“¡Qué difícil contestarte esta pregunta, eh!”, dice volteando la cabeza hacia los lados como buscando respuesta en alguna de las pocas nubes que surcan lentamente el cielo portugués de Moscavide, municipio de Lourdes, Lisboa, y pueden divisarse desde el sexto de su departamento, ubicado a dos kilómetros del Río Tajo y a cinco Océano Atlántico. Sí, el mismo departamento donde Ángel Di María reside con su familia y recibe a Revista GENTE.
-¿Tan difícil como arriesgar qué siente, ahora que ya se despidió del Seleccionado argentino, cuando se acomoda en el sillón para verlo jugar?
-Y, siento lo mismo que sentía la gente cuando yo estaba del otro lado: esa satisfacción, esa alegría de ver a nuestro equipo. Un equipo que después de tantas derrotas, dolores y críticas a lo largo de generaciones y generaciones se logró transformar de tal manera que en la actualidad despierta alegría y el entusiasmo de grandes y chicos. ¿Hay algo más lindo?
–¿Lo hay?
–Que todos traten de ir a la cancha o te sigan desde casa o donde sea por la tele convirtiendo en propias las copas, filmándose mientras transcurren los partidos o terminan los campeonatos, es hermoso. Ver esas lágrimas te hace feliz. Y yo que estoy afuera hace poco, lo siento igual, te aseguro.
–¿Vio todos los partidos de la Scaloneta desde que dejó el equipo tras enfrentar a Colombia en la final de la Copa América?
–Todos, y hasta de madrugada. Me da mucha satisfacción ver jugar a mis compañeros porque, más allá de cómo les vaya, siempre salen a ganar. Estos tipos te dan orgullo dentro de la cancha.
–¿Cómo lo daba usted?
–Espero que sí (sonríe con esos dientes brillantes que lo distinguen).
“ES ALGO MUY LINDO QUE ME LLAMEN DESDE TU REVISTA. DE CHICO YO MIRABA A LA GENTE, ASÍ QUE HOY QUE ME TOQUE ESTAR AHÍ ME PARECE MUY ESPECIAL”
Roto el hielo inicial de una entrevista en la que contestará con extremada dosis de sinceridad (algo que en el rectángulo de césped, con sus amagues y sus fintas, nunca se permitiría), el santafesino nacido aquel 14 de febrero de 1988 sigue agradeciendo la invitación que le formulamos para que forme parte estelar de la tapa de los Personajes de GENTE 2024, como uno de los grandes referentes del país en 2024, y a la vez uno de los representantes centrales del deporte más popular del globo terráqueo en la última década.
-La verdad es que no tomo dimensión de todo lo que hice durante toda mi carrera -señala, como buscando un porqué que la empatía general y las frías estadísticas ya explican con claridad-. El fútbol es mi vida. Me hace feliz entrar en una cancha, gambetear, convertir goles, dar asistencias, aprender. Y creo que también hago feliz a mucha gente. Así que en cierta manera me deja satisfecho saber que todo el reconocimiento que tengo se relaciona con lo que siento por el fútbol.
¿Aprender, mencionó al pasar?
-Es que a los 36 años sigo sintiendo que cada entrenamiento me enseña, o al menos yo apunto a eso. De allí que es algo muy lindo que me llamen desde tu revista. De chico yo miraba a la GENTE, así que hoy que me toque estar ahí me parece muy especial. Me pone feliz haber llegado a eso. Siempre fui la misma persona, y que reconozcan todo lo que hice en mi carrera y le pude dar mi país, me deja bien tranquilo. Es por eso también que decidí dar aquel paso al costado…
-Alejarse del Seleccionado.
–Exacto. Porque ya está, siento que di todo lo que podía dar. Algunos pueden pensar que podía dar más, otros que no, pero para mí era el momento. Y les dejé ese camino libre a todos los chicos que vienen persiguiendo su sueño en el fútbol.
-¿Qué es el fútbol para usted, Ángel?
-Todo. Lo que siempre practiqué de chiquito, me hizo llegar a donde llegué y a la vez me dio la posibilidad de crecer como deportista y como persona. El fútbol es mi vida. Lo que me hace feliz y hoy hace feliz a mi familia.
-¿Y qué es la pelota? ¿Alguna vez le habla?
-Lo que me hace feliz. Aquello que quiero. Cada vez que hay pretemporada y la arrancás corriendo en zapatillas, me frustro, porque yo quiero jugar a la pelota. Gracias a Dios en Europa eso ya casi no pasa, pero cuando ocurre es lo peor: entrenar sin pelota es como entrenar en otro deporte sin su elemento principal, que es el que te hace feliz… Y hablarle, no, pero te aseguro que de vez en cuando, cuando la pateás bien o das un pase preciso, no le hablás pero sentís que con la mirada la llevás a donde querés que vaya, y eso, bueno, en una forma también es hablarle.
-¿Cuál fue el momento decisivo de chico, en sus inicios, que le hizo creer que podía convertirse en jugador profesional? ¿Hubo alguna gambeta, algún gol, alguna frase, algún campeonato, algún instante en que se convenció de que podía ganarse la vida con una pelota de fútbol?
-Quizá en un partido donde me fue a ver Ángel Tulio Zof (el entrenador de Rosario Central más ganador en la era profesional de la Asociación del Fútbol Argentino), ganamos 3-2 y convertí todos los goles de mi equipo. Yo andaba en los 16 años y competía en la Liga Rosarina. Don Ángel siempre iba a verla, porque sabía que con representantes, técnicos y clubes de por medio, en el boca a boca, a veces había arreglos. Así que buscaba comprobar por sí mismo el nivel de los chicos e iba a ver la Liga Rosarina en directo. Lógico, sabía que ahí se formaban buenos jugadores de verdad, ya que se enfrentaban a patadas, corrían en canchas de tierra, etcétera… Aquel día que te menciono sentí por primera vez que estaba cerca de dedicarme al fútbol, ya que después de aquel partido Zof me citó para entrenar con la Primera del canalla, y a partir de ahí cambió mi vida para siempre.
“ADMITO QUE CUANDO LAS COSAS NO SE DABAN, VARIAS VECES SE ME CRUZÓ POR LA CABEZA DEJAR LA SELECCIÓN”
-¿Le quedó alguna anécdota propia o ajena del antes, durante o después de la final del Mundial 2022 que nadie públicamente conozca? -le lanzamos ilusionados.
-¿Sabés que no? -nos baja de forma veloz el entusiasmo.
¡¿Ninguna?!
Ninguna. Ya se contó todo todo todo lo que pasó. El Mundial de Qatar fue un antes y un después. Lo vio y registró todo el mundo, como nunca. Aparte de...
–¿Sí?
–Fue la locura más linda que le pudo haber pasado a un país que necesitaba tanto una alegría así.
-En cada integrante del plantel que viajó al oeste de Asia se escondía un hincha ferviente, y lo notamos una vez que regresaron al país, el 19 de diciembre por la noche de hace dos años. Háblenos de los colores: ¿Qué representan para usted el celeste y blanco? ¿Qué le cruza por el alma cuando ve esos tonos en una camiseta, una bandera, en el cielo?
-Es lo más lindo que hay, igual que la Selección. Representar a los 46 millones de argentinos resulta algo inigualable, único. Calzarte la celeste y blanca fue el mayor orgullo, lo mejor que me pudo pasar como futbolista. Cuando jugaba en Real Madrid, París Saint Germain, Manchester City, la Juventus de Turín, y ahora en el Benfica de Lisboa, descubrir camisetas argentinas en la tribuna de equipos que pertenecen a otros países es increíble- Llegar a todos lados es un privilegio inigualable.
-Hoy, tras haber “roto la pared” (frase que lanzó de manera espontánea tras obtener la Copa América 2019 y luego se convirtió en el título de una exitosa serie de tres capítulos de Netflix) y levantarla ladrillo a ladrillo con campeonatos y distinciones, ¿vienen a su mente momentos en los que, ante la falta de títulos, la presión y las críticas que arreciaban, pensó en dejar la Selección?
-Sí, la verdad es que varias veces, cuando costaba levantarse, se me cruzó por la cabeza dejar la Selección.
-¿Y qué lo hizo seguir adelante?
–A uno lo acompaña una familia que lo ayuda a darle para adelante. Gracias a Dios tengo una mujer que me bancó y se mantuvo sólida, de pie, y dos hijas que frente a mis lágrimas estaban ahí para hacerme reír. Porque también debés demostrarles a ellas que aunque haya mucha gente que no confié en su papá, él lo sigue intentando y confía en que las malas se pueden dar vuelta. Después de dejar la Selección, podría decir que la mayor enseñanza que les dejé y me dejé fue la de no bajar los brazos y darme cuenta de que luchando todo se puede revertir.
“MI EQUIPO DE LOS AFECTOS Y EL CORAZÓN TE ASEGURO QUE ESTÁ INTEGRADO POR MÁS DE 11 JUGADORES…”
“Gracias, amor”, le guiña el ojo Ángel a Jorgelina (Cardoso, 42, su esposa desde 2011: se casaron en la Catedral de Rosario), quien luego de chequear que todo fluya como lo había organizado, saluda atenta a GENTE para continuar su marcha con ropa de gym. Quizá pronto le reproche al periodista lo siguiente, pero hay que decirlo: ella no sólo se convirtió en nuestro enlace para concretar la entrevista y la producción con Di María, sino que prefirió abstenerse de participar junto a sus hijas. Si debiésemos simplificarlo en una frase de su cosecha (diez años de relación con GENTE -desde el Mundial Brasil 2014- nos permite la licencia de resumir la postura de Jorgelina), sería: “Esto es un logro de Fideo (así lo llama), así que mejor hagan la nota con Fideo”. Por supuesto que apenas consumado el encuentro, no ahorró esfuerzos para dejar organizado el horario y el espacio de su casa, el vestuario de su marido y hasta para dejarnos dobladita -tal cual le pedimos- la casaca albiceleste 11 titular del crack, con la intención de que él la luciera en algunas fotos. Avanzado el reportaje, resulta imposible no preguntarle por ella al muchachito de 1,78 metros y 75 kilos.
-¿Quién es Jorgelina?
-Jor es una mujer muy fuerte, quien está al lado y no te deja caer cuando parece que lo vas a hacer; ese pilar duro, imposible de derribar. Para mí es perfecta en todo sentido. Claro que tiene sus locuras, pero por bancar, por poner el pecho para defender. Por dentro es un amor de persona, una mujer increíble y sin ninguna duda todo lo que está bien. El que la conoce de verdad se da cuenta. Nunca te deja tirado ni te abandona. Ahí estuvo para mí cada vez que la cosa no salía. “¿Te das cuenta de quién sos? ¿Cómo no vas a creer en vos mismo?”, siempre me recordó y repitió hasta el cansancio.
–¿Usted a veces no se acordaba?
–Es como te dije, yo amo el fútbol, soy feliz jugando, divirtiéndome, corriendo detrás de una pelota. No miro más allá. A veces me es difícil pensar en eso que Jor me dice. Gracias a Dios tengo a una mujer que me abre los ojos y siempre me motiva para que le dé hacia adelante y no afloje.
-Si no se acuerda qué clase de jugador es usted quizá sí con quiénes ha compartido equipo…
-Ufff, hay un montón de monstruos.
-¿Cuál es el mejor team de once integrantes que armaría con ellos?
–Es imposible decidirme por once, ya que gracias a Dios tuve la posibilidad de jugar con los mejores de los mejores en cada liga, en cada equipo. Me resulta complicadísimo mencionarte arqueros defensores, mediocampistas, ¡y es muy difícil -lo peor- delanteros! ¿Cómo lo armo? Si jugué con todos los que miraba y admiraba cuando era chiquito: Leo (Messi), Cristiano (Ronaldo), (Kylian) Mbappé, Neymar, (Zlatan) Ibrahimovic, (Wayme) Rooney, (Robin) van Persie, (Edinson) Cavani, (Karim) Benzema, (Gareth) Bale, Kaká, el Kun (Agüero), el Pipa (Higuaín), Lautaro (Martínez), no sé, seguro me estoy olvidando de alguno. Es imposible 11, a menos que me dejes armarlo sólo con delanteros. ¿Cuántos te nombré?
–Catorce.
–¿Viste? (lanza una carcajada)
–Bien, entonces, ¿a quiénes elegiría para su equipo del corazón y los afectos, si de manera hipotética debiera salir a la cancha de la vida? ¿Sus once miembros, puesto por puesto?
-Al arco, Jor: te ataja todos los problemas, las frustraciones, ahí nadie me podría cubrir mejor. Abajo, mis hermanas (Vanesa y Evelin), dos personas que amo y en las que confío ciegamente. Además, les agradezco todo lo que han hecho por mí. Siempre estuvieron ahí y dejaron de lado un montón de cosas por mí, como cuando no les podían comprar cosas a ellas por habilitarme botines o canilleras a mí. También estarían mis viejos, mi mamá (Diana) y mi papá (Miguel). Los pondría a convertir goles: siempre le metieron sin bajar los brazos, trabajando duro, luchando para que a su familia no le faltara un plato de comida sobre la mesa. Armarían una gran dupla delantera.
–¿En el medio?
–Mis amigos son los “enganches” que irían de mitad de cancha para adelante, porque me enseñaron a crecer, el sacrificio de jugar en la calle, en el campito. Todos ellos son iguales para mí. No puedo dividirlos y hablar de cada uno, los considero uno. Y después… bueno, después, arriba, Mia (11) y Pia (6).
–Sus hijas.
–Tal cual, esas dos personitas que representan el equilibrio perfecto. Están ahí cuando sufro, cuando río, cuando quiero tomar mate, cuando necesito que me reciban con un abrazo, con un beso, con una caricia; cuando busco fuerzas antes de un partido. Ellas son el balance perfecto entre el amor familiar, llevarlas al colegio o a un parque a jugar, y la adrenalina de un futbolista profesional. El equilibrio perfecto de este equipo del corazón y los afectos son nuestras hijas.
–¿Se pasó de once, también, verdad?
–Me pasé, me pasé, está integrado por más de once jugadores, pero…
¿Pero?
-Te aseguro que con todos ellos yo no juego un partido, voy a la guerra.
“ME LLENA DE ORGULLO SABER QUE EN UNOS AÑOS LAS ENCICLOPEDIAS DE FÚTBOL ME VAYAN A TENER ENTRE UNO DE LOS JUGADORES MÁS IMPORTANTES”
Admite que le cuesta encontrar en el arcón de los tesoros que guarda su memoria aquella jugada que sobresalga sobre las demás. Claro, hasta la fecha (dos décadas como profesional) disputó 779 partidos para clubes y 145 para Argentina, con 182 y 31 goles, respectivamente, y 268 y 30 asistencias. “Es muy difícil. Pasé momentos tan lindos e inolvidables jugando al fútbol que me cuesta encontrar alguno puntual. Se me viene a la mente una que generé por la izquierda con el Real contra el Atlético de Madrid, que termina en un gol de Bale que nos ponía 2-1 arriba en la definición de la Champions League 2014. Y me viene a la mente porque la repetí a propósito en el Mundial 2022, contra Francia: ahí (Ousmane) Dembélé me hizo un penal que Lionel convirtió en el 2-0 inicial… Pero, sí, es difícil poder decir una. También sumaría la del gol contra Brasil en la Copa América 2021, por la jugada y la definición.
-¿Qué es lo que más recuerda de ese tanto que nos dio un título a Argentina después de veintiocho años?
-Cuando controlé la pelota y la tiré por arriba sentí una sensación única. También me pasó con el gol en la Finalissima 2022 contra Italia y el Mundial de Qatar, lógico, pero cuando celebraba contra Brasil era consciente de que en las últimas finales Argentina no había podido hacer un gol, que acabábamos de convertir y que podíamos llevarnos el torneo. Algo muy especial, inigualable, porque además ese gol fue el que “ rompió la pared” y me dio la posibilidad de seguir en la Selección, ya que si no ganábamos capaz que hubiera sido mi última participación y nada de lo que luego sucedió hubiese ocurrido. Así que fue uno de los goles que más feliz se han hecho.
-En su racconto mencionó al Real Madrid… Usted participó en varias de las mejores ligas del planeta (la argentina, la portuguesa, la española, la inglesa, la francesa y la italiana: una trayectoria con poquísimos antecedentes en el fútbol). Las preguntas son, ¿qué diferencias encuentra entre ellas y cuál es mejor y por qué?
-Difícil definirlo. Cada una tiene lo suyo. Yo las disfruté a todas. A las que jugué poco y en las que jugué mucho, como las de España y Francia, y también la de Portugal, donde entre mis primeros tres años y los últimos dos se hizo un número grande y sumamos cuatro campeonatos. Así que, ¿te voy a decir la española porque logré la Champions y cinco títulos más? ¿O la francesa, porque obtuve 19? No, todas tienen sus cosas y uno aprende y crece gracias a todas. Además, vas guardando sentimientos por cada una.
-¿Qué siente sabiendo que en unos años las enciclopedias del deporte lo incluirán entre los grandes futbolistas argentinos de la historia, junto a Diego Maradona y a Lionel Messi, encontrándose hoy en el octavo escalón entre los que más torneos consiguieron, si sumamos sus cinco con Argentina: 35 en total, junto a CR7, Sergio Busquets y Vítor Baía?
-Ufff, los nombrás a ellos y… Diego para mí, como para el mundo entero, es Dios, y Leo, el mejor jugador de la historia. Sin ninguna duda tenemos a Dios, al mejor jugador de la historia, así que ya eso a los argentinos ya nos tendría que valer para toda la vida. Me llena de orgullo que en unos años en esas enciclopedias de los mejores jugadores de la historia del fútbol figure mi nombre: significa que durante mi carrera hice bien las cosas. Igual…
-¿Igual? Perdón.
-Por ahora no me retiré, así que sería lindo lograr un par de títulos más, para estar más arriba todavía.
“AUNQUE NUNCA OLVIDARÉ LOS MALOS MOMENTOS, FINALMENTE LAS LÁGRIMAS DE FELICIDAD TERMINARON TAPANDO LAS DE TRISTEZA”
-¿Se acuerda de la pregunta inicial que había quedado sin respuesta? - tanteamos a Di María en la cuenta regresiva al cierre de la entrevista.
–Seguro… ¿Si hoy en el balance de mi vida siento que derramé más lágrimas de tristeza o de alegría?
-¿Y está para responder?
-Mirá, yo creo que derrame muchísimas lágrimas de tristeza, muchísimas, cuántas sólo lo saben quienes estaban al lado mío, como mi mujer, mis hijas o mis viejos. Fueron momentos muy difíciles, de gran tristeza, los que me tocó atravesar. Sin embargo, al final siento que, aunque uno no se olvida de todo lo que sufrió y tuvo que luchar, la alegría de lograr lo que tanto deseé al final terminó tapando esas lágrimas..
-¿Qué consejo le acercaría a los jóvenes para salir adelante frente a los momentos difíciles, más allá de la profesión que elijan para su vida?
-Que jamás se den vencidos, que siempre sigan soñando y metiendo. Y que si quieren ser futbolistas, no se pongan en la cabeza salvarse económicamente, sino disfrutar de este deporte con amigos, pasarla bien. Yo jamás imaginé vivir del fútbol, hasta que me vendieron acá, al Benfica, en 2007. Ahí cambió mi vida y empecé a pensar diferente, porque ahora sí había elegido qué carrera seguir. Cuando me di cuenta de que mi familia dependía de mí -porque yo quería que me acompañaran-, comprendí que debía tomarme las cosas de otra manera y hacerlas cada vez mejor. Pero hasta esa edad, los 15, 16, 17 años jamás.
-¿No?
-No. Disfrutaba los momentos, los viajes a San Juan, a Rafael, a Sunchales. Íbamos, mis viejos dormían en carpa, asaban terneritos ahí. A la distancia veo cómo aquellos partidos jugados sin pensar en vivir del fútbol me sirvieron finalmente para tomar el otro camino. En síntesis, a los jóvenes les aconsejaría que elijan con libertad una profesión y que cuando decidan cuál, luchen, luchen, luchen y no se den por vencidos, que se mentalicen en cumplir ese sueño y los objetivos que nazcan a partir de él.
-Y si mañana, de repente se cruzara con aquel aquel pibe flaquito del Barrio Parque Casas, cubierto de hollín por ayudar a cargar las bolsas de carbón a sus padres, y el chico parecido a usted le preguntara “¿Ángel, cómo hago para ser feliz?”, ¿qué le sugeriría?
-Que le haga caso a lo que me repetía mamá: “Los sueños se cumplen, hijo. Todo llega si uno se lo propone”. Quizá no sea de la manera en que uno lo pensó, pero todo llega. “Cuando se dé la oportunidad -le aconsejaría a ese chiquito parecido a mí-, no bajes los brazos y seguí luchando y creyendo en vos mismo, Fideo”.
Fotos: Miguel A. Lopes (@migufu) y redes sociales
Diseño de portada y arte: Darío Alvarellos
Agradecemos a Jorgelina Cardoso