Alberto Cormillot camina y observa a su alrededor: cientos de recuerdos lo rodean. Las fotos y el maniquí que adornan el salón principal solo son el preámbulo. También lo son las réplicas de sus perros adentro de una valija original Louis Vuitton que le regaló su exmujer. Zambullirse puertas adentro es viajar por varios mundos y tiempos. Hay rastros de sus ancestros y también pinceladas que explican la construcción del personaje.
"¿Cuándo me di cuenta de que era el Dr. Cormillot?", se autopregunta.
"No sé cuándo... Pero decidí que me iba a matar para hacer lo mejor posible en la profesión, por estar en la televisión como estaba Florencio Escardó, él fue el primero de los 8 médicos que trabajamos en televisión", dice sentado en el sillón de un ambiente donde conviven la mesa, su escritorio y el de Estefanía Pasquini, su mujer, y la madre de Emilio, su hijo más chico.
También están los juguetes del nene de tres años, con los que meses atrás se tropezó y se quebró varias costillas.
"Este es el lugar donde quiero estar. Estefi me robó mi escritorio, me había armado uno adelante, pero acá pasa todo: quería estar cerca de Emilio", dice el médico que supo ser diputado, ministro, conductor, panelista, voluntario en Irak, escritor y hoy baila tap.
De todas esas vidas, hay registros en las paredes de su hogar en Florida que fácilmente podría ser una casa museo.
La nota arranca más temprano en un recorrido rincón por rincón y una nutrida cantidad de historias: de su tiempo en la escuela Naval, de cuando escapó de un arresto ("me avisaron y salí corriendo"), de cuando se coló en el consejo de la reconstrucción de Bagdad y se llevó un souvenir de uno de los palacios de Saddam Hussein, de sus padres y parte de su infancia.
"Yo nací en una farmacia", dice.
Y todo cobra más sentido. Sobre todo la forma de catalogar: todo está organizado y ordenado por secciones. "Archivo una gran cantidad de cosas. Por ejemplo, tengo 364 sobres de efemérides y una colección de 10 mil libros", reconoce orgulloso.
¿Qué es ser el Dr. Cormillot?
Ser Cormillot es ser el creador y director de la Clínica de Nutrición y Salud, Dieta Club y Fundación ALCO (grupos de autoayuda), el fundador del Instituto Argentino de Alimentos y Nutrición (IAAN) y de dos carreras universitarias relacionadas a la nutrición, el autor de más de 50 libros y de otros tantos trabajos científicos. También, la cara detrás de una línea de mermeladas y viandas a domicilio. Y el médico que debutó en Buenos tardes, mucho gusto a los 28 años y le cumplió el sueño a su madre de verlo en televisión.
Pero no es solo eso. Es el papá de Reneé (56) y de Adrián (50), el hombre al que Mirtha Legrand definió como un "picaflor" y el actual esposo de Estefanía Pasquini, la nutricionista de 37 años (48 menos que él), con la que comparte aire en Cuestión de peso.
A la mañana, Alberto estuvo entrenando su próximo espectáculo de tap. Esta vez lo va a hacer en un gimnasio con poca gente, 6 años atrás se presentó en el teatro Astral con "80tap" ("Gasté como 20 mil dólares y ahora por cuestiones obvias hacemos "Nohayplatap", dice). En las imágenes se lo puede ver colgado en un arnés con su hijo a upa.
"¿Qué edad tiene Cormillot, más allá de lo que dice su documento?", le pregunto.
"No sé qué edad tengo, sé que tengo 86, sé que hay muchos análisis que dan bien y otros marcadores que señalan que tengo la edad que tengo, pero en general funciono como un tipo más joven, de cuántos años, no sé, tengo una edad inespecífica", dice.
Aunque hace piruetas en el aire colgado de una arnés, baila tap, se levanta a las 4 de la mañana y trabaja firme, hasta las 7, tiene algunos achaques: a veces le cuesta encontrar la palabra justa o recordar nombres, otras, se cae, tiene dormidos permanentemente la punta de los dedos y las plantas de los pies (por una polineuropatia leve que sufre) y siempre tiene zumbidos, que le quedaron de cuando estuvo en la escuela naval y practicaba tiro sin protección, pero ya no los escucha.
La charla es a dos tiempos: el primero, a solas con Alberto y su segundo capuchino de la tarde (es fanático del capachino), mientras Estefi se hace masajes en la sala contigua. El segundo, los tiene a ellos dos sentados en el sillón, más específicamente a ella encima de él y en pijama.
"¿Le tenés miedo a la muerte?"
"A mí lo único que me jode es pensar hasta cuándo lo voy a poder proteger a Emilio, o transmitirle cosas, o guiar. Eso me jode. Solo pienso en Emilio", dice y cuenta que siempre quiso vivir muchos años y que ahora quiere hacerlo para mostrarle a su hijo Italia, Francia, Israel, Egipto, Nueva York. Una de sus grandes pasiones es viajar, sabe que no va a llegar al club de los 100, los que conocen 100 países, pero se puso como meta llegar a los 60.
Si bien lleva tiempo organizando "la transición" para que no haya problemas con la herencia, tuvo que salir a aclarar los tantos luego de unas declaraciones de su hija Renée que abrieron el caldero familiar.
Alberto Cormillot y su relación con la obesidad
Alberto se acuerda del momento en que decidió dedicarse a lo obesidad, luego de conocer a un médico uruguayo cercano a su familia que abordaba el tema de forma primitiva y tenía un libro de medicina psicosomática (que todavía guarda entre los 10 mil libros que atesora). "En esa época no había psicología estaban los sanos y los que no" , dice y hace un recuento cronológico de cuándo fue que el hombre empezó a tener problemas con el sobrepeso.
"Hace 10 mil años se organizó la agricultura. La gente comía granos y se podía almacenar comida. Ahí aparece la obesidad, con la harina, se empiezan a comer cosas para lo que no se estaba genéticamente preparado", explica.
Y dice que las bebidas azucaradas son las grandes responsables de la epidemia de obesidad. "En los 40 entra la Coca cola en Argentina, la gente empieza a tomar líquido que el cuerpo no lo registra como sólido, entonces estás tomando azúcar", dice.
También estima que en el país un 73% de la población sufre de sobrepreso y aclara que no hay una cura porque, al igual que la diabetes, la hipertensión, el colesterol y otras tantas, se trata de una enfermedad crónica en la que hay recuperación no cura.
"La obesidad es una enfermedad crónica recividante, una vez que vos tenés en tu cabeza descompaginado el sistema que regula el peso, ese sistema lo podés controlar pero siempre vas a tener que hacer algo para no engordar. Porque en la cabeza está el adipostato que es el que te maneja biológicamente, le da la orden a tu cuerpo para que se comporte de una manera para volver al mismo peso. Bajás de 80 a 60, después la persona engorda lo considera un fracaso. Eso pasa con el obeso, no hay forma de que no vuelva hasta el día hoy", explica.
Afuera Emilio escucha música y corretea.
Cormillot no solo se metió en grupos de alcohólicos anónimos, juego y tabaquismo para entender las enfermedades crónicas sino que vivió de cerca el tema de la obesidad puertas adentro.
"Tuve 3 problemas con gente que publicó que Renée era mi vergüenza o se preguntaban cómo podía ser que fuera gorda y sea mi hija. `Boludo, ¿qué tiene que ver una enfermedad con que sea mi hija?´", se enoja al recordar. "No podés manejarlo. Son enfermedades que van más allá de retar a una persona", suma.
Según cuenta cuando Renée era adolescente quiso ayudarla a adelgazar pero "cuando querés hacer adelgazar a alguien que no tiene ganas estás perdiendo el tiempo". Por ese entonces, solo logró generar una barrera entre ella y él.
"Ella me provocaba. Yo le decía que comiera menos sal, porque a eso de los 17 ella estaba hipertensa, y ella ponía el salero para abajo para que cayera mucha sal para provocarme", recuerda y cuenta que después su relación con el peso fue y vino.
"Bajó, subió, se operó y se mantuvo, volvió a engordar y ahora bajó y se está manteniendo", dice.
Alberto Cormillot: de su obsesión con las mujeres de 30 a su amor por Estefanía Pasquini
Antes de la nota y después del recorrido, Alberto, Estefanía y Emilio pasean por el jardín. Es un día de sol y de calorcito, el invierno se está despidiendo. Como en todo la casa, el espacio verde está sobrepoblado: hay mesas, más de una, casita de perro (tiene perros y gatos), casita de juguete y la colección de enanos de jardín que Alberto heredó de su madre (y que él siguió completando).
La tarea más difícil es hacer que Emilio pose, los ojos chinos se le hacen más chinos con el sol de frente. Su mamá intenta persuadirlo con gomitas y él con simpatía se deja seducir por los dulces. Alberto cambia de look: se pone una remera naranja que tiene mucho significado, es de Vilcabamba, un pueblo en Ecuador donde viven los viejos más viejos del mundo.
"Ese color es raro", dice Estefi hasta que su marido le cuenta el por qué de la elección. Emilio juega con un pata pata, charla, sonríe, come y alegra la producción. Estefi y Alberto posan descontracturados.
"Yo siempre salí con mujeres de 30", dice y cuenta que Estefi lo gasta (porque entre ellos el humor es un código que comparten) con la frase de Mirtha: "Usted, Dr. Cormillot, es un picaflor". Y sí que lo fue pero ya no más. Aunque Estefi sigue en sus 30, él asegura que desde que empezaron a salir supo que se quería casar y tener un hijo con ella. También que es a la única mujer que le fue fiel.
"Yo le eché el ojo cuando le entregué el diploma", dice. Estefi se incorpora a la charla y cuenta que en realidad él le dio el teléfono para "hablar de su tesis". Ella tenía 32.
"Lo veía como un tipo muy grande", se acuerda y se ríe por qué fue su mamá quien le dijo que fuera a la universidad donde Cormillot era el director. "Ahora le digo a mi vieja: `Mirá de lo que tenés para arrepentirte, vos sola me entregaste ahí´".
Estefi tardó en darse cuenta de que le interesaba Alberto, aunque sus amigas lo sabían hace tiempo. Él la visitaba seguido con excusas laborales a su consultorio, cuando ella arrancó a trabajar en su centro de nutrición. Pero un día se cansó y dejó de ir. Ahí ella entendió que algo estaba pasando y lo fue a buscar.
Desde ese día no se separaron más, pero ella, según relata, tardó en caer.
"Cuando él me decía cosas le decía que no hacía falta que me endulzara el oído, porque pensaba que me lo decía de compromiso. No llegaba a creer que sentía algo en serio", dice.
Y completa Cormillot: "Nadie creía que íbamos a seguir, ni que nos íbamos a casar y tener un hijo".
Al principio el qué dirán fue uno de los obstáculos con los que se enfrentó la nutricionista. "Tuve que luchar con mis creencias de que si una chica joven estaba con un tipo grande por algo era, pero muy grande. Porque a mí nunca me gustó alguien de mi edad", cuenta Estefi.
Y recuerda que para negar lo que estaba sucediendo aceptó una cita con alguien que estaba viendo antes de conocer a Alberto. "Le voy a decir que sí porque está mal lo que estoy haciendo, estoy saliendo con un tipo muy grande", recuerda que pensó en ese momento.
"¿Era el profesor de tenis?", consulta Cormillot, a quien le gusta chequear las historias.
"Sí", se ríe Estefi y confiesa que al final se arrepintió y no salió nada. "Ahí me di cuenta de que no quería ver a nadie más, no quería salir con nadie".
"Cuando empezamos a estar juntos teníamos sexo prácticamente todos los días", presume Cormillot.
"La gente hace mucho chiste con el tema sexual pero funciona bien y como estás enamorado te gusta más que con cualquier otra persona", suma más tarde Estefi.
Cómo reaccionó la familia de Estefanía Pasquini cuando se enteró de que salía con Cormillot
"Fue tremendo", dicen a coro cuando recuerdan cómo fue el momento de decirles a los padres de Estefi que estaban juntos. El padre tiene 14 años menos que el novio.
"Yo no sabía cómo decírselos", dice Estefi y recrea la escena: "Primero hablé con mi mamá y di tantas vueltas que cuando le empecé a decir que me estaba viendo con alguien, ella me interrumpió y me dijo: `Quedate tranqui, Estefi, ya sé, sos lesbiana´".
Ante la mirada atónita de su madre, Estefi contestó: "No, ¿por qué?". La madre empezó a argumentar que hacía muchísimo que no presentaba un novio ni nada.
Entonces, Estefi se envalentonó y le dijo que estaba con un hombre del trabajo (en la clínica el 90% son mujeres). La madre se sorprendió y preguntó extrañada. "¿Con quién?".
Estefi contestó: "Alberto".
La madre, describe, se agarró la cabeza y vociferó: "¿Por qué no me dijiste que eras lesbiana?".
"Cuando se lo dije a mi papá me dijo: `Si a vos te hace feliz... y se quedó callado y no dijo más nada", cuenta Estefi y se ríe.
Después del anuncio, los padres pusieron su creatividad en función de lograr que los novios dejaran de estar juntos. "Mi mamá llegó a decirme que ok, que esté con un tipo más grande, pero que sus cosas las iba poner a nombre de otro, porque yo no iba a tener hijos y no quería que quedaran para el Estado", cuenta.
Alberto suma su parte de la historia. "`¿Qué le viste a mi hija?´", me preguntaron y Estefi acota: "Después te cagaron a pedos".
"También me dijeron que estaba más para la mamá que para la hija", recuerda entre risas Cormillot y resalta que ella es una auténtica "Nona", no como él que hace años que vive una vida alejada de su edad cronológica.
"Somos una pareja como cualquier otra, no notamos la diferencia de edad", dice Alberto.
"A ese baño no entro más desde que perdí el embarazo"
Estefi y Alberto se abrazan. Afuera el sol se escondió. Pasaron más de 6 horas desde que entramos a la intimidad de la familia Cormillot. Emilio sigue jugando afuera con Chris, el fotógrafo.
"A mí no me gustaban los chicos", dice Estefi y cuenta que recién empezó a pensar en la maternidad cuando arrancó su relación con Alberto. "Yo quería con él, no con cualquiera".
Cuando ambos coincidieron en que querían tener hijos, Alberto empezó a investigar, le preocupaba tener un hijo con algún síndrome por ser un padre añoso (según una tabla que encontró en internet, está dentro de los 15 padres más viejos del mundo).
"Hasta que Emilio no me miró a los ojos, tenía temor, porque el médico me había pasado unos papers donde decía los posibles riesgos de que tuviera autismo", cuenta.
Pero antes tuvieron que pasar por varios tratamientos, la búsqueda duró 3 años. "Lo que menos pensábamos era que iba a ser por mí el tema del tratamiento, pero nos encontramos con que la que no podía era yo y fue como un baldazo de agua fría porque me dijeron que estaba casi como una mujer en menopausia", dice Estefi.
"No había forma, no me sacaban ni un solo óvulo", recuerda y cuenta que tuvieron varias malas experiencias en otros centros hasta que llegaron al indicado.
"Al primer embarazo lo perdí, a este baño de acá abajo no entré nunca más", dice mientras señala el toilet. Fue de esa misma camada de embriones que nació Emilio. Habían podido formar dos y si no funcionaban habían decidido ir por ovodonación.
"En el último le dije que fertilizaran un óvulo con mis espermatozoides y otro con el de un donante para ver cuál se formaba mejor", cuenta Alberto.
Y enfatiza Estefi: "Cuando me mostró la imagen de la evolución de los dos pensé que el que se veía mal formado era el de él y cuando me dijo que no, que era el del donante, y vi el de él, había mucha diferencia".
Alberto Cormillot y las tres veces que tuvo cáncer
Alberto asegura que heredó la longevidad de su padre quien murió a los 95 años pero no la genética. En los últimos 12 años tuvo tres diferentes tipos de cáncer.
El primero que le detectaron fue uno muy raro en el hígado. "Tuve un schwannoma que es del sistema nervioso. Me apareció en un nódulo en un nervio que está en el hígado, hay 20 casos publicados en el mundo, el diagnóstico acá no lo podían hacer bien, y me lo hicieron en Houston".
Después le descubrieron uno en el colon. "Me hicieron una colonoscopia y no se dieron cuenta. Empecé con una anemia y tomaba hierro y sentía que la cabeza no me andaba, estaba lento, y pensé: `Tengo alzehimer o cáncer´. Rogaba que fuera cáncer. Me hice todos los marcadores y me salieron pésimo", recuerda. "En el momento en que me los dieron, estaba en una reunión de equipo... era un jueves y el martes ya estaba operado. No tuve que hacer quimio, era muy grande pero milagrosamente no se había diseminado", suma.
Una de las cosas que lo ayudó, según cuenta, fue tener "aceptación plena" y saber que estaba "en las mejores manos".
"Yo me cuido mucho, hice un manual anti cáncer de colon. Con la vida que yo hago es improbable tenerlo, pero si tenés un gen que te salió mal, tenés oncogenes, yo heredé una longevidad posible como la de mi padre pero no los genes, porque nadie en mi familia tuvo", dice mientras afuera su hijo juega en un BMW de juguete.
Hace dos años, le hicieron una resonancia porque tenía tos y el mismo médico que le había descubierto el tumor en el hígado le informó que tenía otro en el riñón. Si bien se lo encontraron a tiempo, después tuvo fiebre de origen desconocido.
"Tuve cuatro reinternaciones. Venía aparentemente bien y sentía que me bajaba la presión, me sentaba porque sino me caía. Tenía una sepsis, me mandaban de vuelta. Me decían por qué no cambiaba de médicos. Estaba con los mejores médicos, para qué iba a cambiar... Hasta que un día se fue", recuerda.
En ese momento la que estaba preocupada era Estefi. "Estaba con una paz total y yo estaba re puteando y le decía: `¿No podés putear?´, no entendía por qué estaba tan tranquilo. Y me decía: `No, porque me estoy ocupando´", reconstruye la mujer de Cormillot.
También dice que pensaba que le estaba ocultando algo y que hablaba en paralelo con los doctores por qué creía que en realidad le pasaba algo grave. "Me agarra mucho llanto, porque si a él le pasa algo, lo único que se me viene a la cabeza, por ahí es egoísta porque ni siquiera lo pienso por Emilio, es: `Yo me muero de tristeza por amor´", dice y asegura que se desespera porque "no se imagina la vida sin él".
"Sé que me puedo hacer cargo de Emilio pero quién se hace cargo de mí, quién me abraza".
Alberto ahora reconoce que se podría haber muerto por la infección, pero que sabía que iba a estar bien. "Soy optimista, a veces excesivamente. Soy de mirar para atrás para tomar impulso".
Los Cormillot y la herencia: "Yo he ganado la plata que piensan pero me la he gastado"
Semanas atrás los Cormillot se volvieron noticia por una nota que dio Renée, la hija mayor, fruto de su relación con Monika Arborgas, a América tv. "Yo he ganado la guita que la gente cree que he ganado pero la he gastado. No la he sabido guardar, no soy un empresario, goce. Me la fui tirando encima, con viajes y con libros, grabadoras, etc,", dice antes de sumergirse en la interna familiar.
El ida y vuelta arrancó luego de que Renée diera a entender que su relación con Estefanía Pasquini no era la mejor porque la mujer de su padre estaba obsesionada con la herencia. Más tarde, Alberto intentó apagar el incendio pero sus palabras tampoco calmaron la voracidad de los medios.
"Yo estaba incómodo porque se le dio una dimensión desproporcionada. Hice una entrevista que era la última vez que iba a hablar del tema, en Mitre, que es mi casa. Me preguntaron, contesté todo para bajar las aguas y titulan como titulan. Lo llamé al gerente y a Juan Etchegoyen y les dije: `No me pueden hacer esto´, `No fue esto lo que dije´. `Me chupa un huevo como titulan´", lanza. Y asegura que a partir de ahora la relación quedó dañada con varios equipos.
Y sigue: "La cosa es así: primero, traeme una familia que no tenga problemas, traeme una familia multidimensional, donde haya una combinación de generaciones poco usual... Yo me fije en internet: hay dos tablas, en una soy el número 12 y en otro el número 15 de los padres más viejos del mundo. Es muy difícil: si vos tenés una esposa que tiene 12 años menos que tu hijo más chico y casi 20 que la mayor, son muchos años de diferencia, pueden surgir conflictos, rispideces".
En esta primera parte de la charla, Alberto está solo. Estefi todavía está con la masajista. Toma, de a sorbos, su capuchino. La remera naranja se esconde debajo de una campera y Emilio se suma al interior de la sala y busca su chupete.
Cormillot coqueteó varias veces con la muerte, y en esos momentos fue cuando más pensó en los problemas que se podían desencadenar a raíz de la herencia.
"Hace 10 años, desde que tuve cáncer, que en la clínica (donde trabajan sus dos hijos mayores y su mujer) jodo con la transición con los que la manejan. `Che qué pasa si... ¿cómo van a manejar esto?´", observa. Y asegura que, como quiere que siga, empezó a pensar en temas legales y demás y armó un directorio con gente de su mayor confianza para que represente cada sector y que las cosas funcionen.
Según afirma desde el año pasado está todo armado, tiene "todos los papeles arreglados" y "no hay ningún quilombo".
También dice que tiene planeado cuál va a ser el techo de Estefi y programada la plata para la educación de Emilio. "Ella no puede mantener toda esta casa, tiene un costo de personal y mantenimiento que es al pedo. Hoy puedo pero manejo muchas entradas, no es una casa para que viva un profesional sola, es peligroso", dice. Y ambos cuentan que antes de casarse, firmaron unos papeles para que las cosas queden a nombre de Adrián y Renée.
Aunque desmiente que Estefi necesite de una herencia.
"Los viejos de Estefi tienen más guita que yo, no hay un tema de que ella se haya casado conmigo por una cosa económica. Tienen departamentos, alquilan, son gente muy austera, que ha laburado mucho y ha sabido ahorrar y ha invertido en departamentos. Tienen una posición económica no holgada, más que holgada", sostiene el médico mediático quien asegura que su mujer es muy trabajadora, que tiene pacientes del exterior y que es de las profesionales que más aprendió de la clínica".
A lo que acota Estefi: "Mi vieja me decía que una chica que está con un tipo así está por algo y me decía: `Vos, ¿qué necesidad tenés?, si vos no necesitás nada´. Trataba de explicarse por qué y no podía caer en algo tan simple como con que me había enamorado".
Cómo quedó la relación entre Estefanía Pasquini y Renée Cormillot
Los Cormillot lograron una unión familiar luego de la separación. Las cosas de Monika habitan la casa de Alberto. Él se quedó con varias de sus posiciones tras su muerte, hace 7 años, y tuvo que hacerse cargo de las finanzas de la clínica, tarea que cumplió su exmujer durante varias décadas.
"Cuando se murió la llamé a la contadora y le pregunté hacía cuantos años que trabajaba. Hacía 25 años y nunca habíamos hablado", relata, aunque asegura que después decidió evitarla porque siempre le trae malas noticias.
Monika también se encargaba de mantenerlos unidos. Cuando vivía, Alberto comía 4 veces por semana con ella y sus hijos. "Era la jefa del clan, manejaba todo: la familia, los chicos, era el eje".
Si bien los encuentros siguieron con menos periodicidad: se juntaban una vez por semana, después de la pandemia fue más difícil reencontrarse. También, según dio a entender Renée hubo algo con el nacimiento de Emilio que le afectó.
"En realidad fue el de Emita, la hija de Adrián, el que le costó", aclara Estefi.
Ella quería ser madre, hizo varios tratamientos pero ninguno funcionó. Algo que, al parecer, aún la llena de dolor.
Estefi y Alberto quisieron que fuera una de las madrinas de Emilio, pero ella no quiso. "Creímos que era una forma de integrarla", dice Estefi, mientras abraza a Alberto.
"Mi hijo Adrián lo adora a Emilio. Él es un tipo muy lúcido, es mucho más inteligente que yo, lo que no tiene es la persistencia, pero es muy lúcido, observador y en esto estuvimos muy unidos para procurar apagar el incendio", cuenta Alberto.
Después de que Renée hablara con América tv y expusiera los problemas que había con su madrastra, los medios hicieron eco de eso. Algo con lo que Cormillot no está para na habituado.
"Hablé con Renée, con mi hijo y con Stefi. En un momento dado las dos estaban muy desreguladas y yo difícilmente me desregulo, cuanto más quilombo hay es cuando más me regulo", dice.
En la charla, el padre le dijo que era una pelea imposible de ganar y que había que parar, tanto a ella como a Estefi. Les dijo: "Lo que están haciendo es aparecer en los medios lesionándose ustedes, y metiéndome a mí en el medio que siempre he sido muy cuidadoso de mi imagen".
Ahora bromea con un posible encuentro familiar: "No creo que haya por un tiempo".
Estefi asegura que todo el asunto le sorprendió mucho.
"Me entristeció porque es algo familiar, con la familia no, hablar por afuera, no. Te juntás, lo hablás, te reputeas si te tenés que putearte, pero lo hacés adentro", dice y asegura que antes de las declaraciones de Renée nunca habían discutido.
"A veces Alberto me dice: `¿Por qué no podés olvidarte un tema?´y para mí hasta que no se habla y no nos entendemos las personas que estamos envueltas en el quilombo no puedo parar, soy re insistente con eso. Me gusta que quede todo claro, porque cuando no las resolvés bien en cualquier momento saltan otra vez con otra cosa", agrega la nutricionista.
Hoy todos trabajan en la clínica, pero casi no se cruzan. Alberto, Adrián y Estefi están en sus consultorios y Renée va cada tanto. El gerente, que es de mucha confianza de Cormillot, fue el encargado de hablar con todas las partes.
"Yo no les pido que se quieran, si no se quieren que no se quieran, si no se aceptan que no se acepten pero lo que no puede es trascender y transformarse en una cosa pública", concluye Alberto.
Y revela que por ahora quedo el compromiso de no hablar más del tema.
Alberto Cormillot y cómo ser un buen padre abuelo
Si hay algo que caracteriza a Cormillot es su liviandad. Así como se lo escucha en la radio o en la tele habla con Revista Gente. No le escapa a ningún tema y si divierte incluso con algunas internas que ha habido en los últimos tiempos.
También lo hace cuando lo confunden con el abuelo de Emilio, su hijo de 3 años. "Alguna persona que no me conoce me pregunta si es mi nieto pero no me molesta", dice.
Mientras Estefi recuerda algunas anécdotas. "Estas vacaciones nos divertimos, había mucho extranjero y yo le decía: `¡Sabés el quilombo mental que debe tener esta gente cuando nos ve!´. Deben pensar que soy tu hija pero que mi hijo se parece a vos y yo no, entonces capaz soy tu amante", reconstruye.
Es que esas cosas les han pasado varias veces, como cuando en un viaje, un hombre la invitó a seguir conversando y ella le contestó que se iba a dormir porque Alberto se iba a dormir y el NN le repreguntó: "¿Dormís con tu papá?".
Algo cambió en Alberto en los últimos años. Más allá de que no siente la edad que tiene sí empezó a tener más registro cuando nació Emilio.
"Muchas cosas que está viviendo no se las va a acordar", dice.
Y Estefi le contesta: "Yo le registro cada momento, le saco foto de todo. Le mando los audios".
Con el nacimiento de su tercer hijo, Alberto está experimentando cosas que no había podido. "A los otros los tuve hace 50 años, siento que ahora puedo dedicarme más".
Y si bien no lo puede levantar en su espalda, alguien lo ayuda y andan paseando por el jardín.
"¿Cuántos años tiene Cormillot?", le pregunto a Estefi.
"Para mí, 60", dice.
"¿Tantos?", contesta el famoso Dr. de edad inespecífica.
Fotos: Christian Beliera
Arte y retoque: Darío Alvarellos y Gustavo Ramírez