Isha Escribano nació siendo hombre pero desde chica se sentía mujer. Sin embargo, esa transición tardó 50 años y mucho trabajo interno. También implicó ser "excluida" de su familia y dolor. Hoy, a los 54, la médica, periodista, música y experta en bienestar da talleres, canta mantras e inspira a miles de personas a lo largo y ancho del mundo.
Si bien está donde quería estar hay algo que no tiene: el aval de su familia. Hija de José Claudio Escribano, uno de los directivos y ex Secretario general de redacción del diario LA NACION y de Rita Viglierchio, prima de María del Carmen Cerruti (la madre de Máxima de Holanda), Isha no volvió a saber nada de su familia cuando decidió comenzar la transición de género. Un trago amargo que fue olvidando con el tiempo pero que dejó una marca en ella.
Aún sueña con llevar a su madre a Italia, algo que contó en su autobiografía, Solo es vida si es verdad, que se publicó por Random House en 2021.
"Pero, más allá de los severos mandatos del contexto en que crecí, en lo más hondo de mi sangre supe desde siempre que ninguna de esas férreas proyecciones reflejaban ni mi esencia, ni mi género, ni mis pasiones, ni mis puntos de vista, ni mis deseos, ni mis búsquedas, ni mis intereses más profundos. Y en lo más recóndito de mi existencia tenía muy en claro, también, que si bien el futuro no es de hierro, sí lo era el entramado de la matriz en la que fui criada, así como la irreductibilidad de sus barrotes y el altísimo costo que habría de pagar por osar salirme de ella", escribe Isha quien no toma alcohol, es vegana y medita diariamente.
Isha Escribano y el momento en que fue apartada de su familia
Isha cuenta que desde los 3 años se vestía con ropa de mujer. "Vestida de mujer sentía algo hermoso, me sentía yo, pero no podía ni decirlo porque sentía también que eso transgredía las normas, que podía ser expulsada de la tribu", decía en plena promoción de su libro.
Pasaron varios años hasta que se animó a abrir su historia. Recién a los 28 años lo habló con su psiquiatra."Estuve años pensando en suicidarme. Desayunaba y decía, 'Me mato', pero gracias al maestro Ravi Shankar y a la meditación y a todo el camino que hice por mi interior es que pude seguir adelante", sumaba.
Antes de llegar a conectarse con la ayurveda, el yoga y la meditación, Isha estudió y se graduó en medicina en la Universidad de Buenos Aires en 1993. Curiosa y con una vocación artística en sus venas, se conectó con la música y formó Indra Mantras: sacó ocho discos, y también con la escritura: trabajó como periodista y está por editar su segundo libro. También fue una de las fundadoras de El arte de vivir Argentina y viajó varias veces a la India para seguir formándose como instructora de yoga, técnicas de respiración y meditación.
Todo ese camino, el de la profesión, le fue más sencillo que su infancia en Pergamino donde escondía su identidad y vestía ropa de mujer a hurtadillas.
"Imaginate que vas vestida de mujer y hacés un trámite y tu documento dice Carlos. Es muy violento, no encajás. Por suerte todo eso ya pasó. En noviembre pedí que se rectificara mi partida de nacimiento y mi documento ya está. La reivindicación no puede ser más grande. Recibo mi nuevo documento en la Casa de Gobierno. Es una bienvenida maravillosa", contaba tiempo antes de recibir el DNI número 9000 del entonces presidente Alberto Fernández.
Si bien hoy cuenta con su DNI, su decisión trajo una ruptura familiar. “En un momento de mi vida supe que podía buscar mi libertad y que ese objetivo iba a tener un precio muy alto. Una de las consecuencias de contar quien soy fue quedarme prácticamente sin familiares ni amigos”, contaba en una nota con Vanity Fair.
Desde 2019 que Isha casi no tiene contacto con sus padres. “Mi madre está entre la espada y la pared porque en esta sociedad heteropatriarcal mi padre tiene una impronta muy fuerte en la familia, y no lo digo solo por ella y mis tres hermanas, también influye en mis tíos y primos. Tener cerca a mi padre genera muchos privilegios. Lo que sucedió me sorprendió y no tanto... Me lo esperaba, pero pensé que el entorno sería un poco más amigable”, sumaba.
Cómo era la relación de Isha con Máxima Zorreguieta
Según cuenta Paula Galloni, couatora junto a Rodolfo Vera Calderón, de Máxima, construcción de una reina, las familias de Isha y Zorreguieta eran cercanas. "La madre de Máxima mantenía una estrecha relación con su prima hermana Rita. Ambas se criaron en Pergamino", sostiene. También según trascendió en su infancia, ambas salían de fiesta juntas.
Sobre la postura de Máxima con al comunidad trans, Isha contestó en la nota de Vanity Fair: "Si sos un personaje público, es políticamente incorrecto no ser abierto con una trans. Otra cosa es que un miembro de tu familia sea trans... Que Máxima se entreviste con una chica trans no tiene nada de heroico. Tal vez es abierta, no lo sé. Probablemente lo sea. No puedo hablar de una persona que no conozco. No tengo relación con ella, pero le deseo lo mejor".
Recién pudo conectarse con su identidad después de alejarse de todos. Después de 6 años de terapia y medicación contra la depresión y recién graduada, Isha se instaló en Boston. Tenía 24 años y disfrutaba de comprar ropa “prohibida”. 4 años después destapó la olla: primero con su psiquiatra. Y después de explorar y pasados los 30 conocer al líder espiritual indio Sri Sri Ravi Shankar su camino se hizo mucho más claro.
Pero no todo fue fácil, en el proceso sufrió una parálisis facial como consecuencia de una cirugía de feminización en el rostro. Perdió el 40% de su pelo y se quedó sin plata. "En América Latina ocho de cada diez tienen que prostituirse para poder comer. ¿Suena espantoso decirlo? Sí, pero es la verdad. Yo no elegí mi género, es algo que soy. Pero lo que sí elegí fue compartir mi historia y sacrificar mi privacidad. Porque aquello que no se ve no existe. Aquello que no existe se margina. Lo que se margina queda en soledad y lo que queda en soledad muere", dijo en la nota de Vanity Fair sobre su decisión de compartir su historia.
Por eso hoy se dedica a guiar a miles de personas a través de las redes sociales. Y aunque habla de todo, no nombra a su familia.