“Ser una Blaquier no es una tarea sencilla, y querer vivir como si no existiera tal apellido, una osadía que pocos se animan a emprender”, sostiene Soledad Ferrari en la tercera edición de su libro Las Blaquier (Penguin).
En sus casi 400 páginas, la periodista se sumerge en la vida de las herederas de Malena Nelson Hunter de Blaquier, entre las que se encuentran las más populares, Delfina Blaquier, Concepción Cochrane y Ginette Reynal.
Juana Reynal Blaquier (64), más conocida como Ginette, se salió del molde de la “chica con clase” para convertirse en un personaje público. La nieta de Malena no sólo hizo teatro de revista y condujo un programa de chimentos, sino que fue parte del polémico Café Fashion, donde la materia prima eran los “chistes de mal gusto”.
Una de sus primas le dijo: “Estás loca si pensás aceptar esa propuesta porque te vas a quemar”. Ginette, que fue rebautizada así por una niñera francesa, respondió, sin vueltas: “Es laburo, es televisión y es buena guita, necesito facturar”.
Acerca de las pocas Blaquier que recorrieron un camino fuera del círculo en el que habían sido criadas, Ferrari explica: “Para sorpresa de algunos, nunca demostró apatía o rechazo por quienes no pertenecían a su clase social. Ni su educación de elite ni los tres años en los que trabajó como modelo en París lograron alejarla de su esencia”.
Es más: la hermana de Madeleine Reynal y Alejandro y Hernán Agote “estaba convencida de que muchas de las personas a las que sus amigos miraban con desprecio tenían más clase que cualquier rico”. Según reconstruye la autora del libro, la actriz disfrutaba tanto de compartir picadas con los técnicos del teatro como en las fiestas más paquetas de Barrio Parque.
Ginette Reynal, la Blaquier con plumas: La descubrió Sofovich, actuó con Jorge Porcel y hasta pasó por un noticiero
Ginette pasó por decenas de programas luego de haberse destacado como modelo. Gerardo Sofovich (1937-2015) la descubrió en un desfile y le propuso formar parte de Operación Ja-Ja.
“Sin mucha preparación actoral”, fue parte de los elencos de programas como El infiel, Amándote, 90-60-90, My Lady y El mundo de Antonio Gasalla. También se animó al teatro y al cine, donde compartió escenas con Jorge Porcel.
¿Más? Pasó por un noticiero de Azul TV y trabajó con Noemí Alan, quien fuera novia de su primo Alejandro Blaquier. A mediados de los ochenta, Ginette posaba en los semanarios junto a la vedette para promocionar un vaudeville (Debajo del tapado… nada).
Transgresora como su abuela, llegó a decirle a este medio que era “la más linda de una familia de lindas”. Fue en el número de GENTE que salió en 9 de enero de 1986, donde también advertía que no era una chica de barrio. Como si hiciera falta aclararlo.
Por ese entonces, la actriz aseguraba que estaba cansada de que los productores la encasillaran en el rol de sex symbol y “pedía que no la compararan con Moria Casán ni con Susana Giménez”. Más acá en el tiempo, en 2006 participó de Bailando por un sueño.
De buscar “el amor de su vida” a sus tres maridos
Su primer marido fue el polista Julio Zavaleta, con cuya boda fue protagonista de tapa de GENTE. “Siempre soñó con encontrar el amor de su vida. La pareja no funcionó, y dejó la cómoda vida que llevaba para volver a empezar”, relata la autora de Las Blaquier.
Y continúa: “A pesar del sufrimiento de la separación y de la opinión de sus amigas sobre sus agallas para renunciar a su rol de esposa, no dudó en que lo mejor era estar sola. Tuvo la capacidad de ajustarse sin deprimirse y de reinventarse una y otra vez”.
Su segunda boda fue con José Manuel Flores Pirán. Fruto de esa relación nacieron sus hijos, Mía y Martín. Tiempo después, su prima, Alejandra Hoeffner, se casó con su exmarido. “Yo estaba separada; y ellos se enamoraron y se casaron. Mis hijos son primos segundos y medio hermanos de sus hijos”, contó la actriz.
En el libro, Soledad Ferrari cuenta que fue “Miguel Pando (1966-2011), su tercer marido y padre de su hijo menor (Jerónimo), quien supo contenerla”. Su fallecimiento, a causa de un tumor cerebral, la dejó devastada. El pronóstico que recibió en el verano de 2010 indicaba que no viviría más de dos meses.
La vida austera de Ginette Reynal, el reclamo al padre de sus hijos mayores y cómo salió adelante
Tras separarse de Pirán, la vida de Ginette no fue fácil: “Mientras sus primas viajaban por Europa, trabajaba día y noche para llegar a fin de mes. No hacía esfuerzos para ocultar que no pasaba por un buen momento económico”.
Tal como cuenta el entorno de Reynal, “lejos de victimizarse, asumía que había derrochado” la fortuna que había hecho en sus épocas de modelo. Ella no tenía problemas en contar que “vivía del canje y de las clases de modelaje que daba”.
Según relata Ferrari en la biografía no autorizada de Las Blaquier, cuando sus tías se preocupaban por su situación económica, ella les respondía: “Tranquilas, no me pienso morir de hambre. Tengo que poder usar mi ingenio para salir adelante”.
En ese entonces no dudaba en confesar que su exmarido, Flores Pirán, no le abonaba la cuota alimentaria para Mía y Martín. “Paga la escuela y lo hace personalmente para no darme el dinero a mí”, dijo en diálogo con Noticias el 23 de julio de 1995.
Acerca de su situación financiera, explica la autora del libro: “Ella misma se reconocía como una inconsciente en el manejo del dinero. Un día se dio cuenta de que llevaba veinte años trabajando y no tenía ni un auto ni un departamento. Nada para dejarles a sus hijos”.
Fue ahí que Gina (como le dicen sus amigos) decidió que sería una persona previsora. Además de aceptar la propuesta de incorporarse al ciclo nocturno Café Fashion –1999–2001; donde compartía elenco con varios humoristas, entre ellos, el Negro Álvarez y Daniel Aráoz, y Denise Dumas– “Ginette formaba parte del staff del relacionista público más reconocido de aquel entonces, Javier Lúquez”.
Cuando su familia le preguntaba si era necesario exponerse en un programa en el que llegaban a tirarle un tortazo en la cara o mostrar la cola de algunas modelos, ella respondía filosa: "Me moriría de vergüenza si fuera María Julia Alzogaray, si fuera ella, estaría totalmente alarmada".
“No tuvo ningún pudor en cocinar tartas para un parador de Punta del Este ni en hacer uso de su simpatía para trabajar de recepcionista en una playa uruguaya, donde se encontraba con la misma gente con la que había compartido fiestas en el campo de sus abuelos”, retoma el libro.
La familia, que con suerte se había repuesto a la "humillación" que supuso la encarcelación de Dolores Blaquier (fue detenida en 1992 por “comercializar estupefacientes en su círculo VIP” y liberada poco después), también se incomodó con la postura de Ginette. Sin embargo, ella “no tenía ningún prejuicio en aceptar todo aquello que le representara un ingreso económico y no le afectara su dignidad”.
Cuando Ginette Reynal le puso fin a su adicción a las drogas
"Pensás que te estás divirtiendo y pensás que nadie se da cuenta. Sólo las personas que consumen con vos", dijo Ginette al recordar el infierno que pasó con la adicción. "Me sacaba la cabeza del sufrimiento", rememoró en una entrevista con Infobae, siempre sin referirse a la sustancia en cuestión. "Esas morbosidades son cosas que no son necesarias", se plantó.
Eso sí, habló del espiral que la llevó a decidir ingresar a Narcóticos Anónimos: "Eso es lo loco de las drogas: subís y bajás. Cielo, infierno, cielo, infierno al que te sometés. Las drogas te provocan cosas fuertes. Uno no se droga porque es un tonto; las drogas tienen efectos tanto malos como buenos".
Respecto a su unión a la confraternidad sin fines de lucro, señaló: "Lo decidí yo porque me picó el coco una amiga que ya había entrado y me empezó a taladrar la cabeza. Fui y la primera semana lloré todas las sesiones". Y explicó por qué decidió contar su experiencia con las drogas: "Lo hago porque me gustaría que le sirva a la gente que está encerrada, sufriendo. Dentro de la comunidad, no todo el mundo lo ve bien".
La relación con su primo hermano: “El incesto es tan maravilloso que tiene que ser raro”
Igual de provocadora que otras mujeres de su familia, hace apenas dos años la actriz reveló en PH Podemos Hablar que estuvo de novia durante tres años con un primo hermano.
Su relación se dio tras la muerte de Miguel Pando. "Él tiene 7 años menos que yo, lo he llegado a tener en brazos. Sentís algo familiar, los mismos códigos, sobre todo cuando son primos de parte de madre", expresó sin filtro.
"Hay muchas historias de primos, pero cuando lo vivís, te das cuenta por qué se llama incesto", contó hace dos años la actriz en relación a su amor prohibido con un primo hermano.
"Creo que estaré enamorada de él por el resto de mi vida", aseguró. Al detallar cómo comenzó esa historia, explicó: “Cuando murió mi marido estaba hecha pedazos, y terminé parando en la casa de mi tía. Él vive en ese mismo campo y me dio esa habitación”.
En esa misma entrevista, Reynal planteó que ese romance no fue un problema familiar: “De hecho todas mis primas me bancaron. Nos separamos por circunstancias que no vienen al caso y ahora yo di un paso al costado porque está en pareja”.
La otra prima rebelde de la TV: Concepción Blaquier
Ginette no fue la única que se animó a los medios. Otra nieta de Malena Blaquier que coqueteó con la TV fue Concepción Cochrane, hija de Lair Cochrane y Dolores Blaquier, y descendiente del Almirante Lord Cochrane (1775-1860), décimo conde de Dundonald y marqués de Maranhão, cuyos restos yacen en la Abadía de Westminster.
Ella también llevó el gen de la high society (y su estrafalaria personalidad) a la pantalla chica como jurado del show de talentos Lo que das (2015, El Trece)y el comentado reality Lucky Ladies (en 2016, Fox Life).
Malena Nelson Hunter, la abuela de las Blaquier indomables, fue la primera IT girl de la aristocracia
En el estilo, la herencia de Malena Blaquier pesa y mucho: “Mi abuela fue una de las mujeres más elegantes de Argentina. Una IT girl antes de que existieran las IT girls. Ella era una transgresora y yo me crie con esa imagen”, dijo Concepción Blaquier a este medio. ¿Un consejo que solía dar la más influyente de la familia? “Hay que hacer y vivir como uno siente, estar imitando y esforzándose no sirve”.
Por su parte, el escritor Ovidio Lagos recordó así a la magnética Malena, que era conocida de su madre: “Era la más linda de la Argentina. Tenía una belleza helénica, griega. Fue una mujer socialmente descollante, pero intelectualmente no. Era el referente de la madre y la anfitriona perfecta. Además de ser bonita, venía en un estuche maravilloso”.
Fotos: Archivo Grupo Atlántida