Una voz se escucha desde el camarín. Recién terminó la función de El
graduado, y Nacha Guevara se quita el personaje de encima. Llama a sus
asistentes -varios- y combina la producción. Fotos, locaciones, entrevista. La
cita es al día siguiente, a solas en el camarín, y las tomas, en La Mansión y en
una de las flamantes suites del Four Seasons. Puntual como nadie, quien es la
mítica Señora Robinson por unas horas en el escenario del Metropolitan, se
acomoda en un sillón y se dispone a hablar.
-Nacha, el público femenino la aplaude de pie.
-Sí, de todas las edades, de diferentes clases. Lo que pasa es que la Señora
Robinson dentro de esa familia, de ese estado social, es la única que hace lo
que siente y dice lo que piensa. Eso es lo que la hace respetable y lo que hace
que sea identificable con el público. No produce ningún rechazo. Lo lindo que
tiene el personaje, es que busca la libertad.
-Como usted…
-Sí, debe haber un punto en el que me identifico con el personaje. Igual,
tuve que trabajar mucho. En el sentido de la libertad se me puede parecer, pero
en otros, somos muy diferentes.
-Y se desnuda en el escenario.
-Cuando lo acepté, pensé, "si yo me atreviera a actuarlo completamente
desnuda, y que el personaje caminara y se moviera… pero creo que no lo voy a
poder hacer". Después, en los ensayos pensaba que no iba a ser capaz de
hacerlo, lo veía venir como un tsunami, y ya había dicho que sí. Pero a medida
que fue pasando el tiempo y fui siendo más la Señora Robinson, fue decreciendo
el pudor y el miedo al desnudo. Siempre aspiré a que ella estuviera desnuda como
si estuviera vestida. Lo que hago no es exhibicionismo del cuerpo, no es una
vedette. Es un personaje que sale a hacer una situación, y es divertido. Eso es
lo que más me gusta de este desnudo, que la gente se ríe, y eso es muy difícil
de lograr (risas).
-Desmesurado no se ve.
-No, está dentro del carácter del personaje. Es una mujer educada, de clase
alta, con unas cuantas copas encima , y nada más que eso. No es una p... Hay un
respeto a la figura femenina, no es una degradación de lo femenino. De todas
maneras, la exposición de estar sin ropa es muy grande. Pero también es muy
liberador. El otro día vi una entrevista que le hacían a Ellen Barkyn, que ha
hecho películas en las que está desnuda, y dijo que a ella le encanta, porque en
el momento en que está en un set sin ropa, tiene un poder frente a los demás,
enorme. Estar desnuda te da poder, es otra visión.
-¿Y usted cómo lo vive?
-(Impaciente) ¿Vamos a hablar de otra cosa que no sea el desnudo?
-Es que me pregunto cómo se hace para estar tan bien.
-Se hacen muchas cosas y desde hace muchos años. Tendría que escribir un
libro para eso.
-Ya lo escribió.
-Sí. Hay que volver a leerlo, en todo caso. Porque ahí está todo. Desde que
escribí ese libro no he descubierto nada nuevo.
-Parece que usted hubiera hecho un pacto. Pasan los años y está cada vez
mejor.
-Sí, hice un pacto con la naturaleza. ¿Viste que con el tsunami todos los
animales se salvaron? Porque están conectados con la ley natural. Tienen una
percepción sutil y profunda de la ley natural y eso hizo que se alejaran. Y yo
estoy hace años trabajando para estar conectada con esa ley natural, para no
estar tan en la mente, sino entender las cosas a través de un estado de
conciencia más elevado. Eso es lo que busco, que no se entienda que lo he
alcanzado. Y además, creo en todos los caminos para estar mejor, en los de
afuera y en los de adentro. A la edad que yo tengo, hay muchas mujeres que han
hecho todo lo de afuera y no están muy bien. Quiere decir que hay otro trabajo.
-¿Cómo es su relación con el espejo?
-No soy tan "espejera", no vivo colgada del espejo. Y además he
aprendido a trabajar con él, no como un juez, sino como el reflejo de la mejor
parte de uno. Lo peor que puede hacer una persona es mirarse al espejo con ojos
de juicio.
-¿Usted no se juzga?
-No. Bueno, observo si hay algo que no me gusta, y veo si se puede mejorar o
no, pero no la juzgo. Eso es algo que se aprende.
-¿Cómo maneja su ego en la vida cotidiana?
-En el escenario está más claro. Pero en la vida, soy menos egocéntrica que
mucha gente y más que otras, naturalmente. Pero me amigué con mi ego. Cuando uno
empieza a trabajar en estas cosas, lo primero que hace es querer rechazarlo,
porque puede ser la parte que menos te gusta. Sin embargo, uno después aprende
que hay ego y hay dualidad. Somos capaces de las cosas más sublimes y de las más
infames. Y las personas más atractivas, más interesantes, las más completas, no
son las que esconden sus debilidades o sus defectos. Son las que las aceptan y
las muestran tal como son. Esas personas no son más imperfectas, son más
completas.
-¿Y sus partes oscuras, sus grietas, existen?
-Si no tuviera grietas, inseguridades, miedos, no sería artista. Los
artistas tenemos grietas. Somos gente creativa, pero que se expone. En general,
los artistas son todos muy, muy, muy inseguros, muy tímidos, muy reservados, con
un mundo interior muy rico, con experiencias de vida muy variadas,
contrastantes, fuertes, y que las han sabido capitalizar, no sólo para actuar,
sino para vivir. Gabriel Byrne, que es un actor que me encanta, dice una cosa
muy interesante. Dice que por mucho tiempo él creyó que actuar era la capacidad
de ser muchas personas, y que después aprendió que ser actor es tener el valor
de ser uno mismo. Y el actor está entrenado para sacar esos roles sin temor a
mostrar sus partes más oscuras y las más luminosas, que son las partes que nadie
quiere mostrar. Las muy oscuras porque nos van a rechazar, y las más luminosas
porque nos van a herir. Entonces vivimos en una mediocridad.
-Y usted, Nacha, ¿muestra sus partes más luminosas y las más oscuras?
-A mí también me da cosa. Pero cuando las he mostrado me he sentido bien.
Sobre todo, las más luminosas, cuando las mostrás, es extraordinario lo que
sucede a tu alrededor. Pero hay que tener mucho valor para vivir en ese estado
de conciencia de amor. Y uno tiene miedo a ser vulnerable. Pero resulta que las
personas que se muestran más vulnerables, son las más fuertes. Y las personas
realmente fuertes muestran su vulnerabilidad.
-¿Llora?
-Sí, soy fácil de llorar. Lo que pasa es que no creo que haya que hacerlo
público. Creo que las cosas personales que me hacen llorar, son cosas personales
y deben manejarse en el terreno de lo privado. Pero si una emoción me agarra en
la calle, o recibiendo un premio, o lo que sea, la vivo. Cuando hay que llorar,
lloro.
-¿Está enamorada?
-No, estoy sola desde hace tres años, y muy feliz. Muy feliz de estar sola.
Valoro muchísimo y agradezco muchísimo el silencio, la armonía, la paz, el
tiempo, el descanso. Agradezco mucho esa serenidad.
-¿Podría volverse a enamorar?
-Eso nunca se puede decir, pero personalmente creo que no. Pero Cupido anda
siempre disparando flechas. No es mi deseo, pero no me gusta decir que no,
porque la vida está llena de recovecos y de misterios. Estoy muy bien sola.
-¿Y si la vida le pusiera un hombre que le gustara, cómo sería?
-Como Gabriel Byrne, como Sting. Hombres maduros que hayan entendido lo que
es vivir y que hayan evolucionado y crecido.
-¿Qué les pasa acá a los hombres?
-Mmm… no sé (con sonrisa irónica). Vayámonos a Irlanda (risas), son
bárbaros. Todos los grandes actores, escritores son irlandeses. Porque son como
los andaluces, que tienen toda la sensibilidad, la locura, toda la pasión. Son
tan locos, tan cariñosos, tan afectivos, creativos, con sentido del humor.
-¿Y los hombres más jóvenes?
-¿Sabés lo que tienen los hombres más jóvenes? Que todavía están en el
potencial, todavía les podés dar crédito. Igual, la chance no puede ser eterna.
La gente más interesante es la que está por florecer.
-Usted ya vivió todo, pero sigue demostrando que todavía va por más.
-Sí, y además yo me lo creo. Creo que lo mejor todavía no me pasó. Y la vida
me lo prueba todo el tiempo.
-Entonces es muy difícil encontrar un señor.
-Tiene que ser Sting (risas). Alguien que haya entendido para qué está aquí.
-¿Se enamoraría de un joven de veinte?
-No. Un treintas, cuarentas. Pero yo no me veo con nadie. Yo me veo muy bien
así (risas). Dicen que en el futuro, las personas van a ser verdaderamente
andróginas. Van a tener sus partes masculinas y femeninas tan integradas que la
necesidad de la pareja va a pasar a otro lugar.
-Lo que pasa es que usted ya tuvo maridos, novios…
-Yo ya tuve mucha acción en la vida. ¿Y sabés qué? Yo llego a mi casa, tarde
a la noche, después de un día difícil de ensayo o lo que sea, ¿y así, quién te
aguanta? Lo único que quiero es silencio, plantas, animalitos que no hablan. Y
en una convivencia se pone muy complicado porque hay que negociar todo el
tiempo, y yo ya no tengo ganas.
-¿Por qué tiene fama de difícil?
-Porque busco la perfección aún sabiendo que nunca se alcanza, porque hago
lo que siento y digo lo que pienso, y eso en este mundo puede resultar chocante.
Pero las personas que verdaderamente me conocen, saben que soy mucho más fácil
que muchos que van por la vida con fama de encantadores. Soy exigente, pero no
caprichosa.
-Y si es tan perfeccionista, ¿cómo es que siempre volvió a Argentina?
-Es que nadie es perfecto (risas).
por Florencia Canale
fotos: Gabriel Rocca
producción: Estefanía Allende y Sergio Barbaro
maquilló: Irene Paré. Asistentes: Mariana Boe y Sabrina Merayo, para Buenos
Aires Make-up. Peinados: Miguel Romano. Vestuario: Alicia y Estela Flores.
Agradecemos al hotel Four Seasons, Breeder´s, Malú y Carla Ricciardi, Claude
Benard, Christian Lacroix, Susila Tantrik, Luna Garzón, Ricky Sarkany y Ricardo
Piñeiro Modelos.
Nacha, como si el tiempo no pasara. Es la emblemática Señora Robinson en el teatro, bajo la dirección del mexicano Felipe Fernández del Paso.
La exposición de estar sin ropa es muy grande. Pero también es muy liberador. Estar desnuda te da poder". ">
"La exposición de estar sin ropa es muy grande. Pero también es muy liberador. Estar desnuda te da poder".