Todo cambió en Villa Gesell luego de la fatal golpiza que acabó con la vida de Fernando Báez Sosa. La ciudad se convirtió en el epicentro de las noticias y luego quedó atravesada por el dolor de la familia y los amigos del joven que pasaba sus vacaciones en la localidad balnearia.
Luego del crimen, los rugbiers que lo golpearon quedaron en el centro de la escena: se cuestionó al deporte, tildándolo de violento; los acusados por la muerte de Fernando señalaron a alguien más (aunque enseguida se supo que había sido una falsa acusación) y luego se conocieron sus experiencias en la cárcel.
Mientras el caso Báez Sosa avanza en la Justicia y los abogados de los rugbiers buscan los caminos adecuados para que sus defendidos reciban la menor condena posible, en Villa Gesell la vida continúa, pero el crimen de Fernando no se olvida.
Al contrario, el árbol que se encuentra en la vereda en la que los rugbiers golpearon a Fernando se convirtió en un hito de la localidad, que recuerda la trágica noche del 18 de enero de 2020. "Cada 18 había gente frente a ese árbol dejando flores o rezando", le contó a La Nación alguien del barrio.
El árbol, que todo el país conoció a partir de la difusión de las imágenes del crimen, fue uno de los puntos neurálgicos de los homenajes en memoria de Fernando cuando se cumplió un año del asesinato. Está repleto de carteles con la foto del joven y sentidos mensajes e su memoria. Hay rosarios, estampitas y hasta una pequeña Biblia. Y los carteles de los vecinos insistiendo que no se enciendan velas dan cuenta de que alguien tuvo esa iniciativa.
