Alejandra Ciappa es una médica tandilense que a los 28 años se encontraba viviendo en los Estados Unidos para realizar un doctorado en genética de Alzheimer. El 11 de septiembre de 2001 la vida la colocó en el lugar y momento exacto, y se pasó tres días como rescatista voluntaria buscando sobrevivientes al atentado de las Torres Gemelas.
Con motivo del aniversario número 20 del atentado realizado por el grupo jihadista Al-Qaeda GENTE conversó con la Dra. Alejandra Ciappa quien rememoró sus vivencias y habló del aprendizaje que le dejó una de las experiencias más trágicas que atravesó en la vida.
A Alejandra no le gusta que la califiquen como heroína, de hecho ella no se siente de esa manera “Fue una labor bastante humana” aclara al otro lado del teléfono en diálogo con GENTE. La médica, que entre miles de voluntarios fue la única de origen argentino, se encontraba en Nueva York yendo a trabajar al laboratorio de genética de la Universidad de Columbia cuando vio en la televisión de un vecino cómo un segundo avión se estrellaba sobre la torre sur del World Trade Center.
“Cuando salí de casa, estaba el portero del edificio mirando un televisor chiquito y me dice ‘chocó un avión contra la torre’ y ahí vi en vivo el segundo avión estrellándose” recuerda como si hubiera ocurrido ayer, y agrega “Yo tenía que tomar un subte para ir al trabajo. Llegué al subte y estaba todo raro el ambiente. Muchos de los que estaban en la calle no estaban enterados y no sabían lo que había pasado. En el tren A - un expreso que viene desde las torres - pregunto a una señora: ¿ Sabías que chocó un avión contra las Torres Gemelas? y me dijo furiosa ‘You are crazy’ (estás loca)” narra con una risa nerviosa Alejandra Ciappa.
Se vivía una sensación de pánico e incertidumbre aquel 11 de septiembre de 2001 en el que Alejandra iba viajando a su trabajo mientras que en medio de la desinformación, a falta de teléfonos celulares y redes sociales, pensaba que lo ocurrido “pudo haber sido un atentado”. “Llegué a mi laboratorio y les dije a mis compañeros lo que había pasado porque ahí no había tele. Ellos no lo podían creer. En eso, me llamó mi mamá -desde Argentina- y me dijo ‘andate a tu casa, no te muevas. No hay torres gemelas en Manhattan. Se cayeron, no existen más” relata la doctora mientras recuerda haber pensado que su madre estaba exagerando.
Cuando Alejandra habla de su madre piensa que ahora, siendo ella mamá, entiende perfectamente la preocupación de la suya en aquel momento. Sin embargo, la joven impulsiva no le hizo caso y le pidió permiso a su jefe para ir a la zona del atentado: “Ahí mismo dije me voy porque seguro van a necesitar médicos, ni lo pensé, le dije a mi jefe que me iba y me dijo ‘anda, hacelo’” explica mientras remarca que los estadounidenses son muy patriotas y agradecen las acciones que favorezcan al pueblo norteamericano.
Automáticamente Alejandra abandonó el laboratorio y fue a comprarse una botella de agua y una cámara de fotos descartable. Lo que no sabía, era que iba a pasar los próximos tres días de su vida durmiendo entre los escombros y el polvillo en un clima que siempre parecía nocturno por la oscuridad que el derrumbe de las torres provocaría.
Cómo fue la experiencia de Alejandra Ciappa como rescatista del atentado a las Torres Gemelas
Cuando Alejandra llegó a Nueva York en el año 1999 conoció el World Trade Center desde otro lugar. “Yo iba a desayunar abajo de las Torres, vivíamos yendo al Century 21 que era un shopping. Todos los miércoles íbamos con amigos a bailar a las Torres Gemelas al ‘Windows of the World’ un complejo de locales en el piso 106 y 107 de la Torre Norte” comenta y agrega, “Los miércoles era día ‘latino’, ponían salsa, Ricky Martín y todo ese tipo de música. Lo disfrutábamos mucho”.
Ciappa conocía las Torres Gemelas de arriba a abajo. Eran parte de su vida cotidiana, ella vivía cerca de allí en el barrio Uper West Side ubicado en Manthattan y asegura que cuando subías al mirador de las torres podías ver la Estatua de la Libertad y “sentir que volabas”. Pero todo cambió de un día para otro y Alejandra jamás volvió a ser la misma.
“Nunca tuve miedo ni conciencia de lo que estaba pasando” asegura la Dra Ciappa mientras recuerda que solo se preocupó luego de estar dos días enteros dentro del Ground Zero (Zona Cero) y atravesar una tormenta que levantó astillas de hierro en el aire, lo cual imposibilitó que los rescatistas pudieran ver bien y por lo tanto se desorientaban.
“Vos ya no te podías ubicar como antes, era como estar en un bosque. En ese humo con la lluvia, que cuando te mojabas te humedecías, y el polvillo que te irritaba la piel, entonces me asusté no sabía qué pasaba tenía miedo que me cayera algo en la cabeza” explica y agrega “Empecé a correr a ciegas siguiendo una luz y dejándome al amparo de Dios, tenía miedo de quedarme respirando todo eso que era desconocido y que me pasara algo”.
A las 7 de la mañana del 12 de septiembre les avisaron que dejaran de buscar entre los escombros porque ya no “iba a haber más sobrevivientes”. “Parecía un chiste” dice indignada Alejandra Ciappa al otro lado de la línea, mientras asegura que era imposible que no haya gente dado que habían 10 o 15 pisos de escombros. “Yo me quedé mal porque sentía que no había hecho nada, que no había salvado ni una vida” afirma a pesar de haber rescatado a mucha gente de los edificios aledaños que corrían el riesgo de derrumbe o explosión, sin dudas otra manera de salvar vidas.
Hay cientos de imágenes que quedaron grabadas en la memoria de Alejandra pero, sin embargo, lo que más recuerda es aquello que no pudo ver, pero si pudo sentir: "Tengo imágenes en la mente que nunca conté porque no suman, no aportan mas que al morbo, pero una de las cosas que no vi pero sentí - y esa es la peor para mí - fue sentir que había gente con vida debajo de los escombros. No siempre se ve, a veces se escucha… en las torres tenia activo los cinco sentidos" confiesa con un tono de voz desgastado, y retoma "Yo me acuerdo los olores, aprendí a identificar fuegos nuevos: el olor a combustible quemado de avión era el olor del ambiente, si explotaba algo o se prendía fuego otra cosa era un fuego nuevo. Un olor distinto".
El aprendizaje de Alejandra Ciappa tras haber estado presente en el atentado a las Torres Gemelas
Alrededor de 3.000 personas perdieron la vida aquel 11 de septiembre de 2001. El atentado fue en la ciudad de Nueva York, pero afectó al mundo entero. Más de 40 países tuvieron fallecidos, cinco familias argentinas perdieron a un ser querido y miles de religiones perdieron fieles.
Casual - y trágicamente -, al comienzo de la pandemia, Alejandra vio en la televisión que habían 3.000 muertos en Nueva York a causa del Covid-19, "Me agarró mucha angustia, yo pensé que nunca mas iba a haber esa cantidad de muertos en Nueva York después de las Torres Gemelas. Me senté frente a la tele y lo único que hacía era llorar".
Actualmente Alejandra Ciappa está anotada como una de las rescatistas del 911 en el Memorial Museum. Al año del atentado, viajó a hacer el duelo con los familiares en el Ground Zero. Fue una suerte de sepelio en donde la gente hacía montículos con piedras y ponían fotos, velas y flores para llorar a sus muertos sin siquiera tener la certeza de que estuvieran ahí.
"Toda esta experiencia me llevó a encontrar esa misión en mi, ese lugar donde me siento plena: ser médica y hacer salud emocional. Todo ese recorrido, esas experiencias, ese viaje fue un aprendizaje de vida muy profundo que me llevó a descubrir quién era quién debía ser. Ahora entiendo cuál es mi misión en esta vida, que para mí es inspirar a otros" explica la doctora que actualmente es coach y se dedica a dar charlas de inspiración y liderazgo.
La historia de Alejandra es la de una chica que viajó a una ciudad con expectativas de crecer en lo laboral y nutrirse de nuevas experiencias, y se llevó una vivencia que nunca olvidará en su vida, y que ha logrado tal nivel de trascendencia en Argentina que 20 años después continúa perpetuándose. "No cambiaría nada hoy, haría exactamente lo mismo" afirma convincente Alejandra quien se encuentra escribiendo un libro sobre lo vivido durante ese fatídico año en la ciudad de Nueva York.