El joven tucumano de 19 años que habló en las Naciones Unidas junto a la activista sueca Greta Thunberg charló sobre esa experiencia, la organización que representa –Jóvenes por el Clima–, las deudas ambientales de la Argentina y las consecuencias del cambio climático en nuestro país. “Vamos a sufrir muchísimo”, arriesga.
Hace apenas horas que Bruno Rodríguez (19) arribó desde los Estados Unidos, donde dio un discurso en las Naciones Unidas en el marco de la Cumbre de la Juventud sobre el Clima. Silla a silla con la activista sueca Greta Thunberg (de apenas 16 años), el chico tucumano (que llegó a los tres meses a Buenos Aires junto a sus padres salteños, vive en La Paternal y cursa el CBC de Ciencias Políticas en la UBA) se interesó por el tema del cambio climático y la ecología en su escuela, la ORT de Almagro, donde participó en una serie de talleres de la ONU.
–¿Cómo llegaste a hablar en la ONU?
–A partir de una aplicación emitida por la Secretaría General de las Naciones Unidas, orientada a jóvenes activistas que hayan trabajado en propuestas concretas para subsanar los efectos de la crisis climática y ecológica en sus propias comunidades. Desde Jóvenes por el Clima Argentina, la organización que represento, impulsamos la declaración de emergencia climática en la Cámara de Senadores. A los políticos les dijimos que si abandonaban a la juventud y sus reivindicaciones ambientales, iban a tener problemas cuando llegaran los votos. Finalmente fui elegido como uno de los cien afortunados para asistir a la Cumbre.
–En la ONU estuviste con jóvenes de todo el mundo, entre ellos Greta Thunberg. ¿Cuál es la diferencia de miradas entre un latinoamericano y los chicos europeos o estadounidenses?
–Lo hablé con ellos. Latinoamérica se encuentra en una situación de desigualdad social y pobreza estructural, que la crisis climática viene a agravar. Estamos en una región con siglos de saqueo de los recursos naturales, donde es moneda corriente tener multinacionales extractivistas destrozando nuestra tierra, sin legislación en materia de agroquímicos –Argentina carece de ella: nos basamos en fallos judiciales–, y ahí se marca la diferencia. Ellos lo tienen todo más avanzado.
–¿Te impresionó alguna personalidad cuando estuviste en Nueva York?
–Sí, Greta.
–¿Cómo es ella?
–Charlamos en privado. Es una chica muy tímida para relacionarse de a dos, pero para nada cuando se tiene que plantar frente a líderes mundiales, lo que me encanta. Hablamos sobre todo de esas diferencias que existen a nivel regional para encarar el activismo. Lo que me gustó es que está de acuerdo con nuestra perspectiva, y con colocar al frente de la lucha a las identidades políticas minoritarias. En los Estados Unidos, quienes encabezaron las manifestaciones –además de los jóvenes– fueron los pueblos originarios.
–¿Cómo vivieron la polémica que se armó alrededor de su enfrentamiento con Donald Trump?
–Es normal que a partir de su imagen se polarice. Significa que su discurso tuvo repercusión e impacto. Cualquier persona que hoy actúe en formato de “hater” con Greta lo hace desde la comodidad. Las críticas hacia ella vienen, sobre todo, motorizadas desde los sectores de poder. Mirá Donald Trump... ¿Nos puede sorprender que el partido político del poder en los Estados Unidos sea negacionista? Si están financiados en sus campañas electorales por industrias de combustibles fósiles... Ésa es la realidad política en torno a Greta y sus antagonistas.
–También denunció a la Argentina como uno de los cinco países que no cumplen con sus compromisos ambientales. ¿En qué estamos en falta?
–Nuestro país es responsable de un 0,6 por ciento de las emisiones de efecto invernadero a nivel mundial. Pero la denuncia va por la falta de adaptación al cambio climático. Argentina, por ejemplo, no considera esta crisis como un hecho de salud pública: el artículo 41 de la Constitución Nacional dice que tenemos derecho a un ambiente sano, pero también que toda actividad productiva debe progresar en tanto y en cuanto no afecte a las generaciones presentes y futuras.
–¿Cuáles son las amenazas sobre nuestro país?
–Además de lo que mencioné sobre los agroquímicos, no se implementa la Ley de Bosques. El desmonte avanza: desde el ’90 hasta el 2017 tenemos 7,7 millones de hectáreas destrozadas, el 80 por ciento en el Chaco. Lo que provoca, además del desplazamiento de los pueblos originarios, condiciones para efectos devastadores: inundaciones, olas de calor, de frío... Y también Vaca Muerta. Hay que debatir la explotación de esos yacimientos.
–El campo y Vaca Muerta siempre son mencionados como lo que revertirá la crisis económica de nuestro país. ¿Están en contra de su explotación?
–Estamos a favor de que Argentina progrese en su industria nacional de manera no contaminante. Hay otras alternativas. Se podrían desarrollar industrias basadas en energías renovables. El sector empresarial debe mirar esto: no habrá rentabilidad futura para un proyecto que vaya en contra de la visión que avanza en la comunidad internacional. Van a ser mayores los costos a pagar por la contaminación.
–Muchos te dirían que es una visión romántica...
–No. Es una visión realista, lógica y fría. Preguntales a los científicos del Conicet. Nuestro país va a sufrir muchísimo el cambio climático. Basta analizar el avance de los vectores de enfermedades infecciosas en el Conurbano. Argentina está en emergencia climática y ecológica, y eso es materia de derechos humanos, justicia social y soberanía sobre nuestros recursos naturales.