Antes nos preguntaban cuántos hijos íbamos a tener, hoy la pregunta es ¿cómo los vamos a tener?
Nuestro Código Civil y Comercial contempla tres fuentes de filiación, entendiendo la filiación como el vínculo que une al hijo con sus progenitores. Desde lo jurídico lo podemos definir como “el emplazamiento” que generan las relaciones de familia, con derechos y obligaciones recíprocas. Cuando “emplazamos” a nuestro hijo, literalmente estamos inscribiéndolo en el Registro Civil con nuestro apellido. Es decir, lo estamos reconociendo como tal y damos publicidad de ese reconocimiento a terceros, a través de la inscripción en el Registro Civil.
Entonces, a partir de esa realidad legal, ¿cuántas formas de filiación existen?
Tres: a través de la naturaleza, mediante técnicas de reproducción humana asistida y por adopción.
LA NATURAL:
Involucra a un hombre y una mujer que en forma conjunta (o no) inscriben a su hijo, fruto de la relación entre ambas partes. Allí no intervienen terceros, correspondiendo así el nexo biológico con la inscripción registral.
LA ADOPTIVA:
Emplaza al adoptado en estado de hijo, y solo se puede otorgar a través de una sentencia judicial. Es el juez quien, luego de un proceso, reconoce como hijo de tal persona, a tal niño, aún cuando claramente no haya nexo biológico que los conecte. Los conecta y emplaza una sentencia que decreta que, a partir de la fecha de su dictado (también podría ser antes) comenzará a nombrarse o identificarse con el apellido del adoptante. Tal sentencia, además, ordena su inscripción en el Registro Civil. A su vez hay tres formas de adopción, que al mismo tiempo son fuentes filiatorias: la plena, la simple y la integrativa (adopción del hijo del cónyuge).
LAS TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA:
Aunque en este caso la filiación puede o no corresponder con la identidad biológica (gametos), el elemento principal de los protagonistas para que se cumpla con el requisito exigido es que exista en forma fehaciente y documentada “la voluntad procreacional” del padre o madre alegado, de ejercer ese rol, para que se convierta en una fuente de filiación. Puede no haber identidad o correspondencia biológica sobre alguno de los miembros de la pareja, o de la unión, o en el caso de la elección monoparental pero, si existe el firme deseo y la voluntad manifiesta de ejercer el rol materno o paterno, se lo inscribe como tal en el Registro Civil. Cada día hay más avances en relación a las TRHA utilizadas para poder concebir una nueva vida, y tanto la doctrina como la jurisprudencia han permitido durante los últimos años que los métodos se actualicen, respetando y garantizando así el principio del Interés Superior del Niño en el Código Civil y Comercial de la Nación, cumpliendo de tal forma con la Convención sobre los Derechos del Niño. Sin embargo, sería más auspicioso para toda la niñez que tales avances se hagan en forma sostenida, y con la prioridad que el derecho a la identidad de todos nos obliga e interpela. La niñez es hoy.
Para cerrar, vale decir que, si bien en Argentina hay avances en la materia, resultaría necesario una mayor apertura para que, cuando la biología sea un impedimento, aquellas personas que quieran maternar y paternar no piensen que la única salida se encuentra en el exterior, donde las legislaciones y la ciencia están a la vanguardia y es más sencillo convertir el deseo en realidad.
Agradecemos a Estudio Guerrero ([email protected])
Fotos: Pexels y GG
