Tras la fiebre por Franco Colapinto, llega Senna, la nueva serie de Netflix que repasa la vida de Ayrton Senna, considerado por muchos el mejor piloto de los últimos tiempos en la Fórmula 1.
Siendo tendencia global y liderando el Top 10 de lo más visto en el gigante de streaming, el vertiginoso mundo del automovilismo vuelve a captar la atención de los argentinos.
Revista GENTE conversó con Luciano Crespi, el expiloto nacional que interpretó a la leyenda del automovilismo brasileño detrás del volante (es decir, quien manejó realmente en la serie) en la exitosa biopic que se filmó en Argentina, Brasil, Uruguay e Irlanda, y cuyas escenas de carrera fueron en su mayoría filmadas en el autódromo de Buenos Aires, Mar del Plata y Balcarce, la tierra de Juan Manuel Fangio, máximo referente del automovilismo en el país.
Quién es Luciano Crespi, el piloto argentino que terminó detrás del volante interpretando a Ayrton Senna para Netflix
Según le narra a revista GENTE, a mediados de 2020 en plena pandemia, Luciano Crespi, hijo de uno de los constructores de autos de carrera más importante de la historia del automovilismo argentino, Tulio Crespi, recibió la inesperada propuesta de Netflix "literalmente sobre ruedas".
"Me encontraba trabajando en Suiza en un equipo de competición de la Fórmula 3 internacional, y un día que iba camino a casa del taller en bicicleta, recibo una llamada: unos productores uruguayos proponiéndonos fabricar unos autos de los años 80 muy parecidos a la Fórmula Ford que eran para una filmación. No me dieron mucho detalle en ese momento, pero me dijeron ‘como los de Ayrton Senna, de la fórmula inglesa'", recuerda.
Sobre esa línea, el expiloto de 47 años y miembro de Crespi Competición, la fábrica de automóviles de su familia, situada en Balcarce, señala que no fue difícil aceptar ya que a raíz de la pandemia el sector venía golpeado, y la oferta llegaba como caída del cielo. Sin embargo, una vez que les revelaron que el trabajo era para la serie biográfica de Ayrton Senna, "fue un sí rotundo a todo".
Si bien el llamado y las tratativas comenzaron primera por el interés de la fabricación de las 22 réplicas de los autos de carreras de los años 80 y 90 de la F.1, "los más lindos en diseño", según opina Luciano, lo emocionante y superlativo vino después cuando el también pintor y su hermano Matías Crespi formaron parte de los pilotos que hicieron de doble de riesgo durante las escenas de carrera.
"Cuando me tocó ponerme el buzo negro de Lotus para filmar dije 'no, no puede ser, estoy viviendo una locura'. Fue algo alucinante, porque vivías una realidad medio que de otro mundo", recuerda Luciano sobre la primera vez que salió a escena para filmar. Y detalla: "Las primera escenas que hicimos en pista nos tocaba salir con los McLaren de 1988, era Senna y Alain Prost (interpretado por su hermano Matías), en recta principal del autódromo de Buenos Aires".
Luciano Crespi, una historia sobre ruedas y una marca registrada en la historia del automovilismo argentino
Para Luciano Crespi los autos de carrera, las pistas y el vertiginoso mundo del automovilismo siempre fueron parte de su vida. Desde la empresa familiar muy ligada al sector, hasta sus propias pasiones notoriamente marcadas por esta herencia.
Como cualquier piloto, su carrera deportiva comienza a temprana edad en el karting, haciéndose con los campeonatos de Balcarce, para después competir en la Fórmula Renault Argentina, donde salió subcampeón nacional en el segundo año.
Fue a los 18 años que Luciano atravesó las fronteras y se fue a Europa para participar de la Fórmula Ford en el campeonato suizo, sumando a sus logros el título de subcampeón. Tras dicho logro, Crespi se desarrolló en la Fórmula 3 alemana, en la que corrió poco más de media temporada, hasta que tuvo que volver al país, por un tema de no poder recaudar el presupuesto total, según explica a revista GENTE.
Sin embargo, retirarse de las pistas nunca fue una opción para él ni para su familia, al menos así lo deja ver el argentino: "Cuando volví a Argentina mi padre y mi hermano Sandro tenían el equipo de TC2000, y yo me sumo como piloto de su escudería, y mi hermano Matías como técnico nuestro. Fue un punto en el que nos juntamos en familia por primera vez a desarrollarnos en una actividad (antes de formar la reconocida fábrica de autos de carrera Crespi Competición)".
Tras 5 años compitiendo en TC2000, Luciano decide parar de correr pero no se alejó de las pistas. "Me enfoqué en la formación de pilotos jóvenes, trabajando para llevarlos a correr al exterior. El piloto que más logros obtuvo de los que trabajé fue Esteban Guerrieri o Marcos Siebert, que le ganó el campeonato de F4 Italiana en 2016 a Mick Schumacher. Siempre trabajando con el equipo suizo Jenzer Motorsport", cuenta con orgullo.
Según la línea del tiempo que traza, retomamos el 2020 con el llamado de los productores del proyecto 'Senna', momento en el que su vida da un giro de 360 grados, dejando Suiza y retornando a su Balcarce natal para montarse nuevamente en un proyecto familiar, esta vez para formar parte de un proyecto que quedará marcado en la historia del automovilismo latinoamericano y que llenó de prestigio la empresa familiar de los Crespi, una familia que respira automovilismo, quizás una herencia de Fangio en el ADN de su gente.
La pintura como canal de contención tras su retiro de las pistas
"Siempre me gustó el arte. De chico siempre que iba a casa de alguien, en vez de engancharme en la conversación mi cabeza y mi mente se iban al cuadro que había en la pared, y más si era bueno. Como que mi distracción siempre pasó por el arte", recuerda Luciano sobre su particular interés por la pintura desde temprana edad.
Si bien la pintura siempre formó parte de su vida, con los años se tornó en una vía de escape, así lo describe Luciano: "Comencé a pintar mucho más cuando dejé de correr, que perdí mi lugar en la escudería que estaba, fue una manera de sobrellevar ese bajón anímico a través de lo artístico. Ahí arranco mi carrera como pintor".
Y recuerda: "Cuando corría en autos dedicaba mucho tiempo en busca de sponsor, que es como un peloteo el tema de buscar sponsors, y en esos tiempos muertos me iba a museos para distraerme. Como que me relajaba con el arte de alguna manera, porque es muy dura esa búsqueda de financiamiento".
Según señala Luciano, la pintura se tornó de alguna manera más profesional luego de su retiro, y aunque en un principio no pintaba autos "porque no quería saber nada con los autos", gracias a su gran amigo, el saxofonista argentino Willy Crook, conoció un artista con el que hizo un seminario y que le dio un sabio consejo: "Me dijo que tenía que pintar lo que tenía en la cabeza, y lo que yo tenía en la cabeza eran autos. Siento que fue muy acertado", analiza Crespi, cuyas obras de arte engalanan espacios que van de Argentina a Europa.
Fotos: Cortesía Luciano Crespi