Creyó que “es una joda”. Por entonces, el periodista Luis Ventura había admitido haber pagado treinta mil pesos por la filmación casera que, charla mediante, jamás publicó. Twitteó “repudio absoluto a todos los que se hacen eco de un hecho delictivo como es el hackeo de un video íntimo y privado”, horas después (madrugada del jueves 27) de que las imágenes hicieran metástasis récord en las redes sociales. Confesó “estoy muy triste” al ser abordada en la puerta de su casa.
Florencia Peña (38), hoy en los Estados Unidos –donde intentará despedir un año convulsionado– busca entender. Lo que se ve: un strip sensual que inicia una relación sexual explícita. El sitio: el cuarto de la casa que la pareja compartió hasta su separación en marzo. “Cuando logre explicarme qué pasó, cómo fue que todo esto sucedió, haremos lo conveniente. Obviamente, iniciaré acciones legales. Es la primera vez en mi vida que tomo esta decisión, pero no me queda otra. Voy contra todos”, contó.
Su ex marido, el músico Mariano Otero (38), quedó al cuidado de sus hijos Tomás (9) y Juan (4). El contexto: “Desolación familiar, llantos compartidos y mucha contención”, según su entorno. “Estamos consternados. ¿Qué necesidad hay de hacer algo así? No sabemos de dónde salió el video. Yo no per Su ex marido, el músico Mariano Otero (38), quedó al cuidado de sus hijos Tomás (9) y Juan (4). El contexto: “Desolación familiar, llantos compartidos y mucha contención”, según su entorno. “Estamos consternados. ¿Qué necesidad hay de hacer algo así? No sabemos de dónde salió el video. Yo no perdí ni mi celular ni mi computadora. Con Mariano tuvimos diez años de relación, en los que tuvimos derecho a hacer lo que nos daba la gana. Es un video íntimo en nuestra habitación... Nada más que un acto de amor de un matrimonio”, contó angustiada Florencia, después de varias horas de lágrimas y a días de debutar en ¡Dale la tarde!, el ciclo de Ideas del Sur que conducirá con Mariano Iúdica en la nueva grilla de El Trece. “Había planeado este viaje y se hizo oportuno –disparó al despedirse, mientras arrecian versiones sobre la existencia de una segunda parte del video–. Necesito la distancia”.
El sospechoso
Aún no se ha podido establecer cómo llegó el video íntimo de Florencia a Internet, pero su abogada, la doctora Magalí Gura, asegura tener “una sospecha y varias pistas”. La posibilidad de un “trabajo de inteligencia” se hace débil y compleja con la última declaración. “Un celular y una computadora se enviaron a un serviciotécnico. El video estaba e liminado de ambos dispositivos, pero puede haber quedado en alguna memoria o disco paralelo, y la persona que accedió a la reparación lo habría hackeado, pero lo que no sabemos es si esta misma persona es la que lo subió a Internet”, dijo la representante legal, dilucidando el eje de la desconfianza. En la Argentina, desde el punto de vista criminal, esta acción ilegal se encuadra en el tipo penal de “violación de secretos y privacidad” y cuenta con sanciones de hasta seis meses de prisión, salvo que resulte un delito penado más severamente. Respecto a lo civil, el derecho a la intimidad está protegido por el artículo 1071 bis del Código. Y el artículo 31 de la ley 11723 ampara el derecho a la imagen personal, que no puede ser usada sin consentimiento. “La demanda civil tiene dos aristas: contra el responsable del delito informático y contra aquellos que difundieron este video”, dijo Gura. La prioridad: “Hicimos distintas denuncias a los sitios que empezaron a divulgar las fotos y el video y por eso se frenó la propagación. Paralelamente iniciamos una medida cautelar, solicitando que se habilite la feria para que se suprima el video”, aseguró la abogada. El daño más grande: “Florencia se siente muy mal y su familia también. Se daña el honor, la dignidad. Fue vapuleada. Esta vez se superó lo que uno puede tolerar”.
“Cuando logre explicarme qué pasó, cómo fue que todo esto sucedió, haremos lo conveniente. Obviamente, iniciaré acciones legales. Es la primera vez en mi vida que tomo esta decisión, pero no me queda otra. Voy contra todos”, contó Florencia.
