Ismael Cala, expresentador de CNN en español, llegó a la meditación por desesperación, pero sostiene que cambió su vida. "hay un fundamento científico que explica esto", dice.
Se define como estratega de la vida. Dice que comenzó a meditar por desesperación, en busca del equilibrio, cree en el poder de la intención y en la gratitud como actitud fundamental. El domingo 9 de febrero la fundación Mil Milenios de Paz lo nombró embajador para difundir el mensaje por el mundo y, en el marco de ese encuentro, guió una meditación para más de 300 personas en la Plaza de las Naciones Unidas en Buenos Aires.
Un detalle llamó la atención de Ismael Cala (50) cuando recibió la invitación al encuentro organizado por la fundación Mil Milenios de Paz para nombrarlo embajador de la paz. “Abajo decía: ‘se suspende por lluvia’. Lo ví y pensé que era algo rarísimo. Cuando llamé para chequearlo me dijeron que era un aviso de que el evento no se realizaría si lloviera. A lo que yo respondí que no iba a llover”, dice. ¿De dónde venía su certeza? “Creo que lo que tu emites es lo que se acerca. Entonces el sólo hecho de pensar que se suspende por lluvia está atrayéndola y yo no quiero eso”, explica y, para avalar la idea, agrega: “Y hoy cuando llegué a la Plaza Naciones Unidas, donde me entregaron la bandera de la Paz, me dijeron que este es el mejor día del verano”.
Efectivamente el domingo fue un día de sol radiante y temperatura agradable en la ciudad de Buenos Aires. Unas 300 personas se convocaron en la plaza junto a la Facultad de Derecho de la UBA para escuchar a Cala y meditar con él. El cubano, radicado en Miami, confiesa que llegó a la meditación por desesperación: buscando una respuesta a cuadros psiquiátricos que se repetían en su familia. Indagó en la psicología, la psiquiatría y las neurociencias. Se topó con la cosmovisión de Deepak Chopra -con quien compartirá un retiro en mayo en México- y abrió un camino.
“Aprendí a meditar con Deepak Chopra. Pude aprender de él y él me enseñó a enseñar a otros una vez que perfeccioné mi práctica”, recuerda Ismael Cala quien jamás hubiera soñado el presente que está viviendo. Desde la fundación que lleva su nombre busca difundir las inteligencias fluidas en zonas de vulnerabilidad social, lanzó EsCALA, una app con meditaciones guiadas, en mayo será el único conferencista latino en el evento de Deepak Chopra en Riviera Maya y en noviembre presentará el Método Cala de reprogramación consciente.
-¿Porqué meditación?
-Porque agrupa todo. Realizo una meditación es neurocientífica, no tiene ninguna filiación religiosa más allá de que de vez en cuando suelto mi mantra personal que es “Dios es amor, hágase el milagro”. Porque sí creo en Dios y que estamos conectados a un campo cuántico de una energía inteligente-amorosa. Hace unos días, Facundo Manes me decía: “Tu estás plasmando en las prácticas y los ejercicios lo que estamos descubriendo sobre el cerebro”. Y mi respuesta fue que quiero que la gente entienda que esto tiene un basamento científico y no sólo místico.
-¿Cómo es eso?
-Hay mucho de espiritual y místico pero hay un fundamento científico en que la meditación, como herramienta, permite reprogramar la estructura molecular del cerebro: puede encender o apagar zonas. La meditación es una herramienta de paz. Nos permite recalibrar el sistema nervioso central, el cerebro básico, instintivo, reptiliano, se calma y la persona tiene más serenidad y la posibilidad de realizar un mejor discernimiento a la hora de tomar decisiones en tiempos difíciles. Hay toda una serie de prácticas como el diario de gratitud, los minutos de meditación y el ejercicio moderado que he incorporado a la vida y me han ayudado a mí a ser una persona más exitosa. Lo llamamos Método Cala de reprogramación consciente y a partir de noviembre vamos a enseñarlo y certificar a entrenadores para que puedan replicarlo en sus lugares.
-A la sociedad actual le cuesta hacer silencio y, sin embargo, hay como un auge de este tipo de experiencias espirituales…
-Los seres humanos estamos en esa búsqueda de querer más paz y ser felices y que nuestra vida importe pero desde la serenidad, no desde el desasosiego. Vivimos en un mundo que nos invita a una aceleración constante y a vivir en piloto automático: cumpliendo responsabilidades para producir y sobrevivir e hipotecarse porque más necesitas comprar cosas. Siempre estamos comprando soluciones temporales: cuando me case, me gradúe, tenga un hijo, consiga un auto mejor, seré feliz. Entonces, muchas veces no identificamos de donde viene el vacío pero sabemos que algo falta. Y esa ausencia es falta de conexión profunda, de sentir gratitud -no porque alguien me regaló algo- sino por lo que soy, por la vida. Siento que hoy estamos en una época de despertar de conciencia…
-¿En qué lo notas?
-Durante 2019 en América Latina hubo protestas y manifestaciones después de años de letargo. Y a eso la gente dijo basta. Pero como no contamos con las herramientas necesarias, ese deseo de cambio ha desencadenado protestas que uno no se explica. Porque tu no puedes quemar iglesias y supermercados en pos de mejorar tu sistema. Al contrario: deberías hacerlo desde la no violencia y la paz. Pero no estamos meditados. Y es por eso que la válvula de escape un día revienta y te vas al extremo de la violencia para hacer sentir tu voz. Siempre les digo a las personas cuando te meditas vas a exigir justicia pero desde una sensación elevada, de paz. Merezco esto, negociémoslo, pero desde la paz. Creo que esa es la solución para construir una sociedad más fuerte, más equitativa.
-¿Meditás mucho?
-Unos 15 o 20 minutos diarios. Mi vida no me permite dedicar 3 o 4 horas diarias al silencio, salvo en los retiros. Pero hago al menos seis retiros al año. Esos son los tiempos de meditaciones profundas. El próximo es en marzo en Costa Rica y acabamos de tener uno en Carolina del Norte.
-¿Cómo meditás?
-Ahora, en mi vida cotidiana lo hago a través de la aplicación nuestra 15 o 20 minutos todos los días. Esto es suficiente. Sirve para cargarte de combustible. Está hecho el estudio neurocientífico que dice que después de ocho semanas de meditar 15 minutos diarios la estructura molecular de tu cerebro cambia: ganas serenidad, claridad mental, se restablece el sistema de equilibrio de la neuroquímica hormonal positiva que es la de la serotonina, la oxitocina, las endorfinas y tu sistema inmunológico se foritifca. La gente que medita se enferma menos.
-¿Cómo impacta no en uno sino en el mundo el hecho de meditar?
-Todos estamos conectados. No hay casualidades. En enero le propuse intencionar a Susana Giménez (porque tuve la oportunidad de quedarme dos días en La Mary y conversamos mucho). Le dije: “Somos amigos cómodos, se me ocurrió esta idea, a ver si te parece bien...”. Ella me dijo que nunca había meditado de esta forma. A lo que respondí que siempre hay una primera vez y que sólo tenía que relajarse, cerrar los ojos y seguir mis instrucciones, poniendo el corazón y la intención para que la lluvia llegue y esos fuegos cesen.
-¿Por eso armaron la meditación por Australia?
-Sí. Ella me había dicho que había sufrido mucho por los incendios en Australia y que creía que era bueno hacerlo. "¡Hagámoslo!", me dijo. Ambos habíamos estado en ese país y nos sentíamos muy conectados con lo que estaba pasando. Mira, no quisimos hacer mucho alarde ni publicarlo, pero sí: llovió. Justo después de esas meditaciones.
-wow!
-Uno desde la humildad, en lugar de sentirse un accidente y decir no puedo hacer nada; puede repetir su intención. No soy un accidente en este universo, mi energía cuenta y si sumo mi energía a la de miles de otras personas -que fue la convocatoria pública que hicimos tanto Susana como yo en nuestras redes sociales- imagínate cuánta gente intencionando en el mundo. Creo en eso porque creo en el modelo de la física cuántica donde los seres humanos somos poderosos en el sentido de que nuestra atención lleva la energía a un foco y recreas la realidad. Yo no me siento víctima ni accidente de las circunstancias que me tocan. Me siento responsable y desde esa responsabilidad lo mínimo que puedo hacer es meditar para que nuestra atención se concentre en una solución y no recite el problema.
-Parece algo muy poderoso...
-Creo firmemente en nuestra inteligencia espiritual que no es la racional y tampoco la emocional. Sino la que nos conecta con la divinidad y con lo divino. Es muy poderosa pero no nos la creemos.