Mientras el fotógrafo se prepara para disparar, Andrea Frigerio (62) espía de costado a su hija, Josefina Bocchino (27), y decide acomodarle el flequillo hacia la derecha mientras ella, sin inmutarse, se deja. No le hará falta un espejo ni pedirá verse en las fotos, Fini –como le dicen desde hace años– ya sabe que el retoque que le hizo su madre fue para bien. Así, a pura confianza, comienza este encuentro familiar con GENTE.
–Andrea, hace 28 años vos estabas posando para los paparazzi embarazada de Fini, y hoy están lado a lado presentando una película. ¿Qué te hace sentir?
–Andrea: Es loco, ¡muy loco!, porque yo me acuerdo del nacimiento de mis hijos todos los días: a Tommy lo tuve cuando tenía 20 años y a Fini a los 35, y hoy la veo posando y le veo la misma cara que recuerdo de cuando la tenía en la cunita al lado mío y arrugaba su nariz. ¡Me da muchísima ternura!
–En redes es habitual que publiques compilados de fotos que muestran su crecimiento desde que nació hasta ahora.
–Andrea: Ay, sí, es que estoy enamorada de mis hijos... ¡y de mis nietos!
–Esa ya es otra etapa. Fini, ¿vos creés que estás cerca de sumarte a tu hermano con la parte de los nietos?
–Fini: ¡Uy! Creo que ni cerca ni lejos. Tengo 27 años y me parece que estoy para estar un par de años más conmigo misma.
–¿Seguís en pareja con el chef?, ya habían cumplido siete años.
–Fini: (Ladea la cabeza) No... ahora estoy en pareja con otra persona.
–Apa. ¿Qué nos podés contar de esta nueva persona?
–Fini: Que se llama Conrado Dell Acqua, que es odontólogo y que salimos de chicos y nos volvimos a reencontrar hace unos meses... ¡y acá estamos!
–Nada que ver el mundo de la odontología con el de la actuación. ¿Cómo toma todo esto?
–Fini: Muy bien. Bah, creo que muy bien. Aparte, lo que me sucedió a mí es que cambié un poco de vida en el sentido de que yo antes viajaba y tenía una vida nómade y libre porque no había echado raíces en ningún lado, y hace dos años decidí dejar esa vida y venirme a vivir a la Argentina para meterle a mi vocación. Y bueno, cambié de pareja, cambié de país, ¡cambié de todo!
–Sucedió a tus 25 años. ¿Tuvo que ver con la edad?
–Fini: No. Creo que tuvo que ver más con la vida y con que me di cuenta de que me quería dedicar a esto profesionalmente en Francia, cuando hice la carrera de actriz en la Universidad de Artes Escénicas de Fontainebleau, un pueblito que queda a 40 kilómetros de París. Fue cuando terminé que pensé "basta, yo sí o sí me dedico a esto, y lo voy a hacer en Argentina".
–Andrea: Para cuando nos lo comunicó, ya hacía un montón que estaba afuera, porque primero estuvo en España y después en Francia.
Qué es de la vida del gran ausente
"Entre nosotros siempre nos hacemos mucho el aguante. Te diría que somos fans de nuestra familia", asegura Frigerio y su heredera asiente a su lado.
–¿Es una familia que trata de evitar las discordias?
–Fini: Sí, al 100%.
–¿Qué nos pueden contar de Tommy?, el más reservado de la familia
–Andrea: Mi otro hijo ya es grande, tiene 40 años y no tiene nada que ver con el mundo artístico. Solo tocó la guitarra y cantó cuando era chico, pero después estudió Ciencias Políticas y ahora sólo usa la guitarra para cantarles a sus dos hijas. Imaginate que trabaja en una empresa, en Globant, así que nada que ver.
Todo lo que hay que saber sobre el primer papel protagónico de Andrea Frigerio en cine
–Andrea: La película que estrena este jueves se llama 'Una jirafa en el balcón' y tiene un título que hace que parezca una comedia pero en realidad hace alusión a un símbolo que utilizaban los combatientes de la izquierda para avisarle a los otros que habían moros en la costa, es decir, que había peligro cerca. Lo aclaro porque es un título que más de uno puede decir "bueno, me voy a ver una comedia para morirme de risa", pero resulta que se van a encontrar con un drama tremendo.
–¿De qué trata este "drama tremendo"?
–Andrea: Cuenta la historia de una mujer que perteneció a la lucha armada en los 70', en la época de la Triple A, y que fue una de las jóvenes idealistas que formaron parte del Ejército Revolucionario.
–¿Es una historia real?
–Andrea: No. Bah, hay partes que sí, pero no es completamente real. Y a ella, como mujer, durante esos años le pasaron muchas cosas. Al principio, con el romanticismo de la izquierda, parece como que todo es luminoso e idealista, pero después viene la realidad de la vida: hijos, parejas, nietos y cómo ella sobrelleva toda esa carga emocional durante el resto de su vida.
–En la película, ¿se rompe con el romanticismo de izquierda y se ve otro lado?
–Andrea: Sí, por supuesto.
–Fini, vos también decidiste contar esta historia, ¿qué fue lo que te atrajo?
–Fini: Me gustó la trama y me copa interpretar algo que es historia argentina. Sospecho que todo lo que tenga que ver con el país me va a enganchar siempre. Y después, era meterme en las canchas del trabajo profesional, interpretar un personaje, trabajarlo, pulirlo, encarnarlo... Y tenía el plus de compartir el personaje con mamá y de armarlo desde distintos puntos de vista, porque mamá hizo la Lidia adulta y derrotada, y yo tuve que ver cómo crear a Lidia en su juventud y con una energía más vital, revolucionaria y fogosa.
–¿Tuvieron charlas de "yo voy a hacer que el personaje camine así" y tal como para unificar criterios?
–Andrea: Sí, hablamos, porque la parte luminosa de Lidia se la quedó Fini, y la parte oscura de pensamientos rumiantes y amargura plena me la quedé yo. Y necesitábamos que esa transformación se viese creíble.
–¿Ya habían encarnado un mismo personaje?
–Fini: Sí, en la segunda temporada de la serie Limbo.
–Andrea: ¡Que todavía no salió!
–Fini: Igual eso es algo súper chiquito. Yo aparezco en un capítulo, y lo que hago es la introducción de su personaje en su juventud.
–Andrea: Después también hicimos una película en la que éramos madre e hija y estábamos involucradas con la mafia.
Declaraciones descontracturadas
–Si tuviesen una película propia, de su vida real, ¿cómo se llamaría?
–Andrea: ¡Qué difícil!
–Fini: "La rubia y la morocha" (Andrea Frigerio larga una carcajada). Te juro que se me ocurre eso.
–Andrea: ¡O Tanguengue!
–¿"Tanguengue"?
–Fini: Es que mamá siempre dice palabras raras. Para que te des una idea, a mí me dice "Piojo López" desde que nací por el jugador de fútbol, y después tenemos un perro que se llama Paco pero al que ella lo bautizó como "Chingüen".
–¿Por sinvergüenza?
–Fini: Exacto. Así que "Tanguengue" no es tan raro.
–Andrea: Bueno, a Tommy yo le digo Monty, y nadie más lo hace.
–¿Y por qué ella es "Piojo López"?
–Andrea: Por piojito chiquitito. También le digo "pioji".
–Fini, ¿y vos para tu mamá tenés algún apodo?
–Fini: Algunos... "mom", "mamoch", "mamolidas" (Andrea se tienta al ver que esto está saliendo a la luz).
–Se nota que son muy compinches. ¿Qué cosas comparten?
–Andrea: Aparte de la profesión, nos encanta reunirnos y disfrutar asados. Bueno, Fini ahora se acaba de ir a vivir sola y para mí es fuerte, ¡no sabés lo que la extraño!
–Fini: Madre... (Le pone carita)... yo ya viví afuera mucho tiempo.
–Andrea: Sí, pero te extraño igual. O sea, a mí me encanta que vivas sola... (Vuelve la mirada a la periodista de GENTE). De hecho, fui la que generó el cambio. O sea, yo ayudé a que se vaya a vivir sola, ¡pero la extraño!, es lindo tener una amiga en casa.
"Esta historia les va a gustar", anticipa Andrea
Tras acomodarse en su silla, la actriz, modelo y presentadora comienza a desmenuzar lo que significa para ella decir que su hija es también "su amiga".
"Yo tuve una mamá –se murió mi mamá– con la que era re amiga y con la que hablaba todo el tiempo, y cuando me casé con Lucas (Bocchino), él me dijo 'quiero tener un hijo', y yo le respondí: 'no, un hijo no, yo quiero una hija'. Y como eso no lo podíamos controlar, llamé a un médico en Uruguay que te aseguraba que vos podías quedarte embarazada del sexo que vos querías si hacías una dieta específica", relata Frigerio.
"Entonces saqué un turno para ir a verlo y justo pasó que me llamaron para hacer una cámara oculta de Tinelli, 'La mesa de Andrea' en Uruguay, y dije que sí sin dudarlo pensando en este médico y me fui a vivir un mes a Uruguay. En eso me di cuenta de que pasaban los días y no me venía, y cuando me hice el Evatest descubrí que yo ya había viajado embarazada: ¡fue el destino el que decidió que venga Fini! De la alegría, cuando me enteré que iba a ser mujer, salí a gritar a la calle: 'voy a tener una amiga en casa'", recuerda con total emoción antes de pasar al lado B de la historia con un cambio de tono. "Después, pasó que Fini era más del papá y no era tan mi amiga... ¡Pero ahora sí, ya lo es!", cierra victoriosa ante la mirada atónita de su hija.
Una obra, un recuerdo y una particularidad
–¿Qué proyectos tienen?
–Fini: Siempre hablamos de hacer teatro juntas.
–Andrea: Sí, pero ahora Fini va a hacer teatro y yo no fui convocada. ¿Podés creer que su primera obra va a ser en el teatro en el San Martín?, ¡¡¡es extraordinario!!!, a mí ni una sola vez me sonó el teléfono para el San Martín. Yo le digo que se sienta afortunada porque para nosotros, los actores, hacer teatro en el San Martín es como wow, lo mejor que te puede pasar.
–Mucha gente dice que los hijos superan a los padres.
–Andrea: (Fini se muerde el labio) Se está dando, se está dando.
–¿Qué obra vas a hacer Fini?
–Fini: Se llama "Manada de lobos" y es una obra de Henrik Ibsen que va a dirigir Helena Tritek.
–Retomemos eso de que quisieran hacer teatro juntas: ¿qué les gustaría hacer?
–Fini: ¡Lo que sea!, porque siempre es algo de lo que hablamos bastante.
–Andrea: Yo adoraría compartir camarín con ella, porque Fini ha venido a todas las giras de teatro que hice. Era la típica nena que iba y venía por el escenario y que salía a saludar con los actores. O sea, terminaba la obra y de repente aparecía una niña muy rubia saludando ¡y era ella! Además, cuando me acercaba a la gente que me esperaba en la puerta para sacarse fotos y que les firmara autógrafos, ella se ponía adelante y les pedía "Sacame a mí, sacame a mí".
–Quizás era su forma de decirte "mirá que me gusta esto".
–Fini: Puede ser, pero después abandoné... Bah, abandoné, artísticamente la vocación siempre la tuve porque de alguna manera siempre me seguí entrenando, pero lo que a mí no me gustaba era la exposición. Mi lucha era con ese tema, pero ahora me estoy amigando.
–¿Qué te ayudó a amigarte con la exposición?
–Fini: Mi proceso personal. Porque antes era más bajo perfil y me costaba... Pero cuando me di cuenta de que me quería dedicar a esto de verdad, pensé: "bueno, ya está".
–Lo tomaste como un daño colateral.
–Fini: Exacto.
–Andrea, ¿vos la ayudaste con la exposición hablando desde cómo la vivís vos?
–Andrea: ¿La verdad? No sé si la ayude... O sea, ella me veía a mí, que tengo cero drama con el tema de la exposición y puedo ir en ruleros por el Unicenter y hablar con la gente así porque es mi personalidad, pero ella es más reservada y más tímida, y yo no quería empujarla porque podía ser violento. Lo que a mí me pasa es que yo, desde chica, no tengo registro del afuera.
–Fini: (Se tienta) Es colgada.
–Andrea: Yo voy caminando y si la gente comenta "Ay, mirá, Andrea Frigerio", ni me doy cuenta. No registro. Es que si tengo que ir de acá para allá no me importa lo que pasa en el costado. ¡Siempre fui igual!
–Todos venimos con particularidades. ¿Algo de Fini que te parezca que no perdió desde que era chica hasta ahora?
–Andrea: Su sensibilidad. Es una persona muy sensible: se da cuenta de las cosas y es intuitiva. A ella no le vendés cualquier cosa. En eso es recontra piola.
–¿Estás de acuerdo con mamá?
–Fini: Puede ser. Lo voy a tomar como un halago. Gracias 'mamoch' (Las miradas de ambas vuelven a entrecruzarse y parecieran sonreírse con la mirada. Una vez más, allí está la conexión).
Fotos: Alejandro Carra
Retoque digital: Gustavo Ramírez
Agradecemos a Raquel Flotta y Carolina D'Andrea