De Florencio Varela a conquistar las redes. Las cifras no mienten. Pablito Castillo suma de 8,5 millones de seguiores en TikTok; 5,8 millones en Instagram; 3,7 millones en Facebook y 594 mil suscriptores en YouTube. Pero todo se puede resumir en la famosa frase “tirarse a la pileta” para luego jugársela por un objetivo, algo que implicó la posibilidad de quedarse sin nada en momentos que eran complicados.
“De mi infancia tengo imágenes que me hacen bien feliz. Pasé muy lindos momentos. Tuve una familia que me llenó de amor, me acompañó y una mamá-papá siempre estuvo a mi lado. Nos han faltado muchas cosas materiales, pero sobraba amor, que era lo mejor”, confiesa el youtuber en diálogo con Revista GENTE.
Hace una pausa. “Reírnos y mirar tele, comer lo que había… hasta aquel mate cocido con pan casero de mi abuela. Los vecinos jugando a las bolitas. Guardo muchísimos recuerdos. La adolescencia con los mismos amigos del barrio… ¡y las fiestas de 15!”, sigue enumerando.
“Yo era muy consciente de lo que nos faltaba. Mi relación con mamá era como con una amiga. Nos contábamos todo. Yo veía el esfuerzo que hacía, yéndose a trabajar temprano y volviéndose muy tarde. Salía a las 4 de la mañana y volvía a las 20. A veces perdía más tiempo yendo y viniendo desde Florencio Varela a Capital que en el laburo. Hoy en día lo valoro un montón. Todo lo que ahora hago es para ella”, agrega muy emocionado.
En ese momento, Patricia trabajaba como empleada doméstica y en un comercio. A la fecha se puede decir que es más una mujer de las redes, con un Instagram que suma casi 200 mil seguidores que ven cómo acompañó y apoyó a su hijo para convertirse en la figura que es.
La construcción de un imperio
“Yo no me encontraba con lo mío. Entonces el camino se fue dando de a poco. No apuntaba a esto. De a poco, actuando, empecé a conocer el mundo de las redes. Nunca creí que era para mí”, reconoce Pablito al hablar de cómo se dio su incursión en la creación de contenidos digitales. Pero antes, hubo una antesala con un trabajo formal que combinaba con el estudio.
-¿Cómo llega la cocina a tu vida?
-Cuando terminé la escuela me anoté a la carrera de chef. A mí me encanta cocinar. Como mi mamá estaba con un trabajo complicado, yo necesitaba algo que tuviera una rápida salida laboral. Eso me permitía trabajar al mismo tiempo. Así que me quedé ahí hasta que me topé con las redes. Decidí apostar por lo nuevo, abandonar la cocina: mi mamá me apoyó.
-¿Cómo nació el primer video?
-Fue muy random. Bailé una canción de cumbia. Era 2016. Cada tanto hacía algún otro meme, pero el contenido audiovisual no se hacía viral. Habré hecho unos cuatro o cinco así. Me fui dando cuenta de que no iba por ese lado. Ahí fue cuando la grabé a mamá enojada porque salí a bailar y yo descompuesto. Lo grabé y subí a Facebook. La reacción de la gente fue increíble. Ella no tenía idea hasta que un vecino le contó. Cuando entró a casa me pidió que lo borre, pero tenía un millón de vistas. Imaginate que con esa cantidad de reproducciones yo estaba tocando el cielo con las manos. Me llegaban mensajes de todos lados. No podía creerlo.
-Ahí entendiste por dónde ir.
-Claro. La agarré a mamá y le dije que a la gente le gustaba mucho el contenido. Ella no quería saber nada con que la volviera a filmar. En ese tiempo esto no se veía como un trabajo. "Voy a quedar como una loca, se me van a reír los vecinos y en el trabajo", me decía. Después se copó. Nuestra dupla tiene una gran naturalidad, no ensayamos ni dos segundos. No sé como hace.
-¿Qué dice de todo este crecimiento que experimentaste a lo largo de los años?
-Está feliz. Siente que ese apoyo que me dio cuando trabajaba de bachero y tuve que dejarlo valió la pena.
-Igual fue jugado.
-Es que sí. Me tiré a una pileta. No sabía bien lo que hacía. Las redes sociales no estaban monetizadas y tampoco se trabajaba con el canje.
-¿Y entonces por qué avanzaste?
-No me preguntes por qué, pero sentí que era el camino para ir por lo lo que me gustaba. Haciendo videos era feliz. Pero no lo pensé tres veces. ¿Y si salía todo mal, perdía el laburo y la carrera de chef? No me pregunté tanto.
-¿Te costó dejar aquel primer trabajo?
-Fue algo loco. Digamos que se dio sin pensarlo tanto. Un día, de repente, salí del trabajo y venía en el tren mirando el paisaje como en las películas. Y ahí, reflexionando, dije: "Quiero hacer esto. No sé cómo me va a ir, pero me la quiero jugar". Siempre fui un arriesgado… y me he pegado cada golpe.
-¿Eras feliz con ese trabajo formal?
-Siempre lo fui. Estaba haciendo algo que me gustaba. No me puedo quejar.
-¿De qué forma cambiaste el contenido para pasar de algo amateur a algo más profesional, que persiga el objetivo de transformarse en un sustento?
-Grababa con un celular de baja gama, entonces decidí invertir cambiándolo por un modelo mejor. Ahí fue donde más se notó el cambio: en la calidad del contenido que generaba para YouTube. Empecé a ahorrar en dólares. El chico que se filmaba con la mamá ahora salía en formato horizontal y cuidaba el fondo. Empecé a comprar vestuario y artículos a modo de escenografía. Todo comenzó a notarse en 2018. Mi contenido es más clásico: un teléfono apoyado y las escenas que surgen más naturalmente son la esencia que me identifica y que recuerda la gente que me sigue desde el inicio.
-¿En donde te va mejor?
-En Facebook tengo los seguidores más fieles, los que vienen desde el arranque y recuerdan esos primeros videos con mamá. TikTok es relativamente nuevo, me permite abrir el juego y me da otro tipo de público. Las generaciones de ahora no usan mucho YouTube. Hoy ahí escuchas música o ves un streaming. Por eso me puse a crear contenido de forma secundaria, confirmando que era algo que no me iba a dar de comer toda la vida. Instagram es mi caballito de batalla. Ahí muestro todo, me da fuerzas desde hace años. Pero en IG no podés monetizar. Sí, te da trabajo con publicidades y canjes: las marcas vienen a querer publicitar cosas a través de mi cuenta. Siempre estoy abierto, buscando nuevos horizontes...
-¿En serio estás pensando en enfocarte en el teatro?
-Sí, voy a hacer un unipersonal con todos mis personajes. La idea principal es que sea el mundo de Pablito en donde yo voy a estar presente, y también mis creaciones. El otro proyecto es una obra con un elenco muy lindo de tiktokers y e instagramers. Para ellos resulta todo un desafío. Pasan de una camarita a tener un libreto con espectadores en vivo. Son caras frescas que pueden llamar la atención y hacer que el público adolescente regrese al teatro. Esto va a ser más para fin de año. Son proyectos en el que está trabajando todo un equipo.
“Pensé en dejar todo por el hate”
“Lo mío fue una explosión rápida. Como llegaron las cosas lindas, también vinieron los hates. Ver a un chico vestido de mujer y con peluca a muchos les generaba rechazo. Me decían que no estaba bueno que hiciera eso, que me burlaba de las mujeres, y recibía comentarios muy homofóbicos. ¡Pero todo era un personaje!”, reflexiona Pablito poniéndose más serio.
“Cuando me empecé a poner pelucas y hacer esos clips de mujeres, con plumas y todo, en el barrio había gente que me quería pegar. A ese nivel. Estamos hablando de 2016. No de la prehistoria. Tenía miedo. Hacía algo que me gustaba, mucha gente me apoyaba, pero no podía salir a la esquina porque alguien que vivía en la mitad de la cuadra me quería pegar. Me daba miedo: no sabía lo que me podía llegar a pasar”, agrega.
“Los mensajes que recibía eran realmente extremos. El año pasado hice una publicación con esos comentarios y mucha gente me escribió para pedirme perdón, haciéndose cargos de las barbaridades que me decían. Esa gente que me criticó se encontró con que no le hice mal a nadie, que sólo estaba actuando... En su momento hasta me habían escrito diciéndome que sabían dónde vivían y que iban a ir a molerme a palos”, cuenta.
El youtuber reconoce que es algo que le afecto y que nadie puede negar que lo puede dejar pasar. “Me puse en la cabeza que tenía que salir adelante, pero había noches en las que me encerraba a llorar. Todo lo que hacía era con amor, sin hacerle daño a nadie. Pensé en dejar de hacer videos. Al mismo tiempo los mensajes lindos me hicieron salir adelante", continúa.
"Tenía la ayuda de los míos que me apoyaban. Empecé a entender que es un proceso y que hay que llevarlo adelante conviviendo como toda persona que está en las redes y expuesto a recibir hate”, cierra sobre cómo lo sobrellevó con el apoyo de sus seres queridos.
Fotos: Diego García (@fotos_diego)
Estilismo: Lucila Subiza (@lucilasubiza)
Pelo y make up: Viviana Rojas Mendez (@Vivianarojasmendez), para @hairmalambo
Outfie: Bento (@bentodenim) y Vestuario Pandora (@vestuariopandora)
Video back: Brian Cabrera (@soybraiton) de @mambamediaok
Prensa: Sebastián Cruz Centeno (@sebacruzcenteno)
Agradecemos muy especialmente a Laura Renzullo, Gerente de MKT y Diseño de Sushiclub y al equipo del local Recova de Sushiclub (@sushiclub_ar - https://www.sushiclub.com.ar/ ) por la locación para esta producción exclusiva.