En diálogo con La Nación, Fanny Villamayor (44) y su hijo Benicio (13) contaron cómo fue su viaje a Shanghai.
En el hotel donde cursaban la cuarentena mantenían el menor contacto posible. Tal es así que cuando golpeaban la puerta de la habitación para dejarles la comida, no había nadie del otro lado. “Era como una especie de 'ring-raje', explicó la mujer.
Por el hotel debieron pagar 450 renminbi (RMB) por noche, lo que equivale a un poco más de 5.600 pesos argentinos. Ya cursaban el día 14 de cuarentena posterior a bajar del avión y sus códigos QR todavía no marcaban color verde.
Fanny es psicóloga, con un MBA en Administración, y hace la representación comercial de empresas argentinas en el gigante asiático desde hace cuatro años.
Hasta la fecha, aquel país suma 87.000 infectados y 4.600 fallecidos. “Ingresar ahora a China, con la fase más cruda de la pandemia superada, es como entrar a la NASA", graficó. Luego describió la experiencia como "un aprendizaje en el manejo de la incertidumbre".
Uno de los requisitos para ingresar a China era presentar una prueba PCR para el testeo de coronavirus, con 48 horas de anticipación, y completar la Declaración de Salud. “Para viajar a China tenés mínimo 36 horas con espera. Entonces, al PCR te lo tenés que hacer con un pie en la Argentina y otro en el avión. Es vivir en la adrenalina continua”, contó la mujer.
Al bajar del avión, a cada pasajero le asignaron un código QR, que más adelante le permitiría circular por Shanghai.
Se dispuso un tripulante por tripulado para realizar el primer chequeo: toma de temperatura, análisis de sangre y un test PCR, con muestras extraídas de la nariz y la boca
Luego de ocho horas de estricta vigilancia médica, se les asignó un hotel para cumplir la cuarentena por 14 días, alojamiento que ellos mismos tuvieron que costear. "Catorce días encuarentenados, sin acceso a la luz del sol", explicó Fanny.
"Nos traían comida asiática, con horarios fijos: a las 11 el almuerzo y a las 17 la cena. No te permitían pedir. Entonces yo hacía la comida con la olla eléctrica. Al quinto día pensábamos: '¡Qué rica una polenta con queso!'", agregó.
Desde la embajada argentina en China explican que hasta que no se cumple la cuarentena no hay contacto con los cónsules. "A los ciudadanos argentinos que durante su cuarentena requieren asistencia consular vía telefónica o por los medios digitales disponibles, por situaciones que se producen por la imposibilidad de hacerse entender en el idioma o por patologías médicas que requieren de una atención diferenciada, los consulados, por medio de buenos oficios, procuran una respuesta satisfactoria a la petición", expresaron desde el área diplomática.
Luego de los 14 días, tanto la madre como el hijo debieron esperar otras 24 horas para que su QR pasara de rojo a verde y así poder circular por la ciudad.