La actriz habló de Julia, "la gran madre de su familia" que actuó en los 'Exitosos Pells' y que el día de su muerte le dijo: "Llevame a actuar con vos en televisión".
En una nota con GENTE, Carla recordaba que Julia, su abuela que vivió hasta los 97 años, era la que guardaba todas las notas en las que salía. "Era algo muy tierno que hacía", dijo en su momento con cierta nostalgia cariñosa. Y ahora, en la fecha de su cumpleaños, no dudo en tomarse un rato para plasmar quién fue esa mujer "independiente, feliz, fuerte, graciosa, trabajadora, divertida, sabia, moderna y coqueta" que guió su camino. Además, sorprendió con un montón de anécdotas hilarantes.
"Mi abuela a las seis de la mañana ya había pasado agua, vinagre, sacado el canario, el banquito, todo. Y para las ocho ya había hecho toda la limpieza de su departamento", arrancó rememorando la actriz y continuó: "Y se iba al mercado de Liniers a comprar las cosas más baratas porque ahorraba mucho dinero, mucho, mucho. De hecho, ella siempre contaba `Yo tuve a las mellizas por 45 centavos. Me fui en tranvía, tuve dos niñas y volví, y ahora necesitan un hotel cinco estrellas para tener los chicos´". Y si, ella, que era tejedora, no sabía que iba a tener mellizas, a mis tías Lili y Zucy. Bueno, mi abuela, cuando era joven, también amamantaba niños de otras mujeres".
Con una sonrisa nostálgica, Peterson también se refirió al día de su muerte. "Ese último día en que la fuimos a despedir, ella, que tenía 97 años, se sacó la mascarita, me miró y me dijo: `Bueno, cuando salgo de acá llevame a actuar con vos en televisión´. ¡Lo que me recuerda cuando vino a grabar a Los exitosos Pells!, porque tenía que hacer de una señora internada y mi papá le dijo que no se arreglara para venir, y ahí mi abuela empezó a sospechar que la iban a internar y de golpe no quiso venir. Era tan divertida".
"¡Uy!, y mi abuela nos regaló un pato para Navidad. ¡El mejor regalo del arbolito!, pero mi prima le dijo que no y todos arrancamos a defender al pato porque nos parecía un regalazo. Cuestión que mi abuela se lo llevo y lo tuvo de mascota. Y lo llevaba y lo traía para todas partes adentro de una bolsa de plástico. Donde fueras, ella siempre te esperaba con el pato, que se llamaba Willy. Y un día, de la nada, no lo vimos, preguntamos por él, y ella dijo: `Lo comimos. Hice arroz con pato´. ¡Y nunca supimos cuando fue!", cerró entre risas Carla.