“Era el Salón de Familia. En los 70' una señora de apellido Barrenechea –casada con un ruso, Zubov, que tenía título nobiliario– donó los retratos”, detalla Martín Marcos, director del Museo Nacional de Arte Decorativo, al abrir la puerta de uno de los salones más importantes del Palacio Errázuriz- Alvear.
En una de las esquinas del primer piso, donde una galería permite ver el gran hall de la casa, se encuentra la habitación en la que la familia compartía su cotidianeidad.
Selfies de antaño en el Museo Nacional de Arte Decorativo
Hoy es una sala dedicada al retrato: muestra cómo se hacían ver las personas. También hay retratos donados por un italiano, que reconoció que este era el espacio indicado para exhibir su más preciada colección.
Testigo de la historia: el reloj que viajó de Versalles a Buenos Aires
En la misma sala se encuentra uno de los objetos más preciados del museo. Se trata de un reloj que fue el regalo de bodas de la corona austríaca a la francesa para el casamiento de Luis XVI y María Antonieta. “Este reloj estuvo en Versalles, fue saqueado en la Revolución y vendido para financiar las guerras subsiguientes. Acabó en una colección londinense, fue rematado por Sotheby’s en la década del '30 y una argentina, Corina Kavanagh, lo compró y lo donó al museo años antes de su muerte”, sintetiza Marcos.
Fotos y videos: Christian Beliera.