Así es la vida de un cartonero: cuánto dinero obtiene por mes y cómo es su día a día – GENTE Online
 

Así es la vida de un cartonero: cuánto dinero obtiene por mes y cómo es su día a día

Marco, un reciclador de 30 años de la ciudad de Buenos Aires, es parte de una cooperativa y, en diálogo con GENTE, explica cómo es su trabajo.
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Depende la calle”, es la frase que repite Marco a Revista GENTE en una breve entrevista en la que cuenta cómo es uno de sus días de trabajo. Él es cartonero, también llamado reciclador. Y su jornada está condicionada a lo que suceda ese día, a que el clima lo acompañe y a cuánto logre juntar.

Al salir de cualquier casa, es imposible no cruzarse en alguna esquina, cerca del contenedor o revisando las bolsas en la vereda, a un cartonero.

Así ocurre en la esquina de José Bonifacio y Puán, a metros de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde se encuentra Marco con su pareja. Ambos trabajan de cartoneros y se encuentran en pleno proceso de selección de lo recolectado durante la mañana.

Viajan todos los días desde Lomas de Zamora hasta Caballito para trabajar.

-¿A qué hora arranca tu día de laburo?

-Yo arranco 8.45 de la mañana. Voy al predio que es acá nomás en calle Yerbal. Busco las carretas y los bolsones. Ahí anotan todo lo que llevamos y ya arranca mi día como todos los días, de lunes a viernes. Empezamos a recorrer, revisamos los tachos y buscamos lo que es para reciclar. Vamos revisando los contenedores verdes y los grises también.

El predio ubicado en Yerbal 1483, en el barrio de Caballito, es el Centro de Reciclaje, también llamado Punto Verde. Allí es el punto de partida para un grupo de cartoneros que son parte de una cooperativa que los organiza y les gestiona la venta de todo lo recolectado.

El Centro de Reciclaje de Caballito, punto de partida de los cartoneros de la zona.

-¿Y cuántas cuadras haces por día? 

-Y depende la calle… en un día bueno capaz meto 20, 25 cuadras. La idea es caminar alrededor del Centro de Reciclaje. Acá por ejemplo es una parada, donde hacemos toda la selección de lo que juntamos y viene a buscar el camión a la 13.30 y ahí anotan todo lo que tenemos. Tenemos cartón, plásticos, cristales, todo eso.

Marco y su pareja, dos jóvenes en sus 30 años, se mueven en tren y colectivo de lunes a viernes desde Lomas de Zamora hasta el barrio de Caballito, en Capital Federal, para comenzar su jornada de trabajo. En su casa queda un familiar cuidando a su beba de 3 meses, y en el jardín su hijo mayor de 4 años.

Marco y su pareja, dos jóvenes cartoneros oriundos de Lomas de Zamora.

Los porteros y la gente nos ayudan. Nos traen cosas, pan, comida. A veces la gente nos deja arriba de los contenedores y nosotros lo llevamos, para sobrevivir el día a día, porque a veces no llegamos a fin de mes”, asegura Marco a Revista GENTE, resaltando los gestos de muchos vecinos en la zona. 

-¿Ustedes buscan quién les compre después el plástico, el cartón? 

-No, de eso se encarga directamente la cooperativa.

-¿Y les dan un monto fijo por eso o varía por la cantidad?

-Por lo que juntamos, en la cooperativa nos pagan cada 15, 20 días. Y después tenemos un sueldo aparte. 

-¿Les da un poco más de tranquilidad por si un día llueve y no consiguen juntar mucho?

-Más o menos. Capaz nos cubre el día, pero tampoco es mucho. Por mes cobramos 280.000 pesos.

-¿Y después va a depender de cuánta cantidad junten? 

-Si, a veces hacemos 100 mil cada uno cada 20 días, 80 mil, a veces menos. Depende la calle, porque hay mucha gente buscando cosas. 

A diferencia de otros contextos de trabajo, el día a día del cartonero es sumamente hostil. No sólo que se encuentran expuestos a un posible choque de tránsito, sino que sus condiciones son difíciles: no tienen baño, ni espacio de descanso ni materiales de seguridad.

Marco busca material para reciclar y objetos para vender en ferias.

-Además de las bolsas y los carros les dan, ¿reciben también materiales de seguridad como guantes?

-No, guantes no. Todo con la mano nomás. Bueno, ella sí a veces sí porque los barrenderos le regalan guantes y ella usa. Pero yo no, con la mano nomás 

-¿Y te ha pasado de encontrar…? 

-(interrumpe enseguida con gestos) De todo… vidrios, cosas feas, agujas. Creo lo peor que encontré fueron gatos muertos o animales así.

Marco deja en claro la necesidad de que todos los vecinos de la ciudad presten atención a la separación de residuos. No sólo por la forma en la que ayuda a su trabajo sino también por lo ambiental: “Un cartón o un plástico limpio es mucho más fácil de recuperar”.

-¿Hay competencia entre cartoneros? Imagino que no es lo mismo una cuadra con un supermercado que otra con un almacén.

-Sí, olvidate. En los súper o lugares así nos ayudan, pero es como todo, el primero que llega se lo lleva. No importa el compañerismo, nada. Es así, es como se manejan en la calle. 

-Y en un mes difícil, que no conseguís mucho, ¿cómo hacés?

-Yo pago alquiler y mis dos nenes. Sobrevivimos el día a día, como todos. En el barrio hago cualquier cosita, changa para sobrevivir. Hago feria en La Salada, allá en Avenida Olimpo, todos los sábados.

Como dice la canción “Cartonero” de Ataque 77, “la prioridad es el plato en la mesa y como sea hay que ganárselo”.

Marco va apartando, junto a los cartones y botellas para reciclar, varios objetos que encuentra y reconoce una posible venta: una radio vieja, un juguete casi entero, un jean gastado: “Las cositas que voy rescatando las llevó allá. Y voy juntando todas las semanas y los sábados vendo. Porque al mes, esperar el sueldo... quedamos al muere, no comemos”. 

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