En un informe especial, GENTE retoma el caso que terminó de alertar a la sociedad el 31 de agosto de 2023 tras el fallecimiento de Silvina Luna (1980-2023) a los 43 años. Su muerte sacó a la luz la precariedad con la que operan algunos profesionales de la salud, como el “falso cirujano” Aníbal Lotocki, y la falta de control que existe en la regulación de estos procedimientos estéticos. Según diversos testimonios, Lotocki “operaba en un departamento con ‘camas calientes’” (entraba un paciente, salía otro), "no tenía UTI (Unidad de Cuidados Intensivos)", “inyectaba él mismo la anestesia” y “cuando surgía un problema, desaparecía”.
Esta investigación especial se da a pocos días de conocerse los detalles de la última autopsia de la ex participante de Gran Hermano, revelada el 27 de agosto pasado. Los resultados son escalofriantes: la intervención de 2010 (inyecciones para rellenar glúteos y piernas) realizada por el llamado “cirujano de los famosos” –causante de los daños de por vida a figuras como Gabriela Trenchi, Fran Mariano, Stefy Xipolitakis y cientos de pacientes menos mediáticos– dejó secuelas devastadoras.
El informe preliminar destacó la presencia de una cantidad masiva de metacrilato, un material no biodegradable que había migrado e invadido varios órganos del cuerpo de Luna, incluyendo los glúteos, donde reemplazó fibras musculares por granulomas (son la respuesta inflamatoria a la presencia de sustancias extrañas, que sucede cuando el cuerpo intenta aislar y encapsularlas). Esto fue un factor crítico en el deterioro de la salud de la actriz que reconoció que había pagado un precio muy caro por sus “problemas con la autoestima”. “Tenía producto entre las entrañas”, precisaron en el informe forense.
Los peritos también señalaron que Silvina presentaba trombosis venosas y tromboembolismo pulmonar, condiciones que coinciden con el mecanismo de su muerte. A pesar de la exhaustividad del informe, los médicos no pudieron determinar una causa específica de muerte, lo que deja abierta la posibilidad de solicitar más estudios complementarios para esclarecer completamente el caso.
Esta evidencia, y la reciente detención en Los Ángeles del cirujano Cristian Pérez Latorre (quien también atendió a Luna) por la práctica ilegal de la medicina, puso nuevamente en el foco de atención la práctica médica de Lotocki que, según viene denunciando Gabriela Trenchi, inyectaba sin miramientos “una mezcla de sal color rosa, grasa del cuerpo y silicona” que le generó múltiples consecuencias; entre ellas, problemas de movilidad, dolores crónicos, enfermedades autoinmunes y osteoporosis avanzada. Y ponía “hasta aceite de avión”, agregará Fran Mariano, el ex participante de Cuestión de peso, quien asegura haber sido deformado por el falso cirujano, no entiende "cómo está vivo si otros murieron" y hoy estudia abogacía para que no salga de la cárcel.
Lo llaman “asesino”, sin vueltas. Viven con el fantasma de que pueden ser los próximos en morir. Viven con dolor que ya no calman ni los analgésicos más fuertes. Han tenido ansiedad, ataques de pánico y distintas secuelas de salud mental provocadas por este hecho que todas las víctimas definen como el más traumático de sus vidas. A continuación, los testimonios de dos de las víctimas con notoriedad pública que más sufren las secuelas de haberse entregado a manos del “Dr Muerte”.
Gabriela Trenchi habla de abuso con su cuerpo y cuenta su calvario: “Necesito que Lotocki pida disculpas”
Una de las víctimas de Lotocki que luchó incansablemente para hacer justicia fue Gabriela Trenchi. La hoy emprendedora (tiene un negocio de ropa y acaba su libro Cuerpos envenenados) relata en diálogo con GENTE su experiencia con Aníbal Lotocki y describe los padecimientos a raíz de los procedimientos que le realizó exactamente hace nueve años atrás.
"Él te acostaba y él hacía lo que él quería en base a lo que vos estabas qué necesitabas", asegura la empresaria textil que hace un año era dada de alta en el Hospital Italiano, luego de una internación a causa de una complicación en su estado de salud. "Si lo pudiera ver a Lotocki cara a cara le preguntaría por qué hacía tanto daño si sabía desde el principio lo que estaba haciendo, y continuó después de que mató a Romina. Romina Vega falleció después de la intervención que le hiciera el médico en la clínica Full Aesthetic Center de Posadas en 2007. Esa fue su primera víctima.
"Él sigue diciendo que es inocente y la señora, también, y que el material que ponían no es el biopolímero, que es un veneno que traía de contrabando desde Encarnación", plantea Trenchi, que resalta: "En el juicio él declaró que para hacer medio glúteo necesitaba por lo menos 160 jeringas. Y él jamás compró esa cantidad para cada uno. Te lo digo así porque está comprobado".
La emprendedora que se dedicó a investigar la causa y continúa recibiendo casos (como el de una argentina que vive en Miami "y me muestra todo el tiempo que le sale pus de la glúteos") confía en la justicia, pero destaca que el falso cirujano no sólo evade al fisco sino que "tiene muchos testaferros, de los que tengo todos los nombres". "Si no no podría hacer lo que hace y hasta inclusive enviarle dólares a uno de los hijos que tiene en Brasil", expone.
Trenchi se quería poner hilos tensores en las nalgas, como cuenta, "por presión de un novio que tenía, que me decía todo el tiempo que tenía la cola caída". Fue en agosto de 2015. Cedió a la presión y a pesar de que se veía bien, llegó al consultorio de Lotocki. "Yo en ese momento pagué 35 mil pesos, y me dio un recibo en negro, como a un montón de pacientes. Lo mismo ocurrió con Cristian Zárate, a quien le cobró 6500 dólares", asegura. Y aclara: "Yo creyendo que era cirujano, no sabía que venía huyendo de Chile y que operaba en un departamento".
"Me desperté en una camilla llena de sangre. Al ver eso, me desmayo, viene un enfermero y al pedir por él no viene. El enfermero me dijo 'ahora te traigo un té y vas a estar bien'. Había dos camas y un montón de gente para operarse. Ahí es cuando empiezo a decir que se trataba de camas calientes. Te sacaba enseguida para seguir operando y colocando este veneno del que nadie sabía", retoma Trenchi.
Ahí empezó un antes y un después en su vida. "Que se llevó mis proyectos, mi futuro... y nunca volví a ser la misma", continúa Gabriela, quien asegura que Lotocki "abusó de mi cuerpo estando dormida". Cuando Silvina cuenta públicamente lo que padecía, varios de los pacientes que tenían estos procedimientos con rellenos a manos de Lotocki se alertaron y comenzamos a ver que tenían lo mismo en el cuerpo y que las consecuencias eran similares.
"Cuando me hice los análisis, se veía todo el producto en las partes negras. Se los mostraba a los médicos y ni siquiera necesitaban leer, porque era impresionante", cuenta sobre "el veneno que tiene mezclado en el cuerpo" y que no se lo puede sacar. Ahí es donde Trenchi comienza a investigar qué era lo que colocaba. "Porque hablan de un polimetimetacrilato, pero al final descubrimos que es una bolsa que tiene una sal gruesa que la procesa en una máquina con silicona líquida y grasa de tu cuerpo. Eso lo cargan en una jeringa grande y te lo coloca en el cuerpo", detalla sobre el procedimiento.
"Por todo eso es que hay mucha gente muerta. Mucha gente que murió de problemas en los riñones sin saber que era por ese material que inyectaba. Pasa con muchas chicas trans... hay muchas más muertes de las que se habla", indica Trenchi, que recalca que hay muchas mujeres "que no hicieron la denuncia porque Lotocki las amenazaba diciéndoles que les iba a sacar todo lo que tenían".
El periplo de Gabriela fue duro. Entre sus eternos dolores y cantidades de analgésicos que toma (14 medicaciones en total para todas las complicaciones de salud que padece), no paró y aunque se siente cansada, cuenta: "Me llevó bastante tiempo que saquen la causa que tenían encajonada. Llegué a decir que les iba a llevar arriba del juzgado a todos los medios de comunicación, y ahí empezaron a moverse. Era intocable".
Y se pregunta: "¿Cómo alguien puede hacerte tanto daño sabiendo todo lo que nos causó". Escucharla enumerar todas sus complicaciones es desgarrador. Siente molestias y dolores permanentes en las pantorrillas, que los calmantes apenas logran ceder; jamás del todo. Al mover las piernas, este material puede tocar un nervio, "lo que me provoca unos calambres tremendos".
"Además desarrollé enfermedades autoinmunes, tuve una neumonía bilateral tan grave que a mi familia le dijeron que me iba a morir y sufrí un episodio de parálisis que casi me lleva a perder un ojo. Tanto es así que me tuvieron pinchar el ojo sin anestesia", comparte. El umbral del dolor es altísimo. Para más, al sufrir de una osteoporosis avanzada, "me someto a un tratamiento anual similar a la quimioterapia para fortalecer los huesos" y debe controlar el calcio y la salud de sus riñones debido a los medicamentos.
Cuenta que tiene carnet de discapacitada. Que no puede levantar "ni una olla pesada" y que necesita hacer casi todo en compañía. "En el último vuelo me descompensé y me tuvieron que atender porque me agarran ataques de pánico. Me pasa en la calle o en una farmacia, que pum, me desmayo y me caigo", relata con pesar la mujer que anda con medicación todo el día. Incluso un remedio que tiene que transportar en una heladera. Desde el día en que fue intervenida, "fue un infierno. Nunca más pude dormir una noche seguida".
Para cerrar, si tuviera la oportunidad de hablar cara a cara con Lotocki, a quien define como "un carnicero", Gabriela sostiene: "Le diría que pida perdón, algo que nunca hizo. Siempre con esa soberbia y mintiendo sobre la sustancia que coloca. Porque si él dijera qué veneno inyecta, por ahí hay médicos que podrían estudiar más para que sanemos al menos un poco. Y también le preguntaría por qué abusaba de uno dormido, porque hacía lo que quería de tu cuerpo. Se sentía como Dios".
Fran Mariano: "No lo quiero ver sonriente en un country con toda la carnicería que hizo"
A Fran Mariano (34) duele repasar todo lo que sufrió, pero lo hace para que nadie más tenga que pasar algo así y para que se haga justicia. No alcanza la condena que esté cumpliendo por la muerte de Zárate: es consciente de hay muchos sufriendo por su accionar por eso, de hecho se pregunta: "¿Por qué no me tocó a mí y sí a otros?". Mientras comparte en su perfil de Instagram sus servicios de tarot, se concentra en sus estudios de abogacía, carrera que cursa en la UBA, "para lograr que Lotocki no salga más de la cárcel".
A sus 21 años y en plena transformación para verse mejor (y parecerse a Ricky Martin), el participante de Cuestión de peso se sometió a distintos procedimientos a manos del "cirujano de los famosos" quien, según explica, "me usó como una vidriera". Fran Mariano interrumpe el diálogo unas cuantas veces para tomar aire y volver un poco al relato. Cabe aclarar que los episodios traumáticos llevan a las víctimas a preferir no mencionar más el tema. "Tuve que anular muchos recuerdos para poder seguir con mi vida", asegura.
"Me llegó a poner hilos en la nariz, algo que no vi en un ningún lado", cuenta sin poder creer que el médico haya decidido sobre su cuerpo sin consentimiento. Al despertarse, no se reconoció. Entre los procedimientos, además de rinoplastía e implantes de mentón y pómulos (recordemos que Lotocki no podía hacer operaciones estéticas debido a que no es cirujano), Fran se sometió a una liposucción para eliminar la grasa localizada, aumento de glúteos y relleno arriba de las cejas.
"Él me había ofrecido hacerlo de canje, a cambio de una nota. Era tan bueno y tan convincente en ese momento, que yo ni siquiera le pregunté qué relleno me iba a poner", relata. El joven que siente que su cuerpo es "una bomba de tiempo" suma: "Nunca pensé que me estaba inyectando aceite de avión. A las estrellas número uno les ponía metacrilato, con suerte. Pero a muchos nos puso silicona dentro del cuerpo".
"Yo no tenía ni idea qué era un biopolímero. Después comencé a investigar y vi que lo habían usado en Colombia, donde habían hecho desastres (y se sancionó una ley que ampara a las víctimas), y empecé a buscar otros médicos para tratarme. Hasta que llegué a las manos del Dr Gustavo Sampietro, que me hizo una reconstrucción de toda la cara y él certificó que tenía inyectada esa sustancia, que me la tenía que extraer y ese fue mi aval para denunciarlo penalmente", explica Fran.
Acerca de la extracción a la que se sometió, precisa: "Me tuvo que abrir la cara entera, los laterales, arriba de las cejas, los párpados, todo. Porque ese aceite empezó a migrar y se me había corrido de lugar. Entonces empezaba a notar deformidades. Y fue un largo camino que elijo ver como una película, porque estoy vivo, no sé si por mucho o por poco".
¿Cómo recuerda a Silvina Luna, a quien rememora haberla conocido en una edición de los Martín Fierro? "Era muy hermosa. Me dijo que qué bien que me veía, y fue flechazo y una conexión muy fuerte con ella. Cuando me contó los síntomas eran muy parecidos a los que yo tenía. Sólo que, gracias a Dios, o a una energía superior, el destino eligió que yo no termine en una tumba".
Entre las secuelas que debió afrontar, destaca: "Una parálisis en la cara". Es que, tal como explica, cuando el médico le despegó la piel del surconasogeniano, "me lastimó un nervio". De hecho, es algo que le informó al pasar una enfermera cuando le dijo que no sentía nada. "Entonces, mientras antes tenía una sonrisa en la que se me veían todos los dientes, ya no es la misma. Cuando sonrío no puedo mostrar los dientes, se mueve más una parte que la otra", especifica Fran.
Acerca de las lecciones a las que debió entregarse en medio del proceso, algo que se cuestiona, responde: "Tal vez mi misión es hacer que este hombre nunca más salga a la calle. Lo que no quiero es más adelante verlo sonriente en un country con la carnicería que hizo. Como cualquier otro delincuente, él también es un asesino", resalta Fran, que se sometió a muchas etapas para sacarse el producto que migra por los cuerpos sin límite y que sufre dolores "desesperantes" en los glúteos. Se trata de un malestar imposibilitante, que se siente como un ardor y que no les permite viajar en avión o en transporte público.
"Fueron años enteros de tener heridas porque me tenían que abrir a cada rato para sacarme producto y volver a coserme. Ya hace dos años que no me lo hago. Nunca te pueden sacar el cien por ciento de lo que te hayan inyectado", explica Francisco Ibáñez (ese su nombre real). Y enseguida el chico "que tenía sus inseguridades pero que se plantaba ante la vida" cuenta que no volvería más a un quirófano: "Quedé muy acobardado. Haber pasado por las manos de él me hizo desconfiar en todos los médicos".
Para cerrar, Francisco exige justicia y asegura que, aunque sufra al recordar por todo lo que vivió, bien vale la pena ayudar a alguien más antes de hacerse cualquier intervención o pasar por un quirófano. "Hasta hoy en día no recuperé el cien por ciento de la sensibilidad en la cara... pero la vida le escapamos a lo que sea menos a pagar las consecuencias. Si bien la culpa siempre la va a tener él, acá está el resultado de haber buscado el camino fácil y decidir esto sin información", reflexiona.
A un año de la muerte de Silvina Luna, así son los días de Aníbal Lotocki en la cárcel
Majo Favarón, quien ha defendido públicamente a Aníbal Lotocki desde el primer día, rompe el silencio sobre la situación actual de su pareja. Lotocki se encuentra en prisión preventiva desde el 18 de octubre pasado por orden de la Sala IV de la Cámara Criminal y Correccional, en el Pabellón B del Módulo 1 del Complejo Penitenciario 1 de Ezeiza.
En el marco del informe especial de GENTE a un año de la muerte de Silvina Luna, Favarón nos concedió una extensa entrevista. "Aníbal bajó bastante de peso. No es porque no coma, porque yo le llevo comida. Está flaco", confiesa. Y agrega: "Un médico lo vio y se dio cuenta de que estaba muy delgado y que iban a pedir asistencia a un nutricionista por si necesitaba unas vitaminas. Es difícil estar ahí adentro”.
Además, Favarón relata las dificultades que enfrenta su esposo en prisión: "Hace un tiempo estuvo enfermo y tuvimos que hacer un pedido al juzgado para que le den un antibiótico para bajar la fiebre porque estuvo tres días con temperatura alta y nadie le dio bola. Es la ley de la selva. Sus compañeros de módulo le terminaron dando una tableta de Amoxidal”.
Claudio Lifschitz, abogado defensor del médico imputado, también fue entrevistado por GENTE y desmintió las versiones que circulan sobre supuestos privilegios: “Es todo lo contrario a ser un preso VIP. A veces lo mediático te termina perjudicando". Y para ejemplificar, expone: "El verano pasado no nos dejaban pasar ni un ventilador cuando los demás presos sí tienen. Pusieron como excusa que saltaban los tapones del penal".
Lifschitz detalla las limitaciones que enfrenta su cliente: "Estudia Sociología y no se le puede dar una notebook. A nosotros no nos permiten tampoco entrar con una como para ver la causa de Silvina Luna que tiene 17 mil folios. Todo lo que pedimos es a través del Tribunal Oral. Estuvo meses sin atenderse con el odontólogo hasta que no daba más y recién ahora le dieron cita. Es todo lo contrario a lo que se cree. Pensamos que es adrede para que parezca que no tiene ningún beneficio, y se van para el otro lado”.
A pesar de la situación, Lotocki mantiene contacto con sus seres queridos: recibe visitas semanales de su pareja e hijos. "Me ocupo de que a él no le falte nada, lo que lleva mucho tiempo porque no es fácil", explica Favarón. Y enseguida aclara: "Yo a los hijos de Aníbal los llevo los domingos para que lo vean. Los busco en sus respectivas casas y los acompaño para que puedan seguir su vínculo con él. Yo con ellos tengo muy buena relación, y hago esa función de ‘mamá luchona’ para que sea más llevadero para él poder transitar este tiempo”.
Además, Majo Favarón señala en diálogo con este medio que "lamenta como cualquier ser humano lo que pasó con Mariano Caprarola, caso en el que él fue sobreseído", y entiende que lo de Silvina Luna se trata de algo "muy sensible". "Deseo que se investigue, pero no tienen pruebas para decirle que es un asesino", enfatiza la mujer del médico que "desde hace 25 años hizo más de 9000 procedimientos" y que asegura que los medios fueron quienes "lo convirtieron en un monstruo".
Insistente con su relato, Favarón asegura que Lotocki "no le mentía a la gente" y apunta contra el periodismo: "Los medios no son el cuarto poder, son el primero, y tienen interferencia en la justicia". Y remata desde su argumento: "Entonces... ¿se trata de vender o de buscar la verdad?".
Por: Karina Noriega y Leandro Mazza
Fotos: archivo Grupo Atlántida, Christian Beliera
y material personal cedido por las víctimas.
Arte de portada: Darío Alvarellos
Dirección de video: Ramiro Palais
Video: Mailén Mascui