“Gracias, amor”, le guiña el ojo Ángel Di María (36) a Jorgelina Cardoso (42, su esposa desde 2011: se casaron en la Catedral de Rosario), quien luego de chequear que todo fluya como lo había organizado para el encuentro del crack con Revista GENTE en su departamento de Lisboa, Portugal, saluda atenta a los recién llegados, para continuar su marcha con ropa de gym.
Quizá pronto le reproche al periodista lo siguiente, pero hay que decirlo: ella no sólo se convirtió en nuestro enlace para concretar la entrevista y la producción con el jugador del Benfica local, sino que prefirió abstenerse de participar junto a sus hijas. Si debiésemos simplificarlo en una frase de su cosecha (diez años de relación con GENTE -desde el Mundial Brasil 2014- nos permite la licencia de resumir la postura de Jorgelina), sería: “Esto -posar en los Personajes del Año de GENTE y ser una tapa- es un logro de Fideo (así lo llama), así que mejor hagan la nota con Fideo”.
Por supuesto que apenas consumado el encuentro, no ahorró esfuerzos para dejar organizado el horario y el espacio de su casa, el vestuario de su marido y hasta para dejarnos dobladita -tal cual le pedimos- la última casaca albiceleste número 11 del delantero, con la intención de que él la luciera en algunas fotos. A la hora del reportaje, resulta imposible no preguntarle por ella al muchachito de 1,78 metros y 75 kilos.
-¿Quién es Jorgelina? -le consultamos a Ángel.
-Jor es una mujer muy fuerte, quien está al lado y no te deja caer cuando parece que lo vas a hacer; ese pilar duro, imposible de derribar. Para mí es perfecta en todo sentido. Claro que tiene sus locuras, pero por bancar, por poner el pecho para defender. Por dentro es un amor de persona, una mujer increíble y sin ninguna duda todo lo que está bien. El que la conoce de verdad se da cuenta. Nunca te deja tirado ni te abandona. Ahí estuvo para mí cada vez que la cosa no salía. “¿Te das cuenta de quién sos? ¿Cómo no vas a creer en vos mismo?”, siempre me recordó y repitió hasta el cansancio.
–¿Usted a veces no se acordaba?
–Es como te dije, yo amo el fútbol, soy feliz jugando, divirtiéndome, corriendo detrás de una pelota. No miro más allá. A veces me es difícil pensar en eso que Jor me dice. Gracias a Dios tengo a una mujer que me abre los ojos y siempre me motiva para que le dé hacia adelante y no afloje -reconoce sin titubear.
“CON EL EQUIPO DE MIS AFECTOS YO NO JUEGO UN PARTIDO, VOY A LA GUERRA”
Entretanto, Fideo admite que se le complica encontrar en el arcón de los tesoros que guarda su memoria aquella jugada que sobresalga sobre las demás. Claro, hasta la fecha (dos décadas como profesional) disputó 779 partidos para clubes y 145 para Argentina, con 182 y 31 goles, respectivamente, y 268 y 30 asistencias.
“Es muy difícil -insiste-. Pasé momentos tan lindos e inolvidables jugando al fútbol que me cuesta encontrar alguno puntual. Se me viene a la mente una que generé por la izquierda con el Real contra el Atlético de Madrid, que termina en un gol de Bale que nos ponía 2-1 arriba en la definición de la Champions League 2014. Y me viene a la mente porque la repetí a propósito en el Mundial 2022, contra Francia: ahí (Ousmane) Dembélé me hizo un penal que Lionel convirtió en el 2-0 inicial… Pero, sí, es difícil poder decir una. También sumaría la del gol contra Brasil en la Copa América 2021, por la jugada y la definición.
-¿Cuál es el mejor team de once integrantes que armaría, entonces?
–Es imposible decidirme por once, ya que gracias a Dios tuve la posibilidad de jugar con los mejores de los mejores en cada liga, en cada equipo. Me resulta complicadísimo mencionarte arqueros defensores, mediocampistas, ¡y es muy difícil -lo peor- delanteros! ¿Cómo lo armo? Si jugué con todos los que miraba y admiraba cuando era chiquito: Leo (Messi), Cristiano (Ronaldo), (Kylian) Mbappé, Neymar, (Zlatan) Ibrahimovic, (Wayme) Rooney, (Robin) van Persie, (Edinson) Cavani, (Karim) Benzema, (Gareth) Bale, Kaká, el Kun (Agüero), el Pipa (Higuaín), Lautaro (Martínez), no sé, seguro me estoy olvidando de alguno. Es imposible 11, a menos que me dejes armarlo sólo con delanteros. ¿Cuántos te nombré?
–Catorce.
–¿Viste? (lanza una carcajada)
–Bien, entonces, ¿a quiénes elegiría para su equipo del corazón y los afectos, si de manera hipotética debiera salir a la cancha de la vida? ¿Sus once miembros, puesto por puesto?
-Al arco, Jor: te ataja todos los problemas, las frustraciones, ahí nadie me podría cubrir mejor. Abajo, mis hermanas (Vanesa y Evelin), dos personas que amo y en las que confío ciegamente. Además, les agradezco todo lo que han hecho por mí. Siempre estuvieron ahí y dejaron de lado un montón de cosas por mí, como cuando no les podían comprar cosas a ellas por habilitarme botines o canilleras a mí. También estarían mis viejos, mi mamá (Diana) y mi papá (Miguel). Los pondría a convertir goles: siempre le metieron sin bajar los brazos, trabajando duro, luchando para que a su familia no le faltara un plato de comida sobre la mesa. Armarían una gran dupla delantera.
–¿En el medio?
–Mis amigos son los “enganches” que irían de mitad de cancha para adelante, porque me enseñaron a crecer, el sacrificio de jugar en la calle, en el campito. Todos ellos son iguales para mí. No puedo dividirlos y hablar de cada uno, los considero uno. Y después… bueno, después, arriba, Mia (11) y Pia (6).
–Sus hijas.
–Tal cual, esas dos personitas que representan el equilibrio perfecto. Están ahí cuando sufro, cuando río, cuando quiero tomar mate, cuando necesito que me reciban con un abrazo, con un beso, con una caricia; cuando busco fuerzas antes de un partido. Ellas son el balance perfecto entre el amor familiar, llevarlas al colegio o a un parque a jugar, y la adrenalina de un futbolista profesional. El equilibrio perfecto de este equipo del corazón y los afectos son nuestras hijas.
–¿Se pasó de once, también, verdad?
–Me pasé, me pasé, está integrado por más de once jugadores, pero…
-¿Pero?
-Te aseguro que con todos ellos yo no juego un partido, voy a la guerra.
-A propósito de ir a la guerra, si retrocediera su existencia tres décadas y mañana, de repente, se cruzara con aquel aquel pibe flaquito del Barrio Parque Casas, cubierto de hollín por ayudar a cargar las bolsas de carbón a sus padres, y el chico parecido a usted le preguntara “¿Ángel, cómo hago para ser feliz?”, ¿qué le sugeriría?
-Que le haga caso a lo que me repetía mamá: “Los sueños se cumplen, hijo. Todo llega si uno se lo propone”. Quizá no sea de la manera en que uno lo pensó, pero todo llega. “Cuando se dé la oportunidad -le aconsejaría a ese chiquito parecido a mí-, no bajes los brazos y seguí luchando y creyendo en vos mismo, Fideo”.
Fotos: Miguel A. Lopes (@migufu) y redes sociales
Diseño de portada y arte: Darío Alvarellos
Agradecemos a Jorgelina Cardoso