Como una excepción, y en exclusiva para GENTE –ya que no están concediendo notas–, nueve de los diez trabajadores del Servicio de Virosis Respiratorias del Instituto –quien falta no podía interrumpir un proceso en el laboratorio–, nos recibieron para contarnos cómo transitan sus días frente a la pandemia que azota a la Argentina y el mundo. “Esta situación es como una guerra, y nosotros vamos a ganarla”, coinciden. Aquí, el merecido retrato de los héroes que desde principios de marzo, y trabajando a doble jornada, ya analizaron más de cuatro mil trescientas muestras de todo el país.
PANDEMIAS, EPIDEMIAS Y LA HISTORIA DE UN INSTITUTO EJEMPLAR
El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, visitó los laboratorios de seguridad biológica del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (INEI) de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) “Dr. Carlos G. Malbrán” y conversó con la doctora Elsa Baumeister, jefa del Servicio de Virosis Respiratorias, en este emplazamiento histórico en el que actualmente trabajan más de 1.100 personas. La historia de los actuales terrenos del Instituto nace en 1902, cuando Carlos Gregorio Malbrán, quien fue senador nacional por Catamarca, consiguió estos 38.000 m2 para construir el Instituto de Bacteriología, Química y Conservatorio de Vacuna Antivariólica, inaugurado en julio de 1916 y que cambió varias veces de nombre hasta llegar, en 1996, al actual.
Hoy en día está conformado por el Instituto Nacional de Parasitología “Dr. Mario Fatala Chaben”, el Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación en Endemo Epidemias, el Centro Nacional de Control de Calidad de Biológicos, el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, el Instituto Nacional de Producción de Biológicos, el Centro Nacional de Genética Médica y el Centro Nacional de Red de Laboratorios. Además, se extendió a Mar del Plata con el Instituto Nacional de Epidemiología “Dr. Juan H. Jara”, a la ciudad de Santa Fe con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias “Dr. Emilio Coni”, a la ciudad de Pergamino con el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio I. Maiztegui” y a la ciudad de Salta con el Centro Nacional de Investigaciones Nutricionales.
DOS MUJERES ANTE SU GRAN DESAFÍO
Dice Elsa Baumeister (jefa del Servicio de Virosis Respiratorias)
“Ahora se van a sumar los virus respiratorios del invierno y tenemos que diferenciarlos del coronavirus. Y como la mayoría de la población es susceptible ante este virus, porque no tiene defensas, esto va a durar un poquito más. Se va a extender, cosa que es mejor, porque así podremos atender a todos los enfermos. Igual, no creo que llegue a septiembre”. “El coronavirus nos va a dejar algo: un sentido de comunidad, porque solos no nos podemos salvar: tenemos que cuidarnos entre todos”.
Señala Viviana Molina (directora del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas
“Nosotros somos el laboratorio nacional de referencia del Ministerio de Salud para todo el país, y tenemos una estrategia de trabajo en red con los laboratorios temáticos –según la patología– de cada provincia. Y el laboratorio de virus respiratorio, que es del que estamos hablando hoy, trabaja desde 1998 en contacto con transferencias de insumos, programas de evaluación de calidad y demás”.
“En verdad, está bueno que la gente sepa que la famosa ‘descentralización’ para los análisis no nace por el coronavirus, sino que tiene detrás un trabajo de muchísimos años”.
MÁS DE 300 POR DÍA: EL CAMINO DE LAS MUESTRAS
“Los respiratorios” –como les dicen internamente a los integrantes del Servicio de Virosis Respiratorias en el Malbrán– están procesando más de trescientas muestras por día. Cada una de ellas llega a la receptoría de análisis en una caja especial de seguridad biológica, que sólo se puede abrir en el laboratorio. Una vez adentro, tales cajas van a un área especial en la que hay una cabina de seguridad biológica, que tiene como fin proteger al operador, al medio ambiente y a la muestra. Se abre, se sacan los tubos adentro del flujo laminar y se separa la historia clínica que viene con las muestras.
Ahí se asigna una identifi cación a la ficha y a la muestra, y luego se fragmenta la muestra en tres alícuotas: una sigue su camino de procesamiento y las otras dos se archivan (al ser el centro nacional de infl uenza para la Organización Mundial de la Salud, frecuentemente mandan muestras y virus a centros de Estados Unidos y Londres).
A la primera muestra se le pone un reactivo especial y continúa su camino hasta extraer el ácido nucleico del virus. Después se rastrea su presencia generando una reacción, y esa ampliación envía una señal en un aparato: si observamos que la curva crece a lo largo de la reacción, podemos confirmar que hay un segmento del genoma del virus.
ELLOS PELEAN CADA DÍA POR NOSOTROS PARA PROTEGERNOS Y VENCER AL COVID-19
MARTÍN AVARO
Bioquímico adjunto. "Empecé en el servicio cuando terminaba la pandemia anterior, la de infl uenza A (H1N1), y hoy llevo once años trabajando acá”, cuenta el hombre de 41 años oriundo de la zona sur, casado y con “dos nenas” (de 6 y un año), que cumplen la cuarentena en casa mientras él no para. “Es que también trabajo como bioquímico en otro lugar…”, reconoce con pesar, antes de comentar qué le hace sentir el Covid-19: “Es como una guerra, como intentar que no se hunda el portaaviones que conducimos, al mismo tiempo que le peleamos al virus. Pero, cuidado… ¡Claro que podemos ganar!"
ANDREA PONTORIERO
Bióloga. “Soy una de las más viejitas del grupo, en edad y en experiencia, porque empecé a trabajar en el Servicio de Virosis Respiratorias en junio de 1996 y tengo 49 años. Ahora colaboro con la jefa del Servicio en todo lo que necesite el grupo de trabajo, y también a nivel gestión”, detalla la mujer de Liniers que usa un sistema particular para ingresar a su casa: “Mi marido me abre la puerta para que yo no toque nada. Dejo mi ropa en un lugar preparado y de ahí voy directo a la ducha. Recién después entro en contacto con él y mis dos hijos”.
ESTEFANÍA BENEDETTI
Bioquímica. “Este coronavirus nos empoderó y nos dio fuerzas para seguir luchando por que se nos reconozca. Nuestros salarios son muy básicos: una técnica cobra 23 mil pesos, y yo, con una década de experiencia, no llego a los 50. Casi todos tenemos que buscar otros trabajos. Es mucha vocación lo nuestro”, señala la profesional de 36 años que vive en Olavarría y tiene dos hijos (de 6 y 2). De 7 AM a 7 PM se ocupa de la carga de placas, de la emisión de resultados y de la carga de la base de datos en la que se basa el Ministerio de Salud a la hora de informar sobre los nuevos casos de Covid-19.
ELSA BAUMEISTER
Jefa del Servicio de Virosis Respiratorias del INEI ANLIS Malbrán. “Me emocionan los bocinazos y aplausos a las 21 horas. Es una caricia al alma, que nos da fuerzas”, cuenta la mujer de 63 años a cargo del laboratorio desde el 2011, que tiene a su hija asmática alojada en su casa de Caballito, “para monitorearla de cerca”. ¿Su sensación de cara al virus que llevó el trabajo del Malbrán a los titulares del país? “Hay días en que me siento abrumada: llegamos a las 8 AM y nos vamos a las 22:30. Pero lo hacemos con mucha vocación, porque nosotros trabajamos para la gente”.
CARLOS VARGAS
Administrativo. “Si bien nuestra tarea suele ser invisible, en este momento estamos siendo reconocidos. Porque esto que ves acá, a menor escala, lo hacemos, y a veces es ingrato que no nos lo reconozcan, ni salarialmente ni en palabras. Siento que la pandemia también vino a visibilizar estas cosas tapadas”, sentencia el vecino de Boedo de 36 años, que lleva diez en el Malbrán y tiene un nene de diez años y una hija de siete. ¿Cómo se arregla con ellos? “Se está ocupando mi mujer, que es docente y, por suerte, puede hacerlo. Ella se queda con los chicos para que yo pueda venir a cumplir”.
ANA MARÍA CAMPOS
Técnica de laboratorio. “En esta pandemia no estoy tranquila: tengo padres viejitos, de 85 y 81 años, a quienes aislé una semana antes de la cuarentena. Ellos piden sus comidas a domicilio y sólo salen en los horarios que tienen permitidos”, relata la mujer de 53 que reparte su escaso tiempo libre entre su casa de la Paternal (donde viven dos de sus tres hijos) y la de su novio, en La Boca. ¿Cómo se vive en el laboratorio? “Son días de gran tensión, estrés e incertidumbre, porque no sabemos qué pasará ni de qué manera se va a comportar el virus con medidas tan restrictivas”.
MARA LAURA RUSSO
Biotecnóloga. “Cargo fichas, veo muestras, las proceso, miro los resultados de las placas… ¡Estoy donde se me necesite!”, admite la mujer de 41 años, casada cuando arrancó en el Malbrán, en 2010. Es el marido, Carlos, quien cuida a su bebé de quince meses y a su nena de seis años en la casa de Villa del Parque que habitan. Ella prefiere destacar el lado bueno de la pandemia. “Es el compañerismo. Si bien tenemos muchísimo trabajo, lo hacemos con la mejor onda y poniendo todo. ¡Y no sabés lo que nos ayuda el Departamento de Virología! Si eso no es compromiso y compañerismo, ¿qué es?”.
VIVIANA MOLINA
Directora del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de la ANLIS “Dr. Carlos G. Malbrán”. “Mi nieta Isabella cumple tres meses y hace veinte días que no puedo verla. ¡Es difícil!”, reconoce quien tiene dos padres de 87 y 86 (“viven frente a mi casa de Lanús, pero trato de no verlos”) y una historia en el sector: “Llegué cuando tenía 20 años, y hoy sumo 57”. Por otra parte, cuenta que trabajó en la pandemia del 2009, pero que éste es “un desafío y un peligro que no habíamos imaginado. Es impactante a nivel salud enfrentar lo desconocido. ¿Temor? No tengo tiempo de tenerlo”.
MARÍA ELENA DATTERO
Bioquímica. “El coronavirus fue una cachetada. Pero no nos agarró de improviso: teníamos la técnica puesta a punto desde fines de enero”, cuenta la platense de 28 años que lleva cuatro en el Malbrán. Además reconoce: “Es un placer enorme trabajar con personas tan capaces e inteligentes”. Y detalla: “La revolución también pegó en nuestras vidas. Estamos haciendo doble turno, tomándonos sólo un día libre cada diez, para descansar y ver a la familia. Los míos, por suerte, me hacen saber que están orgullosos de mí, y eso ya es un montón”, redondea.
Fotos: Fabián Uset, Alejandro Carra y gentileza del Ministerio de Salud de la Nación.