Agustín "Soy Rada" Aristarán: cuál fue el proyecto que rechazó pese a ganar mucho dinero y por qué no convive con su pareja – GENTE Online
 

Agustín "Soy Rada" Aristarán: cuál fue el proyecto que rechazó pese a ganar mucho dinero y por qué no convive con su pareja

El reconocido artista habla con Revista GENTE del suceso teatral que protagoniza en calle Corrientes, School of rock. También recuerda su infancia en Bahía Blanca, su juventud llena de sueños y analiza los enormes desafíos que tiene por delante.

Tenía 12 años cuando descubrió su vocación: entretener a la gente. Y fue gracias a un concurso literario de su escuela. Por ese entonces, Agustín Aristarán, el menor de dos hermanos de una familia de clase media de laburantes, vivía en Bahía Blanca y disfrutaba de encerrarse en su cuarto a practicar trucos de magia. Desconocía la adrenalina que le produciría actuar ante un público.

El día en que su maestra de literatura le preguntó si se animaba a dar un show en unos premios escolares, él respondió sin dudarlo: “Obvio”. Pero cuando llegó la fecha se arrepintió. “Porque yo no era tan mago y había como 200 personas en un teatro muy emblemático de Bahía, el Municipal... ¡Pero me animé!", recuerda hoy, 28 años después de aquella fecha bisagra, en esta entrevista exclusiva con Revista GENTE.

Esa primera vez en el escenario entró en pánico. Pero empezó el show y la sensación de éxtasis fue tan grande que cuando llegó a su casa les dijo a sus padres: “Yo no voy a hacer otra cosa más que esto”. Y así fue.

Desde aquel día, el hermano menor de Manu, el hijo intrépido de Roberto e Inés, el papá de Bianca, y el novio de Fer, conocido hoy por muchos como Soy Rada, recorrió cuanto escenario pudo llevando su magia, su música, su arte.

Desde Machu Picchu a Inglaterra sin escalas

Los primeros shows de “magia cómica”, como decían sus tarjetas de contacto bajo su primer nombre artístico (ese que ya no puede usar por una cuestión de derechos), fueron en escuelas, casamientos y Bar Mitzvá. Y aunque el camino no resultó corto, ni fácil, indefectiblemente lo llevaron al lugar en el que está hoy. O por lo menos él así lo transmite en esta charla introspectiva en el estudio de Grupo Atlántida.

Agustín Aristarán vive un presente inmejorable a sus 40 años.

“Nada de esto estaría pasando si no hubiese pasado todo lo que pasó”, resume el artista a modo de trabalenguas. 

-Te presentaste en lugares que jamás hubieses imaginado. ¿Cuáles son los que más recordás?

-Un show en Machu Picchu, en Aguas Calientes, Perú, cuando me contrató un productor de allá. Pero si tengo que decir el lugar más loco, y lo repito siempre, fue en una iglesia en Notting Hill.

-¿Cómo llegaste ahí?

-El chabón que me llevó, ahora somos amigos, me propuso ir en plena gira europea mía. No era productor, pero lo supe cuando estaba ahí y se habían vendido todas las entradas. Había un montón de argentinos, muchos latinos y también varios ingleses que habían sido llevados por amigos.

Confiado y sonriente, Agustín Aristarán encara uno de sus proyectos actorales más ambiciosos de su carrera: School of rock.

-¿Cómo hacés en ese caso con el idioma?

-Hago el show en castellano y juego mucho con la cosa bilingüe. Ayuda a la hora del humor que mi inglés es pésimo (risas). Ése fue el más "loco", pero no la experiencia más incómoda...

–¿Y ésa dónde fue?

–En Talca. Tenía una fuerte significación para mí, porque si bien no era la primera vez que estaba en Chile, ¡ese día había 150 mil personas! Eso sí fue loco. De decir: ‘Ok, estoy actuando acá. Es un delirio esto’, y que pase lo que pasó.

-¡¿Y qué pasó?!

-Me abuchearon... Esa semana había sido absurda porque tuve un espectáculo en Mar del Plata y al día siguiente Cosquín Rock con mi banda y luego, Chile ante esa cantidad de gente. Encima que me putéen. ¡Un montón! Todo muy loco. Pero bueno, resultó muy importante para mi ego, para mi historia y para mi vida que me hayan puteado.

-¿Volviste a Chile después de eso?

-Sí, miles de veces. Volví ahora, hace poquito y bien, todo recontra bien. 

En los últimos años, Agustín Aristarán se enfocó principalmente en desarrollar su lado actoral.

La actuación, su nueva pasión desbloqueada

Aunque la magia es lo suyo, y vaya si sabe de eso, en los últimos años Agustín se lució arriba de los escenarios con actuaciones notables en superproducciones como Aladín (2019), Matilda (2023) y, ahora, School of rock, hasta el momento el desafío actoral más importante de su carrera.

-Después de interpretar a Tronchatoro (la malvada directora de la escuela de Matilda), ¿imaginabas un papel semejante?

-No, hasta que llegó. Dewey Finn (el personaje de Jack Black en la película homónima de 2003) fue un papel que siempre quise hacer, por supuesto. Soy fan de él y de esta peli, que me marcó mucho. Y ahora lo único que pienso, hablo y transpiro es School of rock.  

-¿Tanto? ¿Por qué?

-Porque, aunque los ensayos empezaron hace dos meses, yo arranqué antes por toda la preparación vocal que necesitaba. También estuve estudiando guitarra y practicando mucho con los músicos. Son dos bandas y hay tres elencos de 39 niños en total de los cuales cuatro por grupo tocan instrumentos. Es una obra muy exigente con una gran puesta en escena.

Histriónico y elocuente, así se comporta Agustín Aristarán en la sesión de fotos para la tapa de Revista GENTE.

En este musical, que se estrenó el 20 de junio y podrá verse hasta la última semana de julio en el Gran Rex, Agustín pasa el 97 por ciento de la obra arriba del escenario. “Estar todo el tiempo en escena me desafía también desde lo físico”, reconoce.

-¿Haber dejado de fumar te ayudó en eso?

-Si hubiese seguido fumando no hubiera podido estar en Matilda y mucho menos en School of rock. Hace ya casi tres años que dejé y no voy a volver. Ahora con esto, menos que menos. Aunque la obra te mata, termino entero.

En plena pandemia, Agustín Aristarán dejó de fumar y nunca más retomó el vicio. Hoy asegura que eso fue un factor fundamental para su presente en los escenarios.

-¿Qué hacés para llegar en forma y soportar el desgaste?

-Entrenar, comer bien, dormir lo que tengo que dormir (unas siete horas promedio) y cuidarme. Tengo una vida muy sana desde hace muchos años. No podría ser de otro modo.

-Por ejemplo…

-Hago ayuno intermitente hace un año y pico, no consumo azúcares agregados, evito bastante las harinas. Entreno hace rato. Hago calistenia y entrenamiento aeróbico. Pero no es de toda la vida, sino algo que empecé de grande porque entendí que quiero que la máquina (su cuerpo) dure mucho y dedicarme a esto bastante tiempo más. Siempre los proyectos que agarro son muy físicos. Ah, descubrí hace poco la meditación y eso también me acomoda bastante.

Antes de cada función Agustín vocaliza, se toma un café, o dos, pues es fanático de esa infusión, y repasa el libreto, que en este caso es sumamente extenso. “Porque la cantidad de letra que tengo es impresionante y además es una obra que tiene que ser muy estricta con lo que se dice”, explica.

-¿Algún método que te sirva para estudiar y se pueda contar?

-Culo y silla. Eso y repetir el texto en situaciones cotidianas de la vida para lograr una memoria muscular y que quede fijado incluso pudiendo hacer cualquier otra cosa.

-Algo de eso comentaste cuando hiciste uno de tus primeros shows combinados: lo difícil que es hacer mágica y cantar a la vez.

-Es que hacer magia es algo que yo tengo muy incorporado pero cuando lo junté con el canto mis manos como que no respondían.

Dueño de un carísma único, y mucho talento, el artista bahiense sueña con hacer cada vez más drama en las ficciones que encara.

Una vida de película y mucha suerte

Agustín confiesa que su amor por la magia y la actuación nació gracias a Mingo, su abuelo de 95 años, la primera persona que lo llevó a un circo y de quien también adquirió la pasión por el jazz y la carpintería.

“Todos los fines de semana íbamos a comer a su casa y mirábamos un programa que se llamaba Magia y circo. Lo daban en un canal que no existe más, TV Quality. Era el mejor plan. Y un día vino un circo a Bahía y él me llevó”, recuerda emocionado.

Y advierte que esa emoción, que lo impulsó a explorar un mundo desconocido haciendo cientos de cursos a distancia para perfeccionarse, nunca se apagó. O casi nunca, mejor dicho.

A sus 40 años, Agustín sigue reinventándose en cada paso de su carrera como actor, mago, conductor y comediante.

-Cada tanto das un giro a tu carrera sumándole algún condimento. Primero fue la comedia, luego vino la música, ahora la ficción. Y hace un tiempo dijiste que no priorizás el dinero que te puede dejar un trabajo. ¿Cómo es eso?

-Eso no es porque yo tenga guita, no. Yo soy un laburante pero hay algo que me enseñaron los ataques de pánico y es que soy un privilegiado porque vivo de lo que me gusta y vivo muy bien. Entonces no la quiero pasar mal por guita.

-¿Alguna vez te encontraste en una situación semejante? Aceptar una jugosa propuesta de trabajo y luego preguntarte ‘¿por qué estoy haciendo esto?’.

-Recontra y me bajé, y había un contrato firmado y fue un quilombo de abogados y tuve que pagar una cláusula. Es decir, perdí plata.

-¿Qué era?

-Tenía que ser el presentador de un festival muy grande que estaba buenísimo y me representaba mucha plata, mucha, pero había algo que no me gustaba de todo eso y era que lo estaba haciendo por guita. No quería estar en ese lugar y empecé a darle bola a lo que me pasaba con eso. Me dije "¿por qué lo estoy haciendo, si no tengo ganas?".

Su amor por el circo, el teatro y la magia comenzó a muy temprana edad. Y a los 12 años, Agustín Aristarán ya trababaja brindando su primer espectáculo de "magia cómica".

-¿Qué te hacía ruido?, ¿o no te atraía de la propuesta?

-Que tenía que presentar cosas que no tenía ganas y a artistas que no hablaban mi mismo idioma. Pero ni bien ni mal lo digo, es que eran de otra generación. 

-¿Y te bajaste a cuánto?

-A cuatro días.

-Te odiaron…

-Sí, obvio. Igual lo entendieron, yo estaba con ataques de pánico, temblando.

-O sea, ¿eso desencadenó tu primer ataque de pánico?

-No digo que haya sido eso, pero en ese momento me pasó una cosa muy gráfica: frené una noche en la 9 de Julio, miré para la derecha y había un cartel que decía: Revuelto, la despedida, mi espectáculo que se hacía en el Tabaris; miré para el otro lado y estaba vestido de Tronchatoro anunciando Matilda; y enfrente mío, un cartel gigante con Joaquín Furriel que decía El reino 2, serie de la que fui parte. Tres proyectos que me daban felicidad y también un dinero que, obviamente, lo sentí, no era lo determinante.

Los ataques de pánico hicieron que Agustín se replanteara su carrera en los medios y los trabajos que aceptaba realizar.

-¿Con School of rock cómo fue?

-Dije que sí sin saber cuánta plata iba a ganar. Le pedí a mi mánager: "Che yo lo voy a hacer, negociá vos, la plata no me importa". Repito, no es que tenga guita de sobra, soy un laburante que vive bien.

-¿Qué es vivir bien?

-Es tener una familia hermosa, una hija que amo profundamente y una casa que tiene un tobogán (real, construyó un tobogán enorme que conecta las dos plantas de su vivienda). Mi vida es una película (se ríe). Nadie me regaló nada, pero sí tuve mucha suerte.

-¿Por ejemplo en qué?

-Conocer gente en el momento justo. Ojo, también hice todo para que esa suerte se dé. Para mí la suerte hay que buscarla, pero existe, es verdad. Por otro lado lado, yo nací en una familia increíble, y eso es culo, no es meritocracia. Me dieron mucho amor y morfi todos los días.

Agustín Aristarán asegura que tuvo mucha suerte a lo largo de su vida y su vasta carrera en los medios de comunicación.

La familia es lo primero

Sus padres, su hermano, su abuelo y sus amigos de la infancia siguen en Bahía Blanca. “Voy bastante menos de lo que me gustaría y aunque llevo acá más años de los que viví allá, me siento de los dos lados por igual. Mejor dicho, me siento de donde estoy ahora: que puede ser Buenos Aires o Madrid, qué sé yo. Me gusta ese plan”, reconoce relajado pese a que la entrevista se extiende más de lo acordado. A Agustín no le importa: hablar de sus seres queridos lo entusiasma.

Y luego de contar que su hogar queda en las afueras de Capital, digamos, zona Sur, donde vive con Honorio, su perro, Rada aclara que también tiene otra casa en en el centro que comparte con la talentosísima Fernanda Metilli, su pareja desde hace una deácada. “No convivimos pero vivimos juntos”, sintetiza con otro juegos de palabras.

-¿Cómo es eso?

-Se dio así y nos gusta que así sea. Nos copa extrañarnos y también nos gusta tener nuestras manías cada uno en su casa... porque los dos somos unos maniáticos. Yo soy muy ordenado y ella no es tan ordenada…

-¿Probaron la convivencia tradicional?

-Sí, en pandemia, y estuvo buenísimo. Pero no tenemos ganas de llevar una convivencia tradicional cultural por ahora. Antes, en la cama de dos plazas la gente usaba una sola almohada, después eso dejó de ser así. De hecho, cada vez que hablamos de convivir hablamos de habitaciones separadas porque necesitamos mucho espacio y porque lo queremos así y los dos estamos felices. Lo mismo nos pasa con la decisión de no ser padres.

-Vos ya lo sos.

-Claro, pero con Fer digo que decidimos no ser padres por ahora. No sabemos en el día de mañana. 

Luego de remarcar que esa elección es momentánea, a Agustín se le ilumina el rostro al hablar de Bianca, su hija, quien también es artista y tiene casi las mismas curiosidades que él a su edad. Sin embargo, destaca: “Me gusta pensar que ella sigue sus propios pazos. De hecho, está haciendo la suya. Estudia Arte dramático y tiene una mánager diferente a la mía…”.

“Por supuesto que todo mi equipo, mi gente y toda mi experiencia están ahí pero ella hace su propia carrera. Confío mucho en su criterio, en su cabeza, en su inteligencia. Y por supuesto que yo estoy a su lado acompañándola en todo momento”, explica con orgullo.

Aunque empezó su carrera hace 28 años, y tiene apenas 40, Agustín Aristarán siente que aún recién comienza.

No todo pasado fue mejor

-A los 12 años empezaste a trabajar sabiendo qué querías ser, a los 22 fuiste padre, a los 30 ya habías recorrido medio mundo, ¿no sentís que hiciste un montón de cosas siendo muy joven?

-No, siento que no hice una mierda (se ríe), aunque sé que sí, que hice de todo, que me pasó de todo, pero lo veo cuando tengo que presentar mi currículum y ahí digo "¡a la miércoles, mirá todo lo que pasó!". Fuera de eso, y no es una postura, siento que estoy empezando porque me gusta esa filosofía de creer, sentir y afirmar que soy principiante en lo que estoy haciendo. Y porque también busco desafíos que me pongan en ese lugar. Hoy, si bien ya hice películas, series, obras, me siento recontra principiante en el mundo de la actuación, siento que me falta porque actuar me vuelve loco.

-¿Qué te gustaría por ejemplo?

-Drama. Hace poquito se estrenó la serie de Cris Miró y yo interpreto a su hermano. Eso fue hermoso de hacer y una experiencia buenísima. Estuve muy ansioso los días previos al estreno. Y lo que vi es una bomba, una serie increíble.

-Te hubiese gustado que fueran veinte capítulos más por lo que decís...

-Sí y quiero que lo próximo sea algo parecido. Ahora tuve decir que no a una peli, a un director muy zarpado, a (Marcos) Carnevale, pero ya va a llegar… Yo que esencialmente soy comediante, en el drama me encontré en un lugar re loco que me encantó. 

-Los conformistas te dirían "si te va bien en lo tuyo, no te metas ahí".

-Pero hay que meterse en el barro a ver qué pasa. Cuando los proyectos me dan mucho cagazo, siento que está bien. Como mago tengo veinticinco años de carrera, lo sé hacer, me encanta, pero voy por más. Por eso ahora viajo a Portugal por un mes y medio en busca de un desafío muy loco.

-¿Cuál?

-Luis de Matos es uno de los productores y magos más importantes del mundo, ídolo de mi infancia. Un día en pandemia me llama: "Soy fanático tuyo y quiero traerte a Portugal". "¿Quién habla?", pregunto. "Luis de Matos". ¡Se me puso la piel de gallina, me tuve que sentar…! Me llevó a trabajar a un congreso y ahora me lleva a una gira impresionante. Él selecciona a magos muy importantes del mundo, somos cinco de diferentes países, cada uno se especializa en un área y en mi caso es la magia con comedia. Son 48 funciones.

-¿Conocés a los otros magos que van?

-A uno lo conocí en un festival y a los otros hace unos meses cuando fui por casi veinte horas a Portugal para sacarme la foto del afiche, y volví. Algunos se enteraron porque hice historias. Estaba en plena gira de Uruguay, con Chile en el medio, un delirio. Tuve que irme y volverme prácticamente en el día pero bueno fue parte de la aventura.

Al finalizar School of rock, Agustín Aristarán estrenará su nuevo espectáculo, Tarán, y luego partirá a una gira por Portugal organizada por el exitoso mago portugués Luis de Matos.

Antes de partir a Europa, donde también tiene previsto sumar otro mes para participar en distintos festivales de España, Aristarán saldrá de gira por diez provincias y más de dieciocho ciudades de Argentina con Tarán, su nuevo show unipersonal.

Soy Rada, Radaga... (repetimos: por una cuestión legal no puede mencionar completo su antiguo nombre artístico), Agustín Aristarán, ahora Tarán, “en realidad Agustín es quien hace todo”, destaca antes de despedirse de la entrevista con una enorme sonrisa en su rostro y seguro de sí mismo. De alguien que , en definitiva, convive con cada uno de sus personajes.

Fotos: Diego García
Videos: Martina Cretella
Contenido redes sociales: Juan Rostirolla y Luna Figliuolo
Diseño de tapa digital: Darío Alvarellos
Retoque de imágenes: Gustavo Ramírez
Producción y estilismo: Ale García
Maquillaje y peinado: @natalipomasonccomkp para @sebastiancorreaestudio
Agradecemos muy especialmente a @sazkat1 @boliviaonline @bandoleirop.ba @breeders_furs @giesso @terriblenfant

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