Le extendió la mano, ante la sorpresa de la custodia, y le preguntó qué sentía por la Argentina. Entonces Lady Diana (1961/1997) rompió el protocolo que indica que a los representantes de la realeza no se les puede dirigir la palabra si ellos no inician una conversación, contestó y estrechó la diestra de Alejandro Sangenis, periodista de GENTE.
Fue a la salida de una típica casa de té en la localidad chubutense de Gaiman, donde visitó a la comunidad galesa, tomó un té con leche, no probó ninguna de las tortas que le prepararon especialmente, concurrió a una escuela de música y hasta cantó un carnavalito. Y fue también una de las últimas actividades que desarrolló en nuestro país, adonde había llegado el 23 de noviembre de 1995, tras separarse de Carlos, con declaraciones de última hora a la BBC en las que confirmaba los rumores de infidelidad de él con Camilla Parker y hablaba de su bulimia y de cómo la Corona quería apartarla de su ámbito.
Un viaje especial para la Princesa de Gales, por ese motivo y porque necesitaba buscar algo de sosiego tras una controversia que la colocó en el ojo del huracán mediático mundial, tanto como a la monarquía británica que representaba.
Aterrizada pasado el mediodía de aquel jueves primaveral, lo primero que hizo en nuestro país fue trasladarse a la embajada de Gran Bretaña. Llegó en un Jaguar, acompañada por varios autos de custodia. Lo cierto es que, una vez instalada y frente al calor reinante, pronto se animó a romper otra regla: se dio un chapuzón en la piscina, generando una imagen que publicó GENTE y recorrió el planeta.
Aquella mañana, visitó además la Asociación de Lucha contra la Parálisis Infantil (ALPI). Luego se acercó al Servicio Nacional de Rehabilitación y más tarde fue a ver a los chicos internados en el Hospital Garrahan. Cerró la jornada asistiendo a una cena en su honor, que fue acompañada con música de tango.
Al día siguiente se dirigió a la Quinta Presidencial de Olivos, donde se entrevistó con Carlos Menem y Zulemita. Y se subió a una formación del Tren de la Costa, con el objeto de visitar el Hospital Municipal de San Isidro. Por la noche asistió a otra cena de ALPI en el Palacio del Correo.
El sábado 25 partió en el Tango 03 rumbo a Puerto Madryn, Chubut, donde, a bordo de una lancha, asistió al famoso avistaje de ballenas. Su próxima parada sería la mencionada ciudad de Gaiman, donde mantuvo contacto con GENTE, el único medio que accedió a ella y cubrió cada instante de su inolvidable paso por la Argentina, que culminaría horas más tarde. A propósito, ¿cuál fue la pregunta que le formuló (con su correspondiente respuesta) y que más recuerda Sangenis? Se lo consultamos al periodista un cuarto de siglo después y el memorioso Alejandro cuenta:
"¿Qué imagen se lleva de nuestro país?"... Y desde esos ojos claros, esa altura imponente de piernas largas, me dio una respuesta inteligente: "Estoy maravillada con la Argentina. Es un país extraordinario, increíble. Me impacta la calidad de su gente, como las bellezas y los recursos que tienen. No le encuentro explicación alguna a que Argentina no sea una potencia en el mundo, porque lo tienen todo: tienen médicos y profesionales excelentes, habitantes solidarios, personas muy cálidas. Siento que encontré un país único. Me voy tan maravillada como extrañada de que no se hayan convertido en uno de los líderes del planeta, aunque creo que pronto lo serán".
Busqueda de Archivo: Mónica Banyik.