Más de una década ha transcurrido desde aquel fatídico 29 de diciembre de 2013, cuando el mundo del automovilismo se vio sacudido por la noticia del brutal accidente de esquí que dejó a Michael Schumacher al borde de la muerte. Desde entonces, el legendario piloto alemán, siete veces campeón de Fórmula 1, ha emprendido una titánica batalla por su recuperación, un camino plagado de incertidumbres, desafíos y sacrificios que su familia ha afrontado con admirable entereza y devoción.
“Nunca nadie ha recibido los cuidados médicos que está recibiendo Schumacher”, afirmó no hace mucho Nick Fry, el ingeniero inglés que trabajó con Schumi en el equipo Mercedes entre 2010 y 2012. “Michael tiene al mejor equipo médico del mundo y estoy seguro al cien por cien que ningún ser humano en la historia ha recibido el tratamiento que está recibiendo él. La familia dispone de los recursos”, añadió sin revelar más detalles.
Efectivamente, los métodos empleados para tratar al Kaiser de sus lesiones cerebrales son tan avanzados como sorprendentes. Según el diario Bild, estos incluyen estímulos sonoros, paseos en un Mercedes-AMG y un equipo médico de 15 personas, entre médicos, masajistas y enfermeras, que lo atienden las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Este despliegue sin precedentes tiene un precio exorbitante: la familia Schumacher gasta alrededor de siete millones de euros al año en tratamientos médicos especializados, rehabilitación y cuidados intensivos. En total, se estima que el costo del tratamiento ya ha superado los 65 millones de euros, una cifra similar a la que Schumi ganaba anualmente en sus años dorados en Ferrari.
Pese a contar con una fortuna estimada en 600 millones de dólares, la familia Schumacher no ha dudado en desprenderse de valiosos bienes para financiar la recuperación de Michael. Corinna Betsch, esposa del piloto, ha vendido la mansión en Suiza donde este fue trasladado tras el accidente (por 58,7 millones de euros), la residencia de vacaciones en Noruega y el jet privado de la familia (por 31,6 millones de euros).
Más recientemente, se subastó la impresionante colección de relojes de lujo de Schumacher, incluyendo un Patek Philippe de 1948 del que solo existen 58 ejemplares en el mundo, vendido por más de dos millones y medio de euros.
La decisión de desprenderse de estas posesiones no ha sido fácil para la familia, pero la ha tomado con un único objetivo: proveer a Michael con las mejores posibilidades de recuperación. “Ya no puede disfrutarlas”, ha dicho Corinna en alguna ocasión, reflejando la cruda realidad de una familia que se aferra a cada rayo de esperanza.
A diez años del accidente, el estado de salud de Michael Schumacher sigue siendo un misterio. El silencio que rodea a su caso alimenta las especulaciones, pero también protege la privacidad del Kaiser y su familia en este momento tan difícil. Lo que sí es seguro es que la lucha continúa, impulsada por el amor, la tenacidad y la inquebrantable esperanza de sus seres queridos.