La historia de amor de Tartu y la periodista Verónica Rubí, y qué rol tuvo Gerardo Sofovich – GENTE Online
 

La historia de amor de Tartu y la periodista Verónica Rubí, y qué rol tuvo Gerardo Sofovich

TARTU Y SU HIJA
Los comunicadores recibieron a Revista Gente en la intimidad de su hogar. “A lo largo de estos treinta años hemos tenido crisis, pero nada profundo”, afirma él en exclusiva.
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La historia de amor de Tartu y Verónica Rubí comenzó hace treinta años cuando la pasión por el periodismo los unió. Sortearon crisis, superaron estar casi dos años separados porque ella se fue a trabajar al exterior y tuvieron una hija juntos que este año celebró sus quince.

“Nos conocimos en 1995 trabajando en el diario de Gerardo Sofovich. Se llamaba El Expreso y fue el primer periódico en color de Argentina”, comienza recordando en diálogo con Revista Gente el panelista de A la tarde (América TV), Lanata sin filtro (Radio Mitre) y conductor de Pasó en América (América TV).

Tartu y Verónica recibieron a Revista Gente en la intimidad de su hogar ubicado en la localidad bonaerense de Escobar.
Tartu y Verónica recibieron a Revista Gente en la intimidad de su hogar ubicado en la localidad bonaerense de Escobar.

“Teníamos buena onda y empezamos a salir. Cuando cierra el diario los dos nos fuimos a trabajar a Pronto, y ahí nos dimos cuenta de que cada uno necesitaba su espacio: Vero, que es muy de tener su propio universo, en ese momento consiguió trabajo en Televisa y se fue. Desde ahí, nunca más volvimos a trabajar juntos”, recuerda.

Tartu no duda en reconocer que “a lo largo de estos 30 años hemos tenido crisis, pero nada profundo” y define a Verónica como “una mujer con mucho mundo interior”.

Si se puede mencionar un quiebre en esta relación, es válido hablar del momento en el que ella decidió irse a vivir al exterior. Algo que los terminó fortaleciendo.

Tartu y Veronica Rubi.
Tartu y Veronica Rubi.

“Hizo carrera en Televisa Argentina y la llamaron de México. Fue directora editorial de una revista que se llamaba Eres y vivimos un año raro porque estaba a ocho mil kilómetros. Nos veíamos poco. Hasta ese momento no vivíamos juntos, pero cuando volvió nos dimos cuenta de que éramos el uno para el otro porque pasamos esa prueba de fuego”, cuenta.

Y completa: “La distancia era difícil porque ella estaba sola allá. Yo tuve entrevistas para irme a laburar a México en la revista TVyNovelas de la misma editorial, pero no se dio. Pero para Vero fue una muy buena experiencia laboral”.

Faustina, la hija de Tartu

A la hora de definir la dinámica familiar, destaca que en su casa comparten un consumo cultural muy similar y que a la adolescente desde chica la criaron escuchando rock nacional.

El 29 de junio pasado, Faustina celebró sus 15 años en un salón de zona norte. "Lloré mucho de la emoción. Por eso casi no me saqué los anteojos de sol", confiesa él.
El 29 de junio pasado, Faustina celebró sus 15 años en un salón de zona norte. "Lloré mucho de la emoción. Por eso casi no me saqué los anteojos de sol", confiesa él.

“En el fondo de la pantalla de su celular, Fausti tiene una foto de Andrés Calamaro. Cuando hay un show lo vamos a ver. Prácticamente toda la música que tiene en su playlist nos gustan a mí y a su mamá (Verónica). Eso nos abre un mundo de conexión fuerte”, añade el padre, quien además le transmitió su devoción por Boca Juniors.

“Ella ve que algunos de sus compañeros de aula tienen problemas y los quiere ayudar. En los reportes que mandan de la escuela siempre muestran esa actitud. Así que me parece que su futuro puede venir por ese lado... Yo me ofrecí a acompañarla para que se informe sobre carreras, sus corrientes y en dónde estudiarlas. Pero, por otro lado, cuando empieza a frecuentar esto de venir al canal o ir a la redacción en donde trabaja la mamá, también le gusta. Siento que eso también le está llamando la atención. Así que veremos”, detalla Tartu.

Más allá de que en la actualidad Tartu pasa gran parte del día fuera dle hogar por sus compromisos laborales, reconoce que siempre busca hacerse un hueco para pasar momentos de calidad con su hija y regalarle experiencias que recuerde toda su vida.
Más allá de que en la actualidad Tartu pasa gran parte del día fuera del hogar por sus compromisos laborales, reconoce que siempre busca hacerse un hueco para pasar momentos de calidad con su hija y regalarle experiencias que recuerde toda su vida.

“Fausti es del 29 de junio, así que es la más chica de su grupo de estudio. Por lo que le dije que no estaría mal tomarse un año de break para viajar y hacer su experiencia. No soy fan de ese recorrido académico de terminar la escuela y meterse a estudiar. ¡Qué viva un poco! Juntaremos un presupuesto, que no será para estar en un cinco estrellas, y lo hará. Eso le va a servir para entender que hay otro mundo”, añade reflexionando sobre el futuro que se convertirá en presente dentro de unos años.

La infancia de Tartu

Cuando se le propone hablar de viejos tiempos, Tartu hace memoria y revive una anécdota: “Mamá siempre cuenta la anécdota de la foto de la escuela que sacaban una vez por año y yo estaba en pantalones cortos con el pantalón rasgado. Era un salvaje. Era normal agarrarse a trompadas de escuela a escuela, era como parte del folclore”.

“Mi infancia tuvo lugar en los setenta, una época delirante. Hay generaciones que no entienden todo lo que pasó en Argentina. En ese tiempo había personas que ponían bombas en las escuelas, los supermercados o te decían que no levantes nada de la calle porque podía explotar. Para un niño eso es rarísimo”, comenta el periodista criado en Villa Devoto.

En una de las habitaciones de huéspedes, con tonos blancos y una suave gama de azules y celestes, Tartu posa con un imponente cuadro de El Eternauta de fondo.
En una de las habitaciones de huéspedes, con tonos blancos y una suave gama de azules y celestes, Tartu posa con un imponente cuadro de El Eternauta de fondo.

“Era un universo raro porque no tenías conexión directa con tus padres. Vos salías de tu casa un sábado a las 10 de la mañana y volvías a las 18 y tus padres no sabían dónde estabas. Capaz la joda estaba en ir a las vías del tren a poner chapitas en el durmiente cuando se acercaba la formación”, cierra.

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