“Decidí contar mi historia sin fin. En 7º grado tenía amigos por webcam. Me llamaban maravillosa, hermosa, perfecta, etc. Querían que me fotografiara, y así lo hice. Un año después tenía un mensaje de Facebook de él -no sabía cómo me conocía- que decía: ‘Si no hacés un show para mí voy a enviar tus senos (refiriéndose que mandaría las fotos a sus conocidos)’. Él conocía todo de mí: dirección, escuela, horarios, nombres de mis amigos y familiares. En las vacaciones de Navidad tocaron a mi puerta a las 4 de la mañana, era la policía... Mis fotos fueron enviadas a todos".
"Ésta es la historia contada en primera persona por Amanda Todd", explica Paola Zabala, directora de la comunidad Antibullying Argentina. Y explica algo más sobre el caso, que fue muy difundido en 2012. "Quién un mes antes de su suicidio publicó un video titulado 'Mi historia: lucha, bullying, suicidio y autolesión'. El clip llegó a mí casi por casualidad. Sus palabras ‘No tengo a nadie, necesito a alguien’ impactaron con fuerza en mi vida. La decisión de Amanda de quitarse la vida podría perfectamente haberse evitado".
¿Por qué importa todavía la historia de Amanda Todd? Porque el dolor que padeció es similar al que padecen miles de adolescentes alrededor del mundo. Y las consecuencias pueden ser fatales. "El suicidio es la segunda causa de muerte en la adolescencia. En nuestro país la tasa se ha triplicado desde la década del '90 a la actualidad, según datos de la OMS. Existe una relación directa entre los casos de suicidio y el hostigamiento escolar", señala Zabala.
Luego de la muerte de su hija Amanda, Carol Todd creó una fundación que trabaja para generar conciencia y promover el bienestar de las personas. "Tenemos un fuerte enfoque en la prevención y concientización relacionadas con el acoso, el abuso cibernético y la seguridad en Internet. Además, en nuestro sitio web se comparten recursos y educación que fomentan la positividad, la salud mental y el bienestar y cómo mantenerse más seguro en línea", dice la presentación de Amanda Todd Legacy Society.
"Por supuesto, no es el único factor de riesgo", acota enseguida la especialista, que es consultora psicológica y se formó en orientación familiar. "Existen otros hechos desencadenantes como el abuso sexual, trastornos mentales no atendidos, etc., pero actúa como precipitador, porque la niñez y la adolescencia son etapas de gran vulnerabilidad -los chicos no poseen los mismos recursos de afrontamiento que un adulto-, coloca a los chicos en una situación de aislamiento y soledad. Los chicos no desean morir, pero encuentran en el suicidio una solución rápida y efectiva para los problemas que están atravesando", reflexiona.
En este sentido, explica por qué cree que es importante dar a conocer casos como el de Amanda Todd. "Entiendo que esta información puede sonar alarmista, genera miedo tan sólo imaginarlo. Pero equivocamente a lo que pensamos, el no hablar de esta problemática no significa que deje de ocurrir. Muy por el contrario, dialogar sobre el tema reduce las posilibilidades de cometerlo. Es necesario e indispensable que los adultos aprendan a reconocer los signos de alerta", concluye.
