Luego de más de 60 días viajando por trabajo, Paula Bernini volvió a su casa y le brindó una entrevista a Revista GENTE, animándose a contar su historia de vida y mostrando cómo es más allá de lo que se ve en las cámaras de TN y sus viajes a distintos puntos de país cubriendo importantes casos policiales.
A sus 46 años, geminiana, se define como una persona nostálgica pero que siempre vive el presente, el día a día, y que es sumamente inquieta.
Su trabajo es su pasión y por eso le dedica muchísimo tiempo a la semana y no duda a la hora de embarcarse en proyectos a tiempo completo. Así como ahora es “la periodista del caso Loan”, con un extenso viaje a la provincia de Corrientes, hace apenas tres años hizo una cobertura similar en torno al crimen de los rugbiers y el asesinato de Fernando Báez Sosa.
Pero su historia de vida la ubica rápidamente en un punto de la provincia de Buenos Aires, Ramos Mejía, donde fue su crianza y actualmente está su departamento, ubicado a 10 cuadras de la casa de sus padres, quienes junto a sus hermanos y sobrinos son su cita innegociable de cada fin de semana.
-¿Cómo fue tu crianza? ¿A qué se dedican tus padres?
-Mi mamá, Ana, y mi papá, Hugo, son dos laburantes. Ella es docente, le falta un año para jubilarse. Antes estudiaba arquitectura en la UBA pero cuando nacimos mi hermanos y yo, se le hizo muy difícil. Hasta que mi hermano menor, Pablo, no tuvo 15 años, ella no volvió a trabajar. Siempre tuvimos un pasar económico bastante apretado. Ellos nos estuvieron muy jóvenes a mí, que soy la mayor y a mi hermana, Natalia.
-¿Y tu papá?
-Y él siempre fue autónomo, un luchador. De tener una idea y llevarla a cabo como sea. Así fue que un día dijo ‘voy a vender ensaladas de frutas’, y tuvimos una época en la que todos pelábamos frutas, todos sabíamos cortar un kiwi, una frutilla, una naranja, una manzana, y empezó de a poquito a hacer un recorrido. Me acuerdo que mi hermana y yo íbamos con él en moto a repartir las ensaladas de fruta. Hoy tiene una fábrica, todo muy a pulmón. Trabaja con mi hermano y con dos empleados más y tienen sus recorridos, pero por supuesto con el altibajo de vender mucho en verano y poco en invierno.
-¿Tenés como ese sentido de pertenencia así con Ramos Mejía?
-Sí, totalmente. Yo fui al colegio Padre Elizalde a la secundaria, que es pleno corazón de Ciudadela y a la Escuela N° 4 en la primaria que es en medio Ramos Mejía. Así que todo lo que es la Zona Oeste es mi círculo de pertenencia. De hecho, me siento cómoda en Ramos. Es mi lugar. Tengo a mis amigas muy cerca. En la primaria iba a un club, que es el Club Bomberitos, y ahora ya más de grande, voy a dos clubes del barrio según la época del año. En verano voy a Nolting, que tiene una gran pileta, así que voy porque ahí me encuentro con mis amigas de la secundaria, y en el invierno voy a Claridad que tiene pileta climatizada y es donde mi mamá va a hacer aquagym.
Así como la canción de la banda Viejas Locas que dice “Todo sigue igual de bien, siguen los amigos que quiero tener, no me puedo quejar”, el paso del tiempo parece no afectar las amistades de Paula, quien forjó vínculos durante su paso por la escuela y son esas las personas con las que comparte su vida hasta el día de hoy.
“Nosotros en la secundaria éramos 23 y a mi cumpleaños, por ejemplo, vinieron 19 de esos. Siento que tengo un vínculo muy cercano con todos mis amigos de la secundaria. Con los de la primaria nos volvemos a reencontrar y lo hacemos cada dos meses, pero ya no con la totalidad del grado, pero sí con unos quince”, describió sobre sus amigos de toda la vida
-¿Se reencuentran cada dos meses? Super seguido.
-Tiene que ver también con Ramos Mejía, que funciona como, te diré, un pueblo, es chico, y quienes vivimos en Ramos sabemos que las compras las hacés por Avenida de Mayo y entonces te vas a cruzar y salen planes para hacer algo. Tenés esa cosa de continuidad. Ayer por ejemplo me encontré con la mamá de una amiga de la primaria. Y la verdad que verla me encantó. Tiene eso Ramos, que te da un sentido de pertenencia y que es muy difícil irse.
Del primer trabajo en la universidad a compartir espacio radial con Fernando Peña
Para Paula Bernini la idea de ser periodista estaba clara hace tiempo. Así que ni bien terminó la secundaria, ingresó a la Universidad de La Matanza, donde recién comenzaba la carrera de Comunicación Social e integró las primeras cohortes de estudiantes.
-Al ingresar a la facultad, ¿a quién tenías de referente?
-Yo crecí con Jorge Lanata, en la época en la que estaba en Página 12. También Antonio Carrizo, que a mí me llamaba poderosamente la atención. Pero tuve la oportunidad de trabajar ad honorem, colaborando con Fernando Peña. Trabajar con él me hizo ver otro mundo, y un poco entender que ser descontracturado no quiere decir que vos no vayas a hablar serio. Fernando Peña tenía un programa en la Metro donde hacía varios personajes, pero yo principalmente lo que veía era La Vereda Tropical.
-¿De qué te sirvió esa experiencia?
-Lo que él me hizo entender yo pude, de alguna manera, volcarlo al periodismo. Creo que me abrió la cabeza en todos los aspectos. En ese momento, Fernando salía de la radio y se iba a cantidad y cantidad de boliches gays. Yo en ese momento ni conocía lo que era un boliche gay. Era una cosa muy tapada y yo fui de la mano de él, siempre muy cuidada, conociendo. Pero era muy chica, tenía 18, 19 años pero me hizo conocer y respetar cualquier otra ideología, otro estilo de vida que por ahí no sea el mío. Y entendí que mi concepción o mi mirada de la vida no era la única.
-¿Cómo definís tu mirada de la vida?
-Muy abierta. Yo puedo no hacer tal o cual cosa, pero no quiere decir que si la hacés vos, la voy a juzgar. Al contrario, a veces trato de escuchar para poder entender por qué vos vivís de tal manera o lo hacés de tal otra. Y yo creo que si nosotros escuchamos al otro y realmente tenemos esa mirada abierta, sin tener que compartir lo que hace el otro, lo podés llegar a entender.
En ese sentido, Paula reflexiona sobre su crianza y adjudica también gran parte de su manera de definirse como una persona abierta a partir del trato que tuvo en su casa siendo pequeña: “En mi casa no hay condicionamientos, no hay mandatos estipulados (…) no hemos sido para nada hijos rebeldes, porque tuvimos la libertad, y siempre en mi casa, la base fue el diálogo. Siempre todos tuvimos la libertad de decir lo que queríamos, lo que queríamos”.
-¿Te imaginas en algún momento explorar otro formato o trabajo sea dentro o fuera del periodismo?
-Sí, me encantaría, en algún momento hacer un programa de periodismo.
-¿Conducir?
-Sí, podría ser, me encantaría estar, yo soy medio de ponerme al hombro los proyectos, entonces, pero si ahí es una co-conducción también lo podría hacer. El streaming es un mundo que no he explorado y que me llama la atención, pero hoy es muy difícil para mí, si yo quiero realmente estar abocada dos meses, como estuve en el caso Loan, a algo como un programa de televisión.
El momento bisagra en la vida sentimental de Paula Bernini y su decisión de no ser madre, al menos por ahora
Aunque en sus redes sociales suele mostrarse sin filtros con su familia, amigos y compañeros de trabajo, Paula Bernini es tal vez un poco más reservada sobre sus vínculos de pareja.
-Cuando estuviste hace poco en la mesa de Mirtha, te preguntaron si estás en pareja. ¿Sos una persona enamoradiza o preferís más estar sola?
-Sí, en el secundario siempre me fui enamorando de chicos, pero nunca tuve novio. Hasta en tercer-cuarto año, que me enamoré mal de un chico del barrio llamado Julio. Vivía a la vuelta de mi casa y, bueno, tuve la suerte de que me dé bola, así que estuve ocho años de novia con él. Pero lo mataron en un asalto, le quisieron robar la moto y le clavaron un cortapapeles con tanta mala suerte de que le perforaron el bazo. Así que se desangró. Y de alguna manera fue como para mí una bisagra en el amor.
-¿Por qué?
-Nunca había tenido en mi familia una pérdida. Fue la primera vez que yo sentía el dolor tan de cerca. Y después no sé si me volví a enamorar. Me aboqué mucho al trabajo. Por supuesto que todos me dicen, "¿pero estás sola?". No sé, yo nunca estuve sola del todo, o sea, pero tampoco estoy de novia, tampoco tengo una relación formal, no es que voy a comer a la casa de mis viejos con una pareja. Entonces, cuando me preguntan, "¿tenés novio?" digo "No"; "¿Estás sola?", "no, tampoco".
En ese sentido, Paula también remarca como su pasión por su trabajo la lleva a tener rutinas cambiantes y una relación de pareja podría no funcionar: “A veces tampoco coinciden los tiempos del otro con los míos, y también es muy difícil entender el trabajo que yo hago y el tiempo que le dedico. Yo no sé si una pareja puede realmente apostar a estar algo conmigo si yo desaparezco dos meses porque quiero cubrir el caso Loan. Yo lo veo en mis compañeros que por ahí lo llaman sus esposas o sus hijos... es imposible trabajar con la cabeza disociada. Así que cuando me preguntan si estoy sola, si lo estoy, pero estoy bien. No quiere decir que esté que esté buscando una pareja. Estoy tranquila y estoy bien”.
-¿Alguna vez pensaste en formar una familia, sea con una pareja o teniendo hijos soltera?
-Hoy no pienso en tener hijos. Veo con mis sobrinos que sería una madre super presente, absorbente, metida. Entonces, si tengo hijos, me voy a dedicar a mis hijos. Y hoy, de verdad, me siento muy cómoda, dedicada al trabajo. Entonces, es muy difícil para mí pensar en formar una familia y también en pensar que un otro va a querer formar una familia conmigo. Tal vez lo soñé cuando era más joven, tal vez lo llegué a soñar con Julio en su momento, hablábamos de casarnos o cuántos hijos íbamos a tener. Pero después de eso, creo que cambió mi concepción y que hoy creo que es un mandato social.
Looks: Anna Rosatti
Accesorios: Bartolomé Joyas
Fotografía: Diego García