A esta edad no se puede pedir más: estoy jugando tiempo de descuento”, dice con una sonrisa pícara Santiago Bal (80), a días de estrenar Especialista en mujeres, la obra que le devolvió la energía y lo rodeó, una vez más, de figuras preciosas: Rocío Marengo (36), Magalí Mora (24), Valeria Degenaro (35) y Pamela Pombo (30). Este hombre que habla tan vigorosamente, es el mismo tanguero de corazón que pasó seis meses internado. Hoy, ya bastante recuperado, camina por las calles de Villa Urquiza con ayuda de un bastón, pero elige no subirlo al escenario. “Con las péndex que estoy trabajando, no puedo aparecer con esto”, explica con la misma mueca picarona con la que, tiempo atrás, conquistó a Thelma del Río, Silvia Pérez y Carmen Barbieri, nada menos.
–No muchos hombres de 80 años están en el escenario con chicas tan lindas...
–(Se ríe) No es habitual, pero ¿por qué creés que me llamaron a mí? El público me asocia con ellas. Siempre me tomaron tipo Isidorito. Conozco bien su psicología, y así se la enseñé a mis hijos. Conmigo aprendieron a levantarse cuando entra una señora, a correr la silla, a abrir la puerta del auto y otras pavadas que ayudan horrores, porque ellas –aunque no lo digan– se sienten consideradas. Es así. La que pasa un rato conmigo se siente muy mujer.
–Vimos la foto de un beso con Pamela Pombo, una de sus compañeras de elenco. ¿Hay algo que tengamos que saber?
–Sólo fue para los fotógrafos. Es una buena compañera. Cuando la conocí, estaba con las otras chicas y dije: “¿Estos monumentos van a estar conmigo? ¡Pero las amo...! ¡Qué lindas son!”. La verdad, las mujeres me siguen atrayendo como cuando tenía 20 años, y lo peor es que algunas todavía me dan bola. ¡Peligroso!
–¿Cómo arrancó la convivencia detrás del escenario?
–La verdad, pasó una cosa espantosa. Resulta que yo elogié el c... de Magalí Mora, el mejor que haya visto. Como hombre de la revista, en mi vida vi unas doscientas mil mujeres desnudas. Bastó que lo hiciera para que otra chica le enviara a Mariano, mi hijo mayor, fotos del “antes” y el “después”, para hacer notar que no es natural. ¡Qué maldad! La envidia de las mujeres me vuelve loco.
–Más allá de eso, ¿siente ansiedad por reencontrarse con el público?
–¡Muero de ganas! A mí me pasó algo muy loco: volví a tomar popularidad por mi hijo, por Fede. Y me da una enorme alegría que muchos me conozcan como su papá.
–¿Es verdad que sueña protagonizar una obra con él y Carmen?
–Totalmente. No bien salí de la internación escribí Juntos, una revista para los tres que tiene el agregado de que ella y yo no nos vemos en el escenario hasta que faltan unos 30 minutos y Fede nos cita por separado en un mismo restaurante. Es un final maravilloso en el que nos encontramos, hablamos, cantamos y nos amamos. Yo mismo le di el libro a Carmen, pero ella nunca me contestó, ¡y eso que es bárbaro! Los dos tenemos escenas con Federico, números musicales, ¡todo!
–Honestamente, hoy, ¿cómo están las cosas con ella?
–Mal. No quiere saber nada de mí. Felizmente se están queriendo arreglar, porque nosotros nos unimos mucho cuando Fede tiene problemas. Cuando fue lo de Muscari, Carmen me mandó por mail una foto con sonido que decía: “Vinieron por los judíos y se los llevaron, pero como yo no lo soy no me preocupé (...) Ahora vienen por mí, pero ya es tarde”. Esto es sensacional, porque entendí lo que ella me quiso decir: “Estoy con vos, mi judío querido”. Porque nuestro hijo es judío a pedido de Carmen. Ella quiso que sea igual al papá y para mí fue un honor. Pegados, también me envió videos en los que el público aplaude a rabiar a nuestro hijo. Y no pude menos que contestarle “Gracias por estar conmigo. Gracias por solidarizarte. Gracias por entendernos. Gracias por acompañarnos. Gracias, Carmen, Te quiero mucho. Santiago”.
–¿Es verdad que ella quiere sacarlo del departamento en el que vive?
–Sí, me quiso dar salida. La paró Federico. Ahora parece que ya pasó, pero no tengo ningún tipo de seguridad al respecto. Igual, no me preocupa ni me quita el sueño. Sé que Federico no me dejaría. El dice: “Vos sos loco, vos te venís a vivir conmigo”. Pero yo no lo haría nunca: él necesita su libertad y su independencia. Es un tipo que tiene una vida hermosa, repleta de amigos. Jamás sería un estorbo para él.
–¿Cómo se lleva con las elecciones que está haciendo Fede a nivel amoroso?
–Bien. Las chicas lo aman. Lamentablemente, se enamoró de esta que le hizo la vida imposible... Carmen y yo tuvimos miedo desde el primer día, y se lo hicimos saber. Su mamá ha hecho tantos quilombos en la vida. Y la genética difícilmente falla. Así terminó. El no era feliz. Y yo, lo único que quiero como padre es tener hijos felices.
–Lo desafío a pensar en la felicidad y responder: ¿cuál fue el mejor año de su vida?
–¡Qué difícil! Mirá, voy a decirte una barbaridad: éste. Porque la ilusión que tengo en este momento no la tuve nunca. Hace veinte meses me dieron de alta, y desde entonces estuve sentado en un sillón viendo pasar la vida... Hasta que me ofrecieron este trabajo y empecé a vivir. Sí, éste es el mejor año. Lo sé y lo siento, porque estoy con un vigor que no tenía desde hace mucho.
Con 14 kilos menos,
Bal sólo usa trajes que
achica especialmente para
cada ocasión, como éste
que eligió él mismo para
lucir en nuestra producción.
“Las
mujeres
me siguen
atrayendo
como
cuando
tenía 20
años, y lo
peor es que
algunas
todavía me
dan bola”