El domingo 18 de diciembre se disfrutó de una de las escenas más esperadas por los argentinos en los últimos años: Lionel Messi levantó triunfal la Copa del Mundo. El recorrido de la "Scaloneta" hasta la final no fue fácil: comenzó con la derrota contra Arabia Saudita. Luego ganaron ante México, Polonia, Australia y Croacia, y empataron ante Países Bajos y Francia logrando la victoria por penales. Tras consagrarse campeón, el capitán de la Selección Argentina levantó los brazos y gritó: "Ya está". A partir de ese momento el pueblo argentino comenzó a festejar. La culminación de este sueño se daría ante los ojos del pueblo en el Obelisco, pero la celebración se desbordó a tal punto que debió cambiar sobre la marcha.
Cerca del mediodía del martes 20 de diciembre los campeones salieron del predio de la AFA en Ezeiza con micros descapotables preparados para exibir su gran trofeo y disfrutar de cerca con los fanáticos que fueron a su encuentro.
Desde el centro porteño se esperaba con ansias el paso de los jugadores. Miles de personas se aseguraron desde temprano un lugar especial en Avenida Corrientes y 9 de Julio. Otro tanto, decidió esperar frente a la Casa Rosada. Nunca se confirmó la asistencia a la sede gubernamental, pero hasta el último minuto muchos quisieron ver a "La Pulga" y todo su equipo saludando desde el mítico balcón.
A pesar del desconcierto respecto al recorrido de los micros las banderas celestes y blancas flamearon al ritmo de la canción del año, pero con una modificación en la letra: "Muchachos, ahora solo queda celebrar. Ya tenemos la tercera. Ya somos campeón mundial".
Cumplidas las 13 horas multitudes desconcentraron y comenzaron a caminar alentando hacia la Autopista 25 de Mayo. Sin certezas, pero siguiendo la información que corría confusa cual teléfono descompuesto entre los hinchas.
Por ahí se escuchaba a algún descreído que rompía la corriente y decía: "Hay que hacer lo contrario a lo que dicen en la televisión". Lo cierto es que millones de simpatizantes ya habían colapsado el lugar prometido por el cual pasarían los deportistas. Recién a las 15 horas la "Scaloneta" logró llegar a la General Paz.
A 7 minutos de las 4 de la tarde el "Chiqui" Tapia, Presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, escribió desde su cuenta oficial de Twitter: "No nos dejan llegar a saludar a toda la gente que está en el Obelisco". Con este mensaje, la esperanza de ver a a quienes trajeron la tercera Copa del Mundo al país se desvaneció.
Minutos más tarde en las calles comenzó a correr un fuerte rumor: en las redes sociales decían que los jugadores sobrevolarían la Avenida 9 de Julio en helicóptero. La fiesta popular, que nunca se detuvo, se dirigió al cielo. Ahí donde se señaló cada vez que se nombró a Diego Armando Maradona estaban nuestros ídolos.
La celebración continuó sin importar que los jugadores estuvieran armando sus bolsos en Ezeiza para dirigirse a sus casas. Este festejo fue el necesario desahogo tras la culminación de 36 años de espera. La Copa del Mundo volvió a nuestro país y millones de personas volvieron a gritar: ¡Vamos Argentina!