Manu Fanego (43) posa desnudo en un escenario, lo que distancia su cuerpo del público es una tela blanca. Tres aprendices de artistas intentan retratarlo cuando se apaga la luz y la trama se vuelve más desopilante. El teatro Metropolitan estalla de risa cuando ve aparecer a la psicopedagoga, que, con zapatos, y unas cuentas técnicas, intenta descubrir la verdad sobre lo que pasó. Él encarna ambos personajes con igual naturalidad.
"Me considero una persona no binarie o de género fluido", dice a Revista Gente sentado en un bar en Colegiales. Tiene el pelo largo, atado, y las uñas pintadas de rojo.
En Modelo vivo muerto, los Bla Bla y Cía, el grupo de artistas y comediantes del que forma parte Fanego, recrean a gran escala ese humor que tanto los caracteriza, el de la sátira y lo absurdo mezclado con la música. "Me acuerdo que al principio el productor armaba picaditas y las vendía en el show... Lo que empezó en varietés y a la gorra ahora está en el teatro", cuenta Manu, quien en estos últimos años cobró notoriedad por sus papeles en El amor después del amor (Netflix) y Cris Miró (Ella)(TNT/Flow).
Algo de la esencia de los Bla Bla lo define: empezó siendo músico y terminó encontrándose con la actuación casi de casualidad. Ahora puede y hace convivir los dos mundos. "Mi bisabuela era concertista de piano. Me enseñó Beatles... Bach, Beethoven. Me empezó a educar musicalmente con clásicos y algo del rock progresivo sinfónico, que era lo que ella aceptaba como bueno", relata.
En la charla, donde muestra su costado más pasional al hablar sobre su postura política al decidir plantarse como no binario, recorre sus orígenes como actor, su relación con su padre, el actor recién fallecido Daniel Fanego y su paso del off al mundo de las series. También recuerda los tiempos donde vivía viajando y cuando lo estafaron en una compra por internet y tuvo que que trabajar como mozo.
Manu Fanego, entre el parecido con su padre y sus primeros años
Manu no puede ni quiere escapar de su ADN. Sus facciones gritan identidad: es hijo de Daniel Fanego. Tiene sus rasgos tatuados en su piel. Su cara angulosa, sus ojos profundos, la expresión en su mirada. Hace un mes que su padre murió y él sabe que parte de la nota inexorablemente va atravesar ese ámbito. "La despedida fue en paz. Me emocioné al darme cuenta de cómo lo querían todos, incluso le dedicaron unas palabras muy lindas en LAM", dice Manu con los ojos cristalizados.
Aunque admite que le pareció loco que nadie dijera nada malo de él porque era "picante" y "tenía temperamento".
Además de recordar el momento en que en medio de la despedida desplegaron los recortes de las notas de su padre en las revistas y contar el gesto de grandeza que tuvo con él cuando en el teatro Cervantes lo empujó adelante para que lo aplaudieran, Manu dice que de alguna manera siente que a través de él va a seguir el legado de Daniel.
"Si bien yo construí todo un puente hacia esta profesión, tengo su apellido y eso me abrió puertas. También hay algo físico pero actuamos muy diferente. Así que hay mucha gente que se va a desilusionar, pero bueno es así. Yo soy diferente y la gente que entienda eso nos va a disfrutar", argumenta y asegura que nunca renegó ni renegará de ser hijo de.
Manu nació en Villa Martelli en una familia de artistas: su padre, actor, su madre, artista plástica, su bisabuela, concertista. No podía escapar del legado. Desde chico supo que quería ser músico. Dice que era vago para estudiar y que sus padres apoyaron su carrera como artista. Su primera banda fue The Keruza y durante 10 años su vida fue de trotamundos.
"Compramos una van y viajamos por todo México, hasta Tijuana y después por Estados Unidos", recuerda. Admiraba a Manu Chao y pasó tiempo en uno de los caracoles zapatistas en Chiapas. "Tocamos en el aniversario de Emiliano Zapata y todos los nenes de la comunidad estaban arriba del escenario", suma.
Algo que agradece es que sus padres en ese momento le hayan dado la libertad de hacerlo.
De México, la gira seguía por Europa donde tocaban en la calle para ahorrar plata para hacer sus discos. Volvían grababan y al tiempo volvían a viajar.
Manu Fanego y su gran descubrimiento: el mundo del clown y los Bla bla
Más allá de haber crecido en un mundo donde los actores tenían cierta centralidad, nunca pensó en dedicarse a la interpretación. No lo hizo hasta los 28 años. "Incluso mi papá colocaba a la música como un arte superior a la actuación. Creo que eso de alguna manera marcaba el mandato de que mi camino era la música", dice.
Aunque destaca que en cada uno de los proyectos que encarnaba algo de su yo actor afloraba. "Siempre dentro de la banda, por ejemplo, era el que me ponía vestuarios. En ese momento era cuánto menos mejor. Yo era re Bowie. Me decían `el Bowie´ porque iba todo lookeado y el resto con remeras de bandas", recrea.
Cuando se topó con el mundo de los clowns, Manu rebobinó y entendió que a su músico le faltaba la otra pata: el de su yo actor. "Cuando hago el primer curso digo: `Ah, es por acá. No puedo creer todo el tiempo que perdí´. Ahí conocí a Pablo Fusco, otro de los Bla Bla", sostiene.
Y al poco tiempo se encontró con el resto: Julián Lucero, Tincho Lups y arrancaron a presentarse en varietés. "Al año hacemos Bla Bla. Nos juntamos y hacemos números aleatorios en un centro donde se realizaban varias actividades. A los dos funciones se une Sebastián Furman y yo, que venía del palo de la música, no lo podía creer, estaba con gente de muchísima calidad. Son todos cracks monumentales en lo que hacen y de golpe entra Sebastián que es un prodigio, realmente es una bestia", recuerda.
Los Bla Bla -según Manu- siempre tuvieron esa impronta de no interesarse mucho por hacer carrera profesional sino que la idea era juntarse y hacer cosas. "Todos tenemos como un crecimiento paralelo, que tuvimos que desarrollar para mantener un poco el sueño. Bueno, viste que hay un desarrollo de la pavada importante, la pavada exacerbada. Nosotros nos morimos de la risa. Es con la gente que más me reí en mi vida", dice Manu.
Y cuenta que su papá recién con Modelo vivo muerto entendió el tipo de humor que hacían. "Mi viejo me dijo: `Son unos genios´. Si bien siempre me apoyó, con sus observaciones desde la sinceridad... Él era muy franco en cuanto a devolucione pero siempre con mucho apoyo y como prevaleciendo el amor", confiesa.
"Pero sí, era crítico del tipo de humor entendiendo él que el humor tiene que ver con climas, momentos y empatía y entonces la generaciones van cambiando. Entonces de alguna manera me parece que que eso también él lo entendía y lo ponía por sobre todo y decía: `Entiendo que no entiendo, pero no entiendo, no es lo mío´", agrega.
Más allá de esas observaciones, Manu subraya que tenía "ese apoyo tácito del que te ama". "Eso siempre lo sentí", sostiene.
Manu Fanego y cómo casi se convierte en Spinetta
Si bien la carrera de Manu arrancó hace más de una década, fue en 2023 cuando un rol en una serie lo volvió conocido fuera del circuito del under, el del manager de Fito Páez en El amor después del amor (Netflix). En la biopic del rosarino aparece Manu en un papel que, según dice, le permitió tomarse ciertas licencias.
Sin embargo él había audicionado para interpretar al Flaco Spinetta. "Empecé a competir por ese papel, al final quedó Juli (Kartún). Después me llamaron para Andrés Gallo, el manager", cuenta mientras intenta terminar su tostada.
"Justamente el manager era uno de los pocos personajes que no tenía un anclaje tan real y entonces podía jugar un poco más", suma y destaca el trabajo de sus compañeros, sobre todo el de Mica Riera como Fabi Cantilo.
Trabajar en la serie de Fito unió nuevamente sus dos mundos, el de la música y la actuación.
"Me llevé el disco en el año 93 a Monte Hermoso. Tenía 12 años, éramos una pandilla, eran esos años donde se dan los primeros amores... Esa cosa de veraneo, de ir al cine, los churros, los bowlings...Salir por primera vez solos a la noche. Bueno, el soundtrack de eso es El amor después del amor. Me acuerdo de que alquilamos Thelma y Louise para ver si en la película estaba el tema de Fito. ¡La desilusión al terminar de verla fue tremenda!", recuerda.
Y dice que al hacer le serie honró ese verano.
Manu Fanego y la revindicación del mundo trans
Este año Manu volvió al mundo de las series en el papel de Guille, una de las amigas de Cris Miró. "Acá hay una voz también política que se planta detrás de la serie y que habla de la comunidad trans", dice y confiesa que se siente cómodo transicionando aunque no se define como una persona trans.
"Es muy importante contar esta historia en este momento donde pareciera ser que hay un ataque en contra de lo diverso. Si bien siempre lo hubo parecía que íbamos en una dirección y ahora hay muchos que quieren retirar los pequeños avances que son muy multiplicadores de cambios dentro de la comunidad", explica.
Manu cuenta que en este proyecto hay algo que reconoce como propio. Sostiene que hay una parte de él que es travesti.
"Yo no soy una persona trans. Sí me considero no binarie o de género fluido. Siento que políticamente hoy me tengo que plantar en este lugar porque realmente me siento cómode habitando dos géneros. Los habito en diferentes proporciones y de diferentes maneras, pero sí creo entender cierto sentir de las personas trans, travestis", arguye.
En la charla, Manu muestra mucho énfasis al hablar sobre el no binarismo. De hecho, la mayor parte del tiempo sustituye la letra O por la E.
"En mi caso me siento cómode vistiéndome más femeninamente, me siento cómode vistiéndome masculinamente. Me siento cómode disfrazándome. Puedo fluir en un género que no está definido", describe.
"No hay dos géneros. Una cosa es el género y otra cosa es el sexo biológicamente para la reproducción, estamos de acuerdo, es así, no lo niego. En la cuestión genérica, que tiene que ver con la identidad y la identidad con lo que uno se identifica... hay cosas que se cierran, hay cosas que son por mandato, hay cosas que uno logra dar vuelta", sostiene.
Y agrega: "Todas las personas somos influidas culturalmente para elegir ciertos cánones de belleza y para odiar otros, para excluir ciertos colores de piel, para excluir ciertas culturas, para estigmatizar ciertas comunidades... Todo eso es para el bien del sistema, porque al sistema le conviene esta confusión...".
Para él estas reglas "le convienen al sistema".
Frena antes de seguir con su manifiesto, mira el reloj: tiene que irse. Además del teatro, la música sigue latiendo en él. Toca el bajo en Alegrías De a Peso, una banda de vallenato colombiano, y minutos después de la nota lo esperan para el ensayo.
Fotos: Lucía Olmos @luxiolmos
Agradecimientos: @es.gone
