¿Ven similitudes entre sus deportes?
T: Ella me contó que fue a practicar boxeo y casi muere en el primer round…
D: (Ríe) Sí, esta pretemporada la preparadora física nos llevó a todas Las Leonas a hacer boxeo al CeNARD, y al minuto de pegarle a la bolsa nos quedamos sin nafta.
T: ¡Es que es un deporte exigente! Yo hockey nunca jugué, pero se lo estoy presentando a mi hija (Ariadna, 4).
D: Creo que la mayor similitud la tenemos en la preparación mental que se necesita para competir en alto rendimiento de elite.
T: Tal cual. Nuestra mentalidad es diferente, por los principios de éxito que sostenemos para obtener resultados. Igual, siento que ya vinimos al mundo con esto: ella nació una Leona y yo con mis ansias de ganar.
–¿Sienten que ya llegaron a lo más alto de sus carreras?
T: A mí me quedan dos años más y siento que me faltan muchas emociones. Si Dios quiere, se darán en Estados Unidos.
D: Si yo pensara que llegué a mi techo, agarraría mi palo y me iría de la cancha. Estoy convencida de que todavía no alcancé mi mejor versión. Igual, acepto que las dos somos muy exigentes y no nos conformamos con nada.
T: Imaginate que yo estoy entre las cinco mejores del mundo, con otras que no son de mi categoría. En la mía soy la primera, y a mí me gustaría ser la uno en todas.
–¿Son competitivas en todos los ámbitos de sus vidas?
T: Sí, no me gusta perder en nada.
D: A mí tampoco. Compito hasta jugando a las cartas.
–¿Eso complica sus relaciones amorosas?
T: No, en ese sentido somos las mejores del mundo.
D: Los hombrese se tienen que adaptar (ríen).
T: Hablando en serio, nos trae problemas, porque siendo exitosas nos cuesta tener una pareja… Pero no me olvido nunca de que soy una mujer, más allá del deporte. Desde hace seis años estoy muy bien con Alejandro Silva, papá de mi hija y campeón latino de boxeo.
D: Yo salgo desde hace unos meses largos con un futbolista que jugaba en Boca y que ahora está en Holanda (Nota: Lisandro Magallán), pero todavía no tenemos título oficial.
–Delfi, ¿te gustaría ser madre?
D: Obvio, pero en un tiempo… Ahora es mi momento en el hockey.
–¿Dónde se imaginan de acá a veinte años?
D: Me quedan cuatro materias para recibirme de abogada, así que espero ejercer en algún momento.
T: ¿Te vas a encerrar en un despacho a ver casos?
D: (Ríe) ¡No sé! En Holanda trabajé en un estudio de derecho deportivo, y acá esa especialidad está teniendo vuelo. Así que me veo por ahí.
T: Yo voy a franquiciar mi gimnasio, Yesica Bopp Gym, y no voy a laburar nunca más. Ya hice demasiado sacrificio (ríen las dos).
Fotos: Christian Beliera y Weber Saint-Gobain.